Esas palabras provienen de Luca Cordero Montezemolo, presidente de Fiat, máximo dirigente empresario italiano y aspirante a desplazar a Silvio Berlusconi como jefe de la centroderecha. Sucede que un euro a US$ 1,43 o un dólar a apenas 70 centavos de euro son traumáticos para las exportaciones.
En una presentación conjunta, la francesa Medef (Laurence Parisot), la germana BDI (Jürgen Thumann), Confindustria (Montezemolo) y BusinessEurozone (Ernest-Antoine Sellière) apuntan sobre Jean-Claude Trichet (BCE) y Jean-Claude Juncker (Eurogrupo), dos monetaristas ortodoxos. Por momentos, el lenguaje la carta recuerda las críticas argentinas al Fondo Monetario y sus recetas contraproducentes, que volverán a oírse en la inminente asamblea semestral FMI-Banco Mundial.
“Las paridades cambiarias no son conceptos absolutos. Deben usarse para defender los genuinos intereses de la Eurozona evitando terapias violentas”, sostiene el documento conocido poco antes de abrirse el encuentro ministerial del G 7. Hasta el domingo, deliberan en Washington los titulares financieros de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Canadá, Holanda –o sea, el Benelux- e Italia.
Romano Prodi, ex presidente de la Comisión Europea y actual primer ministro, reiteraba desde Roma una postura afín a la de los “empresarios rebeldes” (poco feliz ironía de Juncker), ya expuesta hace algunas semanas en Lisboa. El obvio vínculo entre un dólar débil y el petróleo a US$ 89,50 daba sostén a los reclamos industriales.
Por supuesto, la queja empresaria no carece de gestos “ortodoxos”. Por ejemplo, reclamar que el G 7 “presione fuertemente a China para revaluar significativamente el yüan”. Esto no tiene mucho sentido, dado que Beijing ha elevado cinco veces este año la tasa básica (de 5,7 a 7,3% anual), para enfriar la economía. Esto no hizo subir el yüan a mayor ritmo contra la canasta euro-dólar-yen.
Esas palabras provienen de Luca Cordero Montezemolo, presidente de Fiat, máximo dirigente empresario italiano y aspirante a desplazar a Silvio Berlusconi como jefe de la centroderecha. Sucede que un euro a US$ 1,43 o un dólar a apenas 70 centavos de euro son traumáticos para las exportaciones.
En una presentación conjunta, la francesa Medef (Laurence Parisot), la germana BDI (Jürgen Thumann), Confindustria (Montezemolo) y BusinessEurozone (Ernest-Antoine Sellière) apuntan sobre Jean-Claude Trichet (BCE) y Jean-Claude Juncker (Eurogrupo), dos monetaristas ortodoxos. Por momentos, el lenguaje la carta recuerda las críticas argentinas al Fondo Monetario y sus recetas contraproducentes, que volverán a oírse en la inminente asamblea semestral FMI-Banco Mundial.
“Las paridades cambiarias no son conceptos absolutos. Deben usarse para defender los genuinos intereses de la Eurozona evitando terapias violentas”, sostiene el documento conocido poco antes de abrirse el encuentro ministerial del G 7. Hasta el domingo, deliberan en Washington los titulares financieros de Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Canadá, Holanda –o sea, el Benelux- e Italia.
Romano Prodi, ex presidente de la Comisión Europea y actual primer ministro, reiteraba desde Roma una postura afín a la de los “empresarios rebeldes” (poco feliz ironía de Juncker), ya expuesta hace algunas semanas en Lisboa. El obvio vínculo entre un dólar débil y el petróleo a US$ 89,50 daba sostén a los reclamos industriales.
Por supuesto, la queja empresaria no carece de gestos “ortodoxos”. Por ejemplo, reclamar que el G 7 “presione fuertemente a China para revaluar significativamente el yüan”. Esto no tiene mucho sentido, dado que Beijing ha elevado cinco veces este año la tasa básica (de 5,7 a 7,3% anual), para enfriar la economía. Esto no hizo subir el yüan a mayor ritmo contra la canasta euro-dólar-yen.