Iliquidez y fondos especulativos en la agenda de Bernanke y Trichet

Nueve centavos y cero quedan de dos fondos de cobertura armados por Bear Stearns. Al crearse, administraban carteras superiores a US$ 20.000 millones. Hace una semana, los inversores se enteraron de que no restaba nada para ellos.

27 julio, 2007

La codicia y la sordidez de BS y otros intermediarios financieros irrumpieron en recientes reuniones celebradas por los presidentes de la Reserva Federal (Benjamin Bernanke) y el Banco central europeo (Jean-Claude Trichet). Hasta entonces, ambos eran admiradores de los “hedge funds” y su recurso clave: respaldar contratos de futuros y opciones vía instrumentos derivativos.

Como sucede con las hipotecas de mala calidad o las compras apalancadas, los perjudicados serán inversores de toda laya. No los fondos o firmas que han estado jugando con préstamos secundarios (eufemismo por usurarios) o aire caliente, es decir derivados. La crisis de Bear Stearns probablemente sea la primera en una serie, temen ambos banqueros centrales.

Este tipo de situaciones hizo que Bernanke fuese menos optimista de lo habitual en su reciente exposición semestral ante del congreso. Pero, como Trichet, sus obsesiones inflacionarias –referidas a la economía real- sigue primando sobre el evidente desmadre de la especulación financiera, bursátil y cambiaria.

La súbita fragilidad de dos sectores (malas hipotecas, deuda privada), de paso, acentúa divergencias entre Trichet y Nicolas Sarkozy, presidente francés. A este lado del Atlántico, ambos problemas agrían las relaciones entre Bernanke y la oposición demócrata que controla ambas cámaras.

La codicia y la sordidez de BS y otros intermediarios financieros irrumpieron en recientes reuniones celebradas por los presidentes de la Reserva Federal (Benjamin Bernanke) y el Banco central europeo (Jean-Claude Trichet). Hasta entonces, ambos eran admiradores de los “hedge funds” y su recurso clave: respaldar contratos de futuros y opciones vía instrumentos derivativos.

Como sucede con las hipotecas de mala calidad o las compras apalancadas, los perjudicados serán inversores de toda laya. No los fondos o firmas que han estado jugando con préstamos secundarios (eufemismo por usurarios) o aire caliente, es decir derivados. La crisis de Bear Stearns probablemente sea la primera en una serie, temen ambos banqueros centrales.

Este tipo de situaciones hizo que Bernanke fuese menos optimista de lo habitual en su reciente exposición semestral ante del congreso. Pero, como Trichet, sus obsesiones inflacionarias –referidas a la economía real- sigue primando sobre el evidente desmadre de la especulación financiera, bursátil y cambiaria.

La súbita fragilidad de dos sectores (malas hipotecas, deuda privada), de paso, acentúa divergencias entre Trichet y Nicolas Sarkozy, presidente francés. A este lado del Atlántico, ambos problemas agrían las relaciones entre Bernanke y la oposición demócrata que controla ambas cámaras.

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