Ibarra se arrima al disco

El candidato aliancista mantiene la punta en las encuestas. Buena campaña mediática de la Alianza. Los errores de Domingo Cavallo. ¿Ballotage o no?

5 mayo, 2000

Las encuestas previas a la elección del domingo coinciden en otorgar una amplia ventaja a la candidatura de Aníbal Ibarra. Hasta el tono de las declaraciones de Domingo Cavallo, insistente en sus posibilidades de ganar en la segunda vuelta, confirmaban los pronósticos.

Precisamente, lo que estaba todavía en juego era la perspectiva de que la Alianza obtuviera o no la mayoría absoluta. Esta es, al parecer, la única incógnita que aceptan los encuestadores.

Hemos presenciado una típica batalla mediática por el poder. Y los creativos de la Alianza demostraron ser mejores. Cavallo repitió viejos errores. Insistió –con cierta propensión a acariciar su ego– en ser la imagen excluyente de su sociedad con Béliz.

Olvidó o no quiere reconocer, que no tiene carisma ante una pantalla de televisión, que muchos argentinos lo unen con su paso por el Banco Central durante el gobierno militar y que no supo presentarse como lo que es: un técnico inteligente y capaz, rodeado de un equipo que demostró su eficacia ante el tremendo flagelo de la hiperinflación. Sus choques con Gustavo Béliz, antes de decidirse a marchar juntos, deterioraron a ambos términos de la fórmula y le restaron votos a granel.

En síntesis, aunque es azaroso decir que hizo todo mal, es posible coincidir en que “hizo mal casi todo” lo referido a la proyección de su imagen. Y hoy la gente –condicionada por los medios audiovisuales–, reacciona por imágenes recibidas, no por reflexiones amasadas.

Como dicen los politólogos italianos, vivimos la época del “pensiero devole”.

Las encuestas previas a la elección del domingo coinciden en otorgar una amplia ventaja a la candidatura de Aníbal Ibarra. Hasta el tono de las declaraciones de Domingo Cavallo, insistente en sus posibilidades de ganar en la segunda vuelta, confirmaban los pronósticos.

Precisamente, lo que estaba todavía en juego era la perspectiva de que la Alianza obtuviera o no la mayoría absoluta. Esta es, al parecer, la única incógnita que aceptan los encuestadores.

Hemos presenciado una típica batalla mediática por el poder. Y los creativos de la Alianza demostraron ser mejores. Cavallo repitió viejos errores. Insistió –con cierta propensión a acariciar su ego– en ser la imagen excluyente de su sociedad con Béliz.

Olvidó o no quiere reconocer, que no tiene carisma ante una pantalla de televisión, que muchos argentinos lo unen con su paso por el Banco Central durante el gobierno militar y que no supo presentarse como lo que es: un técnico inteligente y capaz, rodeado de un equipo que demostró su eficacia ante el tremendo flagelo de la hiperinflación. Sus choques con Gustavo Béliz, antes de decidirse a marchar juntos, deterioraron a ambos términos de la fórmula y le restaron votos a granel.

En síntesis, aunque es azaroso decir que hizo todo mal, es posible coincidir en que “hizo mal casi todo” lo referido a la proyección de su imagen. Y hoy la gente –condicionada por los medios audiovisuales–, reacciona por imágenes recibidas, no por reflexiones amasadas.

Como dicen los politólogos italianos, vivimos la época del “pensiero devole”.

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