El mercado cambiario se muestra en estos días muy fluido, con compras de
dólares por parte de particulares ante la incertidumbre por el paro del
campo y la inflación, liquidaciones de bonos debido a temores de un incumplimiento
en ciernes en que podría incurrir el gobierno y ventas netas del Banco
Central de más de US$ 100 millones por jornada para evitar una devaluación.
El balance de divisas viene dando negativo. Según el último dato
conocido, el mes pasado salieron US$ 1.300 millones netos.
Todas esas decisiones al mismo tiempo, en una plaza cuya principal característica
es la especulación, no definen una tendencia per sé, como sí
lo hacen los datos oficiales de inversión, que en el primer trimestre
del año mostraron un alza de 20,9 %, el registro más alto de los
dos últimos años, aunque la característica de este comportamiento
haya sido la compra extranjera de empresas nacionales, aprovechando la diferencia
cambiaria del peso respecto del euro y otras monedas fuertes.
El contexto regional en que se ubica este mayor flujo de divisas externas orientadas
al aparato productivo nacional no ha sido para nada favorable al país,
según se desprende del informe sobre inversión externa directa
elaborado por la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL): sólo mejoró el año pasado 14 %, un poco más
que Nicaragua y la República Dominicana, cuando en todo el continente
registró un récord de 105,925 millones de dólares, 46 %
más que el año previo.
El crecimiento de la economía en la región y una firme demanda
de recursos naturales a nivel mundial determinaron el récord del 2007:
105.925 millones de dólares. Aunque ambos factores alcanzaron de lleno
a Argentina, la respuesta global de las inversiones no tuvo el correlato que
en vecinos que aplican un modelo muy distinto al bolivariano, que siguen los
Kirchner, Evo Morales y Correa.
La explicación de que nuestro país no haya estado en ese ránking
de preferencias debe buscarse en la preeminencia en esas cifras relevadas por
CEPAL que tuvieron las empresas transnacionales y en su búsqueda de nuevos
mercados para aprovechar el mayor consumo local de bienes y servicios, en medio
de un dinamismo de la demanda mundial.
Según el organismo, los principales inversionistas en América
Latina fueron Estados Unidos, los Países Bajos y España, todos
ellos con bastantes dificultades para el equilibrio de sus negocios en Argentina.
Así, no extrañó que el principal país receptor
de inversión extranjera directa en el 2007 haya sido Brasil, seguido
por México, Chile y Colombia, los cuatro que explican gran parte del
incremento ingresado. Sin embargo, “sólo Brasil recibió 15.000
millones de dólares más (un aumento de 84 %) de inversión
en 2007 que en 2006”, justo en coincidencia con la instancia de calificación
de investment grade que se gestara entonces y se concretara este año.
“A diferencia del máximo registrado en 1999 (de 89.000 millones
de dólares), la inversión que ingresó a la región
en 2007 no está vinculada a privatizaciones”, según el organismo.
“Pese al mayor volumen de inversión extranjera directa y al creciente
nivel de inversiones en una variedad de industrias (…), la región aún
dista mucho de lograr sus metas en cuanto al fortalecimiento de la capacidad
y a la instauración de un entorno institucional propicio para aprovechar
al máximo todo el impacto de la actividad”, según la CEPAL.
Movimiento local
Las aparentes contradicciones en el movimiento de los capitales dentro de la
Argentina, con inversores de otras latitudes que se muestran más propensos
a poner algunas fichas en el país, e inversores y ahorristas locales
que prefieren renunciar a emprendimientos dentro del territorio o al menos mantenerlos
activos en el mercado de capitales y financiero, para resguardarlos en otras
economías, tienen al menos dos explicaciones.
Por un lado, las fuertes apreciaciones que acusaron en los últimos tiempos
las monedas de diversas naciones, como de Europa, Brasil y Chile, por mencionar
sólo algunos casos, respecto del dólar y por extensión
frente al peso argentino, tornaron singularmente atractiva la adquisición
de empresas locales con esas divisas.
Por el otro, la aceleración de la inflación y la extensión
de la política de precios administrados, junto a medidas tendientes a
financiar el creciente gasto público con el aumento de los impuestos,
en medio de la incertidumbre financiera internacional que persiste desde el
comienzo del segundo semestre de 2007, reavivaron la clásica inclinación
de parte de muchos de los grandes tenedores de capitales a resguardar parte
de sus excedentes en la adquisición de activos en el resto del mundo,
incluidos el dólar.
El flujo de capitales del exterior puede mantenerse a condición de que
se aliente la generación de riqueza sin intervención del Estado
en la estructura de costos y precios, y al mismo tiempo se mantengan las reglas
de juego en materia tributaria. Justamente lo contrario de la tendencia que
perfila el gobierno de Cristina Kirchner, justo con la crisis con el agro como
su demostración más fehaciente.
Además de la compra empresas, a este ciclo le faltaría, fundamentalmente,
la creación de industrias productivas, al tiempo que señales concretas
que permitan revertir la salida de fondos para aplicarlos tanto a ese tipo de
emprendimientos como a dar oxígeno y mayor fluidez a los mercados de
capitales y financieros.
En marzo último, la inversión real en Argentina creció
12,5% anual, lo que implica una inversión bruta de US$ 5.185 millones.
En término del volumen físico, fue de 23,5% del PIB, levemente
por debajo del mes anterior, según se refleja en un informe elaborado
por el Centro de Estudios Económicos Orlando Ferreres & Asociados.
Con respecto a febrero, la inversión había mostrado una baja
de 2,9% de forma desestacionalizada, debido a la caída en la importación
de bienes de capital. En el primer trimestre, el crecimiento interanual de la
inversión alcanzó el 20,9%, la mayor expansión desde el
primer trimestre de 2006, con el 23,1% del PIB.
En este primer trimestre de 2008, fue la construcción la que mantuvo
el ritmo de expansión que se observó en el cuarto trimestre del
año pasado, del 10,6% anual.
Sin embargo, el crecimiento no fue estable. Mientras en el primer bimestre
este sector creció a una tasa del 12% anual, en marzo la tasa de expansión
bajó al 8% anual.
La inversión en maquinaria y equipo creció 36,5% durante el primer
trimestre, la mayor expansión de los últimos 14 trimestres. Sin
embargo, en marzo se observó cierta desaceleración en la importación
de maquinaria y equipo, cuyo crecimiento pasó del 67% al 17% anual, corrigiéndose
así las elevadas tasas de expansión que se habían observado
en los últimos meses.
El mercado cambiario se muestra en estos días muy fluido, con compras de
dólares por parte de particulares ante la incertidumbre por el paro del
campo y la inflación, liquidaciones de bonos debido a temores de un incumplimiento
en ciernes en que podría incurrir el gobierno y ventas netas del Banco
Central de más de US$ 100 millones por jornada para evitar una devaluación.
El balance de divisas viene dando negativo. Según el último dato
conocido, el mes pasado salieron US$ 1.300 millones netos.
Todas esas decisiones al mismo tiempo, en una plaza cuya principal característica
es la especulación, no definen una tendencia per sé, como sí
lo hacen los datos oficiales de inversión, que en el primer trimestre
del año mostraron un alza de 20,9 %, el registro más alto de los
dos últimos años, aunque la característica de este comportamiento
haya sido la compra extranjera de empresas nacionales, aprovechando la diferencia
cambiaria del peso respecto del euro y otras monedas fuertes.
El contexto regional en que se ubica este mayor flujo de divisas externas orientadas
al aparato productivo nacional no ha sido para nada favorable al país,
según se desprende del informe sobre inversión externa directa
elaborado por la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL): sólo mejoró el año pasado 14 %, un poco más
que Nicaragua y la República Dominicana, cuando en todo el continente
registró un récord de 105,925 millones de dólares, 46 %
más que el año previo.
El crecimiento de la economía en la región y una firme demanda
de recursos naturales a nivel mundial determinaron el récord del 2007:
105.925 millones de dólares. Aunque ambos factores alcanzaron de lleno
a Argentina, la respuesta global de las inversiones no tuvo el correlato que
en vecinos que aplican un modelo muy distinto al bolivariano, que siguen los
Kirchner, Evo Morales y Correa.
La explicación de que nuestro país no haya estado en ese ránking
de preferencias debe buscarse en la preeminencia en esas cifras relevadas por
CEPAL que tuvieron las empresas transnacionales y en su búsqueda de nuevos
mercados para aprovechar el mayor consumo local de bienes y servicios, en medio
de un dinamismo de la demanda mundial.
Según el organismo, los principales inversionistas en América
Latina fueron Estados Unidos, los Países Bajos y España, todos
ellos con bastantes dificultades para el equilibrio de sus negocios en Argentina.
Así, no extrañó que el principal país receptor
de inversión extranjera directa en el 2007 haya sido Brasil, seguido
por México, Chile y Colombia, los cuatro que explican gran parte del
incremento ingresado. Sin embargo, “sólo Brasil recibió 15.000
millones de dólares más (un aumento de 84 %) de inversión
en 2007 que en 2006”, justo en coincidencia con la instancia de calificación
de investment grade que se gestara entonces y se concretara este año.
“A diferencia del máximo registrado en 1999 (de 89.000 millones
de dólares), la inversión que ingresó a la región
en 2007 no está vinculada a privatizaciones”, según el organismo.
“Pese al mayor volumen de inversión extranjera directa y al creciente
nivel de inversiones en una variedad de industrias (…), la región aún
dista mucho de lograr sus metas en cuanto al fortalecimiento de la capacidad
y a la instauración de un entorno institucional propicio para aprovechar
al máximo todo el impacto de la actividad”, según la CEPAL.
Movimiento local
Las aparentes contradicciones en el movimiento de los capitales dentro de la
Argentina, con inversores de otras latitudes que se muestran más propensos
a poner algunas fichas en el país, e inversores y ahorristas locales
que prefieren renunciar a emprendimientos dentro del territorio o al menos mantenerlos
activos en el mercado de capitales y financiero, para resguardarlos en otras
economías, tienen al menos dos explicaciones.
Por un lado, las fuertes apreciaciones que acusaron en los últimos tiempos
las monedas de diversas naciones, como de Europa, Brasil y Chile, por mencionar
sólo algunos casos, respecto del dólar y por extensión
frente al peso argentino, tornaron singularmente atractiva la adquisición
de empresas locales con esas divisas.
Por el otro, la aceleración de la inflación y la extensión
de la política de precios administrados, junto a medidas tendientes a
financiar el creciente gasto público con el aumento de los impuestos,
en medio de la incertidumbre financiera internacional que persiste desde el
comienzo del segundo semestre de 2007, reavivaron la clásica inclinación
de parte de muchos de los grandes tenedores de capitales a resguardar parte
de sus excedentes en la adquisición de activos en el resto del mundo,
incluidos el dólar.
El flujo de capitales del exterior puede mantenerse a condición de que
se aliente la generación de riqueza sin intervención del Estado
en la estructura de costos y precios, y al mismo tiempo se mantengan las reglas
de juego en materia tributaria. Justamente lo contrario de la tendencia que
perfila el gobierno de Cristina Kirchner, justo con la crisis con el agro como
su demostración más fehaciente.
Además de la compra empresas, a este ciclo le faltaría, fundamentalmente,
la creación de industrias productivas, al tiempo que señales concretas
que permitan revertir la salida de fondos para aplicarlos tanto a ese tipo de
emprendimientos como a dar oxígeno y mayor fluidez a los mercados de
capitales y financieros.
En marzo último, la inversión real en Argentina creció
12,5% anual, lo que implica una inversión bruta de US$ 5.185 millones.
En término del volumen físico, fue de 23,5% del PIB, levemente
por debajo del mes anterior, según se refleja en un informe elaborado
por el Centro de Estudios Económicos Orlando Ferreres & Asociados.
Con respecto a febrero, la inversión había mostrado una baja
de 2,9% de forma desestacionalizada, debido a la caída en la importación
de bienes de capital. En el primer trimestre, el crecimiento interanual de la
inversión alcanzó el 20,9%, la mayor expansión desde el
primer trimestre de 2006, con el 23,1% del PIB.
En este primer trimestre de 2008, fue la construcción la que mantuvo
el ritmo de expansión que se observó en el cuarto trimestre del
año pasado, del 10,6% anual.
Sin embargo, el crecimiento no fue estable. Mientras en el primer bimestre
este sector creció a una tasa del 12% anual, en marzo la tasa de expansión
bajó al 8% anual.
La inversión en maquinaria y equipo creció 36,5% durante el primer
trimestre, la mayor expansión de los últimos 14 trimestres. Sin
embargo, en marzo se observó cierta desaceleración en la importación
de maquinaria y equipo, cuyo crecimiento pasó del 67% al 17% anual, corrigiéndose
así las elevadas tasas de expansión que se habían observado
en los últimos meses.