Greenspan: lo de Irak fue por crudos. Irán: Cheney quiere atacar

Pese al declive de George W.Bush (su apoyo público es inferior a 25%), el vicepresidente Richard Cheney presiona para invadir Irán. Al mismo tiempo, el ex jefe de la Reserva Federal confiesa que lo de Irak se vinculaba a hidrocarburos.

17 septiembre, 2007

Por un parte, los titulares de estado (Condoleezza Rice, ahora tachada de homosexual por la ultraderecha) y defensa, Robert Gates, buscan diálogo directo con el presidente Majmud Ajmadinedyad y el dirigente moderado Mohammed Alí Rafsandyaní. Por la otra, el último reducto ultraconservador en la Casa Blanca y el Pentágono logró que un desorientado Bush asociase la ”imposibilidad” de evacuar Irak con presuntos “planes bélicos” de Irán.

Según el londinense “Sunday times” y el quincenario “New Yorker”, un equipo del Pentágono –responde a Cheney, no a Gates- ha elaborado dos planes que contemplan bombardeos a Irán. Uno de ellos castigaría todos los objetivos militares durante varios días, en particular cuarteles de los pasdarán (guardia islámica).

Cheney y su asesor informal, Donald Rumsfeld, no descartan el empleo de armas nucleares para pulverizar refugios y usinas iraníes. De inmediato, Moscú hizo saber que, si esos devaneos fuesen ciertos, Washington “debiera ponerse firme con los círculos belicistas”. El momento elegidopara dejar transcender los dislates de Cheney no era casual: el Rice estaba reunida, desde el viernes, con altos funcionarios rusos, chinos, alemanes, franceses y británicos para negociar sanciones más duras contra el programa atómico persa.

En semejante clima, Beijing y Roma objetaron imprudentes declaraciones de Nicolas Sarkozy, presidente francés. Este húngaro étnico, uno de los escasos admiradores de Bush en Europa occidental, también sostiene que Irán es peligroso.

Como si faltase algún ingrediente conflictivo extra, Alan Greenspan pone en tela de juicio la gestión económica íntegra de Bush (cuya parte monetaria estaba en manos del actual crítico) y relaciona la invasión de Irak con el “lobby” petrolero tejano, coordinado por Cheney pero ligado a los intereses de la familia Bush. Eso aparece en “Age of turbulence”, un libro que se vende desde este lunes. En el texto, el ex presidente de la RF admite no haber sabido vislumbrar la crisis de malas hipotecas ni la consiguiente ola de iliquidez global. De paso, pone a su sucesor Benjamin Bernanke bajo una luz muy desfavorable.

Por un parte, los titulares de estado (Condoleezza Rice, ahora tachada de homosexual por la ultraderecha) y defensa, Robert Gates, buscan diálogo directo con el presidente Majmud Ajmadinedyad y el dirigente moderado Mohammed Alí Rafsandyaní. Por la otra, el último reducto ultraconservador en la Casa Blanca y el Pentágono logró que un desorientado Bush asociase la ”imposibilidad” de evacuar Irak con presuntos “planes bélicos” de Irán.

Según el londinense “Sunday times” y el quincenario “New Yorker”, un equipo del Pentágono –responde a Cheney, no a Gates- ha elaborado dos planes que contemplan bombardeos a Irán. Uno de ellos castigaría todos los objetivos militares durante varios días, en particular cuarteles de los pasdarán (guardia islámica).

Cheney y su asesor informal, Donald Rumsfeld, no descartan el empleo de armas nucleares para pulverizar refugios y usinas iraníes. De inmediato, Moscú hizo saber que, si esos devaneos fuesen ciertos, Washington “debiera ponerse firme con los círculos belicistas”. El momento elegidopara dejar transcender los dislates de Cheney no era casual: el Rice estaba reunida, desde el viernes, con altos funcionarios rusos, chinos, alemanes, franceses y británicos para negociar sanciones más duras contra el programa atómico persa.

En semejante clima, Beijing y Roma objetaron imprudentes declaraciones de Nicolas Sarkozy, presidente francés. Este húngaro étnico, uno de los escasos admiradores de Bush en Europa occidental, también sostiene que Irán es peligroso.

Como si faltase algún ingrediente conflictivo extra, Alan Greenspan pone en tela de juicio la gestión económica íntegra de Bush (cuya parte monetaria estaba en manos del actual crítico) y relaciona la invasión de Irak con el “lobby” petrolero tejano, coordinado por Cheney pero ligado a los intereses de la familia Bush. Eso aparece en “Age of turbulence”, un libro que se vende desde este lunes. En el texto, el ex presidente de la RF admite no haber sabido vislumbrar la crisis de malas hipotecas ni la consiguiente ola de iliquidez global. De paso, pone a su sucesor Benjamin Bernanke bajo una luz muy desfavorable.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades