Gran Bretaña es, por ahora, una coalición que luce segura
En tiempos de paz, las alianzas postelectorales explícitas son en extremo raras y poco plausibles en el Reino Unido. El flamante gabinete o administración, como dicen los norteamericanos- tiene los votos suficientes en el parlamento. No obstante, las negociaciones entre dos partidos, uno conservador y el otro liberal (algo así como derecha y centro), serán inevitablemente más complicadas.
15 mayo, 2010
<p>Lo cierto es que el joven tory David Cameron encabeza desde ahora, como primer ministro, una coalición formal con el joven whig Nicholas Clegg, representante de un centrismo rebautizado demoliberal. Hasta el fin de semana posterior a los comicios, esta alianza no parecía tan factible. Algunos hasta esperaban una segunda vuelta tan francesa como poco british.<br />
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Por entonces, las posibilidades de alianza eran difíciles, vistas desde adentro. Se suponía que los conservadores hubiesen preferido un ballottage a la coalición con presuntos izquierdistas libertarios, originalmente más afectos a los laboristas. Por cierto, en el parlamento anterior los debates más duros solía ser entre conservadores y demoliberales, no entre éstos y laboristas.<br />
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Al cabo, diversos factores encaminaron bien las tratativas entre ambos partidos. Por un lado, los tories mostraron una sorprendente flexibilidad. Ello indica que Cameron había tomado una decisión clara: si debía depender de otros, era preferible optar por demoliberales “derechizados” y no por la derecha de su propio partido. Inclusive, ambos líderes son de la misma generación. Naturalmente, hubo un compromiso clave: los conservadores aceptaron un referendo sobre introducción del voto alternativo en el sistema electoral. <br />
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Como es obvio, Clegg está determinado a aprovechar la oportunidad del siglo para llevar demoliberales al gobierno. Tenía dos móviles: contrapesar a los amigos de Margaret Thatcher en el gabinete y evitar que, solo, Cameron renunciase para forzar otra ronda con posibilidades de ampliar su flaca ventaja electoral.<br />
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<p>Mientras tanto, una alianza laborista-demoliberal habría sido factible, pero precaria, pues habría exigido que (a) el ex oficialismo se comprometiera en pleno y (b) Clegg habría planteado más concesiones referentes al vetusto sistema electoral. Hace justo una semana, quedó claro que eran dos imposibles.<br />
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Aunque esta coalición parezca inicialmente el resultado político menos plausible, al fin cuajó y ofrece un aspecto inesperadamente durable, inclusive en sus detalles, Por ende, puede sostenerse en el corto y mediano plazo. Su primer acto político será introducir el concepto de “parlamentos a término fijo”, un esquema que impide llamar a elecciones anticipadas sin previo consentimiento del partido o la alianza en el poder. Igual valdrá en casos de punto muerto.<br />
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Probablemente, el nuevo gabinete goce de una luna de miel, que aprovechará para lanzar una reforma del gasto público antes de cerrar el año. Eso implica un plan pro una reducción del déficit fiscal más ortodoxo que el laborista. Tal perspectiva ya hace que la izquierda demoliberal piense en pasarse a ese partido. <br />
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Desde el inicio de la II guerra mundial (bombardeos en 1940), Gran Bretaña no tuvo gabinetes de coalición. En verdad, el encabezado por Winston Churchill era un gobierno de unidad nacional más que una alianza política, integrada por elementos conservadores, laboristas y liberales. En el futuro, el sistema británico quizás evolucione hacía el sistema de coaliciones típico durante 64 años en la República Federal Alemana. En un contexto de gobierno más colegiado, Inglaterra, Escocia, Gales y Ulster (si no pasa a Irlanda) cumplirán el papel de los estados germanos y sus parlamentos locales.</p>