Globalizaciones, entre el crac de 1907 y las turbulencias actuales

El descalabro bursátil de 1907 suele silenciarse. Pero, al preparar las guerras balcánicas de 1912/13, llevó a la de 1914/8 y la crisis de una globalización. La siguiente, iniciada en 1945 y no en 1990, se tambalea hoy.

13 mayo, 2008

Miran las cosas por el revés, medios fieles a los mercados especulativos (“Finacial times, Wall Street journal, Economist, Neue Zürcher”) sostienen que la creciente injerencia estatal pone el peligro la globalización. Esta escuela de pensamiento la identifica no con la segunda posguerra –como demostraron Kenneth Galbraith o James Tobin-, sino con el colapso de las economías centralmente planificadas.

Ni siquiera eso es correcto, pues se reduce a la ex Unión Soviética y no tiene presente a China o Vietnam ni casos tan extremos como Cuba, Birmania o algunos estados africanos. Sea como fuere, tampoco la baja de barreras comerciales o la apertura excesiva de economías en desarrollo (Argentina fue emblemática en 1990/2001) implicaba una globalización sistémica como la pretendida por difunto consenso de Washington (1989).

Ejemplos tan actuales como Rusia, China, Vietnam, Irán, Venezuela o Inidia indican que una variedad de sectores primarios (hidrocarburos, productos agrícolas) nunca dejaron de estar sujetos a control o supervisión estatal. Menos ahora, cuando sus precios internacionales –ésto sí atados a la globalización especulativa- quiebran récord tras récord.

Un país habituado a la economía centralmente planificada, Rusia, se ha embarcados en una especie de resovietización basada en hidrocarburos. A tal punto que su monopolio Gazprom, una de las mayores compañías del mundo, sirve para presionar a economías en apariencia tan “globales” como las de Europa occidental.

Ese papel puede recaer, en las Américas, sobre Brasil y Venezuela. No hace falta barajar semejante hipótesis para verificar que la “globalización” ha puesto ha la suerte de grandes bancas norteamericanas y el propio dólar en manos de una economía centralmente planificada, China, y las autocracias musulmanas de la península arábiga, vía fondos soberanos de inversión. Algunos de ellos (Abú Dhabí, Dubái, Kuweit) inclusive compran participaciones en grandes bolsas occidentales.

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