Glenn Beck, Sarah Palin y el tea party acabarán en nada

Lo afirma Gerd Korman, historiador de la universidad Cornell. Igual creen politicólogos y economistas de Yale, Harvard, etc. Pero ciertos reductos de ultraderecha, vg. el instituto Cato, apoyan el movimiento como forma de atacar a Barack Obama.

30 agosto, 2010

<p>Por supuesto, este rebrote de fundamentalismo evang&eacute;lico no guarda relaci&oacute;n con aquel episodio en Boston, 1773, ni mucho menos con las ideas Abraham Lincoln, casi un siglo posteriores, que pretenden emular. A diferencia de ambos antecedentes, los abogados del actual<em> tea party</em> (&ldquo;<em>fiesta del t&eacute;</em>&rdquo;, una iron&iacute;a) no lo tiran al agua en rechazo de impuestos brit&aacute;nicos. Tampoco cuaja con Lincoln la postura racista de Beck y Palin, dirigida al primer presidente afronorteamericano de la historia, a quien tachan de antipatriota-<br />
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&ldquo;Parangonar la<em> fiesta del t&eacute;</em> con el fascismo o los neonazismos europeos &ndash;sostiene Korman- es hist&oacute;ricamente err&oacute;neo, pues se trata de un fen&oacute;meno quintaesencialmente aut&oacute;ctono. Para empezar, sus promotores no salen por ahora del marco democr&aacute;tico formal&rdquo;.<br />
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No obstante, &ldquo;el actual fen&oacute;meno tiene un precedente contempor&aacute;neo a los totalitarismos europeos de entreguerra, encarnado en demagogos como Huey Long &ndash;un dem&oacute;crata filofascista de Luisiana- o el padre Charles Coughlin, virulento antisemita que descubri&oacute; la utilidad de la radio y lleg&oacute; a tener 40 millones de seguidores&rdquo;. Justamente, el novelista Sinclair Lewis (1885/1951, Nobel literario 1930) combin&oacute; ambos personajes en <em>It can&rsquo;t happen here</em> (&ldquo;Aqu&iacute; no puede pasar&rdquo;, 1933). El argumento se adelanta a Adolf Hitler, pero el &ldquo;Reich&rdquo; se instala en Estados Unidos. Algo similar pero en un pueblo chico imagina el grecobrit&aacute;nico Leslie Charteris.<br />
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A Long lo asesinaron, a Coughlin lo silenci&oacute; el Vaticano y tras cart&oacute;n vino la II guerra mundial. &ldquo;Como Palin o Beck &ndash;recuerda Korman-, los dos involucraban religi&oacute;n con pol&iacute;tica y apelaban al proletariado blanco&rdquo;. Sus cr&iacute;ticas al <em>nuevo pacto social </em>de Franklin D. Roosevelt se convierten hoy en ataques a la reforma del seguro m&eacute;dico lograda por Obama. En realidad, responden a los intereses de la medicina rentada. Por ello, el acad&eacute;mico estima que &ldquo;el movimiento ir&aacute; diluy&eacute;ndose tras las elecciones de medio mandato&rdquo;.&nbsp; <br />
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