Ginebra: tardío compromiso para negociar en septiembre

La Organización Mundial de Comercio cerró en Ginebra un compromiso genérico. Aunque se reinicien en septiembre, pero las negociaciones formales en torno de subsidios agrícolas ya no cumplirán los plazos inicialmente previsto.

2 agosto, 2004

Dos grupos de la OMC, los Cinco y los Veinte, aprobaron un “acuerdo marco” –al cual adhirieron los otros 127 miembros de la entidad- para negociar la eliminación completa (aunque paulatina) de los subsidios agrícolas. También se rebajarán subvenciones a la producción y aranceles a importaciones. “Esto permitirá encarar tratativas para una apertura sin precedentes”, sostuvo con desmedido optimismo Martín Redrado, secretario de relaciones económicas internacionales.

Tanto el funcionario argentino como Pascal Lamy (Unión Europea) y otros creen que “todavía queda la mitad del camino para cerrar la ronda Dohá en los próximos años”. Para Buenos Aires, una eventual reducción de aranceles industriales no parece problema, pues el país había convenido niveles más altos en la frustránea ronda Uruguay (cuando la OMC de llamaba “GATT”).

En lo tocante a rebajas de subsidios a la producción, en realidad no definidas aún, durante el primer año de un eventual acuerdo concreto la reducción será de 20%. Eso implicaría podas de US$ 20.000 millones para la UE, 9.000 millones para Estados Unidos y casi igual para Japón.

El desenlace data del viernes, cuando cinco miembros claves de la OMC –incluyendo EE.UU. y la UE- alcanzaron un compromiso informal sobre subsidios agrícolas. Al parecer, el más interesado en salvar Dohá era Washington, quizá debido a la campaña electoral, aunque su propuesta informal no fuese muy clara.

A juicio de observadores independientes, EE.UU. no parece todavía dispuesto a discutir su régimen agrícola “in toto” y, a cambio, ofrece rebajar subsidios en otros rubros. Tampoco dejará de presionar para que el G-20 –especialmente Brasil e India, los más duros- abra sus mercados a la competencia de las economías industriales. De ser así, no ha cambiado el punto central del debate, cuya relevancia ha sido subrayada por el Banco Mundial. Según la entidad, un acuerdo agrícola serio inyectaría US$ 3.000 millones anuales en las corrientes comerciales favorables a países subdesarrollados y en desarrollo.

A una oferta de la UE para eliminar subsidios a la exportación, EE.UU. replicó proponiendo reducir –durante un año- subsidios internos que distorsionen el comercio. Eso si, en septiembre, se llega a un acuerdo general que satisfaga a las economías africanas de subsistencia que dependen del algodón. Tal como quedan las cosas, este grupo se queda sin posibilidades de tratar el asunto separadamente.

Australia, Brasil e India eran los otros tres países que participaron en las febriles reuniones de madrugada. El subbloque ya se conoce como “los 5”. El compromiso agrícola desplaza el eje hacia cuestiones tales como trabas a productos industriales y las habituales presiones de las economías centrales. Éstas se resumen en la exigencia de que las economías no industriales abran sus mercados, como contrapartida de eventuales concesiones en materia de productos primarios. Tampoco esto ha cambiado.

No faltaron los celos a orillas del Leman. El jueves, 27 países protestaron porque “los 5” deliberaban a puertas cerradas y parecían buscar una especie de hegemonía. Entre los quejosos estaban China, Chile, Malasia y Japón. Los dos primeros integran el Grupo de los 20 (economías en desarrollo).

Pero Japón, que impone derechos de hasta 490% al arroz importado, pesa en el Grupo de los 10 “potentados”, que abarca a países como Suiza, Noruega e Islandia (ajenos a la UE, mas no a sus políticas de subsidios). En síntesis, las ventajas prácticas de este modesto compromiso no están claras.

Dos grupos de la OMC, los Cinco y los Veinte, aprobaron un “acuerdo marco” –al cual adhirieron los otros 127 miembros de la entidad- para negociar la eliminación completa (aunque paulatina) de los subsidios agrícolas. También se rebajarán subvenciones a la producción y aranceles a importaciones. “Esto permitirá encarar tratativas para una apertura sin precedentes”, sostuvo con desmedido optimismo Martín Redrado, secretario de relaciones económicas internacionales.

Tanto el funcionario argentino como Pascal Lamy (Unión Europea) y otros creen que “todavía queda la mitad del camino para cerrar la ronda Dohá en los próximos años”. Para Buenos Aires, una eventual reducción de aranceles industriales no parece problema, pues el país había convenido niveles más altos en la frustránea ronda Uruguay (cuando la OMC de llamaba “GATT”).

En lo tocante a rebajas de subsidios a la producción, en realidad no definidas aún, durante el primer año de un eventual acuerdo concreto la reducción será de 20%. Eso implicaría podas de US$ 20.000 millones para la UE, 9.000 millones para Estados Unidos y casi igual para Japón.

El desenlace data del viernes, cuando cinco miembros claves de la OMC –incluyendo EE.UU. y la UE- alcanzaron un compromiso informal sobre subsidios agrícolas. Al parecer, el más interesado en salvar Dohá era Washington, quizá debido a la campaña electoral, aunque su propuesta informal no fuese muy clara.

A juicio de observadores independientes, EE.UU. no parece todavía dispuesto a discutir su régimen agrícola “in toto” y, a cambio, ofrece rebajar subsidios en otros rubros. Tampoco dejará de presionar para que el G-20 –especialmente Brasil e India, los más duros- abra sus mercados a la competencia de las economías industriales. De ser así, no ha cambiado el punto central del debate, cuya relevancia ha sido subrayada por el Banco Mundial. Según la entidad, un acuerdo agrícola serio inyectaría US$ 3.000 millones anuales en las corrientes comerciales favorables a países subdesarrollados y en desarrollo.

A una oferta de la UE para eliminar subsidios a la exportación, EE.UU. replicó proponiendo reducir –durante un año- subsidios internos que distorsionen el comercio. Eso si, en septiembre, se llega a un acuerdo general que satisfaga a las economías africanas de subsistencia que dependen del algodón. Tal como quedan las cosas, este grupo se queda sin posibilidades de tratar el asunto separadamente.

Australia, Brasil e India eran los otros tres países que participaron en las febriles reuniones de madrugada. El subbloque ya se conoce como “los 5”. El compromiso agrícola desplaza el eje hacia cuestiones tales como trabas a productos industriales y las habituales presiones de las economías centrales. Éstas se resumen en la exigencia de que las economías no industriales abran sus mercados, como contrapartida de eventuales concesiones en materia de productos primarios. Tampoco esto ha cambiado.

No faltaron los celos a orillas del Leman. El jueves, 27 países protestaron porque “los 5” deliberaban a puertas cerradas y parecían buscar una especie de hegemonía. Entre los quejosos estaban China, Chile, Malasia y Japón. Los dos primeros integran el Grupo de los 20 (economías en desarrollo).

Pero Japón, que impone derechos de hasta 490% al arroz importado, pesa en el Grupo de los 10 “potentados”, que abarca a países como Suiza, Noruega e Islandia (ajenos a la UE, mas no a sus políticas de subsidios). En síntesis, las ventajas prácticas de este modesto compromiso no están claras.

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