domingo, 27 de abril de 2025

Gestiona Lousteau apoyo norteamericano para otro canje unilateral de deuda

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Recorrió el espinel financiero de Washington en busca de apoyo para refinanciar los vencimientos de bonos canjeados en 2005. Pide un blindaje en el BID que evite pasar por el FMI antes de arreglar con el Club de París.

Aunque la única certeza que trae de su viaje por Estados Unidos haya sido la palabra del secretario del Tesoro, Henry Paulson, de que intentará que el FMI no audite al país, el ministro de Economía, Martín Lousteau, acaba de asumir el rol de nuevo negociador de la deuda externa. No se trata de ninguna novedad ni se anunció de este modo, pero está visto que al joven funcionario le tocó enhebrar el proceso de salida del default con el Club de París, refinanciación de los vencimientos y blindaje para afrontar el endurecimiento internacional del crédito.

La secuencia que recorre sería más o menos:
• Iniciar el trámite de un paquete de préstamos del BID por us$ 8.000 millones destinados a cubrir al país de los vaivenes desatados a escala global a partir de la crisis con las hipotecas norteamericanas del año pasado.
• Obtener un documento favorable sobre la marcha de la economía argentina hecho por el staff técnico del FMI para avalar la gestión ante el BID.
• Caso contrario, que se acepte una certificación de la OCDE de “buena conducta” de la economía.
• Que ambos movimientos sean aceptados por el Club de París para renegociar la deuda en default por us$ 6.000 millones.
• Que se dé luz verde, de este modo, al lanzamiento de un canje de los bonos entregados por el gobierno en 2005, cuyos vencimientos caen este año y el que viene, y totalizan unos us$ 11.500 millones. Se cancelarían con títulos a 10 años y tasa superior, sometidos a tribunales internacionales.

La preocupación del gobierno no responde únicamente a la coyuntura del balance de pagos, sino a una tendencia que se juzga riesgosa: en el último semestre hubo una salida neta de capitales por us$ 9.000 millones y las nuevas importaciones triplican al crecimiento de las exportaciones, dependiente de los commodities, cuyo precio está en declive. Además, las multinacionales remesan utilidades a las casas matrices, en una proporción de dos a uno respecto de la inversión extranjera directa. Es consecuencia no sólo de la desconfianza interna, sobre todo con los índices de precios, sino por las exigencias que impone la crisis subprime mundial.

La presencia en la Argentina de Thomas Shannon, subsecretario de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado norteamericano, se cruzó prácticamente con la gira que Lousteau encaró por Estados Unidos, cuyos dos principales contactos fueron con el titular del Tesoro Henry Paulson y el director gerente del FMI, Dominique Strauss Khan, funcionario francés que simpatiza con el presidente de su país, Nicolás Sarkozy, quien hace poco recibió a Cristina Kirchner en París y le comprometió su apoyo.

Desbloqueo

El ministro intenta desbrozar la ruta de la regularización financiera de los dos requisitos que hasta ahora la vinieron bloqueando: que se acepte la auditoría del FMI para avanzar en un acuerdo con el Club de París, o que se pague por adelantado para obviarla. Y un tercer punto, que sería el arreglo con los llamados bonhoudts, podría ser incluirlos en el canje de los títulos canjeados en los que se negaron a entrar en 2005. Esta alternativa no seduce a los Kirchner, porque la interpretan como un paso atrás, semejante a la reapertura de las inspecciones del Fondo.

La Argentina se propone ofrecer el canje de títulos emitidos desde 2001, que vencen en los próximos dos o tres años, por más de US$ 11.000 millones entre bonos soberanos y préstamos garantizados con la garantía en recursos obtenidos por algunos impuestos coparticipables.

Lousteau no descarta que puedan emitirse bajo “jurisdicción extranjera”, para intentar que los compren fondos institucionales -bancos, compañías de seguro y administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP)- e individuos.

Strauss Khan recibió en Washington al ministro Lousteau, a quien le expresó que le parece “alentador” que la Argentina avance en un acuerdo con los países miembros del Club de París por la deuda en default, lo mismo le dijo Paulson, en consonancia con lo que anticipara Shannon a Alberto Fernández: Estados Unidos quiere colaborar para que se concreten las negociaciones pendientes.

No es mucho lo que Lousteau pudo prometer a cambio: apenas apoyar la reforma del FMI, aunque el voto es casi irrelevante por su escaso peso en el paquete accionariado del organismo multinacional, y asegurar que no habrá otro default, sino un canje unilateral e incondicional de deuda.

Por lo que se infiere de los últimos sucesos, el verdadero servicio que tanto Estados Unidos como Francia esperan del gobierno de Cristina Kirchner sería intermediar con Hugo Chávez para que el presidente venezolano no continúe disparándose hacia posiciones más distantes con el bloque americano. Un gesto en tal sentido ha sido rechazar el ingreso de Colombia al tratado de libre comercio, estando de por medio el enfrentamiento de ambos presidentes caribeños.

Pero en estas mismas jornadas, quedó en evidencia que la relación entre el jefe de Estado venezolano y los Kirchner no es tan influyente como se muestra. Nada pudo hacer el matrimonio presidencial para frenar la reestatización de la planta siderúrgica Sidor, sita a orillas del Orinoco y propiedad del grupo argentino Techint con participación brasileña.

Como si estuviese respondiendo a los intentos norteamericanos por hacerlo cooptar, Chávez, dijo el domingo que 2008 “debe ser el año del reimpulso revolucionario en todos los frentes de batalla” y sostuvo que a su “revolución bolivariana” hay que “darle vida para hacerla cada día más socialista e invencible”.

Aunque la única certeza que trae de su viaje por Estados Unidos haya sido la palabra del secretario del Tesoro, Henry Paulson, de que intentará que el FMI no audite al país, el ministro de Economía, Martín Lousteau, acaba de asumir el rol de nuevo negociador de la deuda externa. No se trata de ninguna novedad ni se anunció de este modo, pero está visto que al joven funcionario le tocó enhebrar el proceso de salida del default con el Club de París, refinanciación de los vencimientos y blindaje para afrontar el endurecimiento internacional del crédito.

La secuencia que recorre sería más o menos:
• Iniciar el trámite de un paquete de préstamos del BID por us$ 8.000 millones destinados a cubrir al país de los vaivenes desatados a escala global a partir de la crisis con las hipotecas norteamericanas del año pasado.
• Obtener un documento favorable sobre la marcha de la economía argentina hecho por el staff técnico del FMI para avalar la gestión ante el BID.
• Caso contrario, que se acepte una certificación de la OCDE de “buena conducta” de la economía.
• Que ambos movimientos sean aceptados por el Club de París para renegociar la deuda en default por us$ 6.000 millones.
• Que se dé luz verde, de este modo, al lanzamiento de un canje de los bonos entregados por el gobierno en 2005, cuyos vencimientos caen este año y el que viene, y totalizan unos us$ 11.500 millones. Se cancelarían con títulos a 10 años y tasa superior, sometidos a tribunales internacionales.

La preocupación del gobierno no responde únicamente a la coyuntura del balance de pagos, sino a una tendencia que se juzga riesgosa: en el último semestre hubo una salida neta de capitales por us$ 9.000 millones y las nuevas importaciones triplican al crecimiento de las exportaciones, dependiente de los commodities, cuyo precio está en declive. Además, las multinacionales remesan utilidades a las casas matrices, en una proporción de dos a uno respecto de la inversión extranjera directa. Es consecuencia no sólo de la desconfianza interna, sobre todo con los índices de precios, sino por las exigencias que impone la crisis subprime mundial.

La presencia en la Argentina de Thomas Shannon, subsecretario de Asuntos Hemisféricos del Departamento de Estado norteamericano, se cruzó prácticamente con la gira que Lousteau encaró por Estados Unidos, cuyos dos principales contactos fueron con el titular del Tesoro Henry Paulson y el director gerente del FMI, Dominique Strauss Khan, funcionario francés que simpatiza con el presidente de su país, Nicolás Sarkozy, quien hace poco recibió a Cristina Kirchner en París y le comprometió su apoyo.

Desbloqueo

El ministro intenta desbrozar la ruta de la regularización financiera de los dos requisitos que hasta ahora la vinieron bloqueando: que se acepte la auditoría del FMI para avanzar en un acuerdo con el Club de París, o que se pague por adelantado para obviarla. Y un tercer punto, que sería el arreglo con los llamados bonhoudts, podría ser incluirlos en el canje de los títulos canjeados en los que se negaron a entrar en 2005. Esta alternativa no seduce a los Kirchner, porque la interpretan como un paso atrás, semejante a la reapertura de las inspecciones del Fondo.

La Argentina se propone ofrecer el canje de títulos emitidos desde 2001, que vencen en los próximos dos o tres años, por más de US$ 11.000 millones entre bonos soberanos y préstamos garantizados con la garantía en recursos obtenidos por algunos impuestos coparticipables.

Lousteau no descarta que puedan emitirse bajo “jurisdicción extranjera”, para intentar que los compren fondos institucionales -bancos, compañías de seguro y administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP)- e individuos.

Strauss Khan recibió en Washington al ministro Lousteau, a quien le expresó que le parece “alentador” que la Argentina avance en un acuerdo con los países miembros del Club de París por la deuda en default, lo mismo le dijo Paulson, en consonancia con lo que anticipara Shannon a Alberto Fernández: Estados Unidos quiere colaborar para que se concreten las negociaciones pendientes.

No es mucho lo que Lousteau pudo prometer a cambio: apenas apoyar la reforma del FMI, aunque el voto es casi irrelevante por su escaso peso en el paquete accionariado del organismo multinacional, y asegurar que no habrá otro default, sino un canje unilateral e incondicional de deuda.

Por lo que se infiere de los últimos sucesos, el verdadero servicio que tanto Estados Unidos como Francia esperan del gobierno de Cristina Kirchner sería intermediar con Hugo Chávez para que el presidente venezolano no continúe disparándose hacia posiciones más distantes con el bloque americano. Un gesto en tal sentido ha sido rechazar el ingreso de Colombia al tratado de libre comercio, estando de por medio el enfrentamiento de ambos presidentes caribeños.

Pero en estas mismas jornadas, quedó en evidencia que la relación entre el jefe de Estado venezolano y los Kirchner no es tan influyente como se muestra. Nada pudo hacer el matrimonio presidencial para frenar la reestatización de la planta siderúrgica Sidor, sita a orillas del Orinoco y propiedad del grupo argentino Techint con participación brasileña.

Como si estuviese respondiendo a los intentos norteamericanos por hacerlo cooptar, Chávez, dijo el domingo que 2008 “debe ser el año del reimpulso revolucionario en todos los frentes de batalla” y sostuvo que a su “revolución bolivariana” hay que “darle vida para hacerla cada día más socialista e invencible”.

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