Gasto público ahoga al privado

La economía crece sin fuerza y no se observa una salida franca hacia el crecimiento. Hay que rebajar, bruscamente, el gasto público.

15 septiembre, 2000

El diario La Nación publica, hoy, un análisis del lento crecimiento del país y de la gran influencia que el gasto público tiene sobre el sector privado. Sintetizamos los párrafos más importantes:
Cuando se analiza la evolución de los diferentes indicadores de actividad se observa que la economía muestra un muy leve crecimiento, podría decirse muy pobre si se lo compara con los niveles de producción de los primeros siete meses de 1999, que fue el punto más profundo de la recesión.

En todo Occidente y el sudeste asiático los únicos dos países que muestran tasas de crecimientos menores a 1% son la Argentina y Japón. Es decir, la causa de nuestro estancamiento no responde a la falta de crecimiento del mundo. Por el contrario, estamos perdiendo una nueva oportunidad. La falta de entusiasmo en el crecimiento puede ser analizada desde dos ángulos: a) desde el consumidor y b) desde los inversores.

El consumidor se ha encontrado con una fuerte baja de ingresos producto del aumento impositivo de fines del año pasado. Muchas personas que trabajan en relación de dependencia perdieron, como mínimo, un sueldo anual completo por efecto del incremento del impuesto a las ganancias. En el caso de los trabajadores independientes, el aumento de ganancias, los anticipos de este impuesto, las retenciones de ganancias que les hacen cuando les pagan las facturas y –en algunos casos–el impuesto a las altas rentas destrozaron su capacidad de ahorro. Al mismo tiempo, los consumidores están a la defensiva por miedo a quedar desocupados y por la caída de sus ingresos.

Otro dato, que no es menor, es que ante la presión impositiva y los anticipos de ganancias las empresas se financian postergando pagos a proveedores, entorpeciendo la cadena de pagos y, en consecuencia, frenando más el crecimiento.

Por el lado de los inversores financieros, la gran duda es si la Argentina podrá pagar los intereses de la deuda pública. El país tiene una tradición de confiscaciones ante problemas para enfrentar los vencimientos (default en la década del 80, ahorro forzoso, plan Bonex).

Para modificar este contexto negativo, es imprescindible la toma de importantes medidas tendientes a la reforma impositiva y del sector público .

El diario La Nación publica, hoy, un análisis del lento crecimiento del país y de la gran influencia que el gasto público tiene sobre el sector privado. Sintetizamos los párrafos más importantes:
Cuando se analiza la evolución de los diferentes indicadores de actividad se observa que la economía muestra un muy leve crecimiento, podría decirse muy pobre si se lo compara con los niveles de producción de los primeros siete meses de 1999, que fue el punto más profundo de la recesión.

En todo Occidente y el sudeste asiático los únicos dos países que muestran tasas de crecimientos menores a 1% son la Argentina y Japón. Es decir, la causa de nuestro estancamiento no responde a la falta de crecimiento del mundo. Por el contrario, estamos perdiendo una nueva oportunidad. La falta de entusiasmo en el crecimiento puede ser analizada desde dos ángulos: a) desde el consumidor y b) desde los inversores.

El consumidor se ha encontrado con una fuerte baja de ingresos producto del aumento impositivo de fines del año pasado. Muchas personas que trabajan en relación de dependencia perdieron, como mínimo, un sueldo anual completo por efecto del incremento del impuesto a las ganancias. En el caso de los trabajadores independientes, el aumento de ganancias, los anticipos de este impuesto, las retenciones de ganancias que les hacen cuando les pagan las facturas y –en algunos casos–el impuesto a las altas rentas destrozaron su capacidad de ahorro. Al mismo tiempo, los consumidores están a la defensiva por miedo a quedar desocupados y por la caída de sus ingresos.

Otro dato, que no es menor, es que ante la presión impositiva y los anticipos de ganancias las empresas se financian postergando pagos a proveedores, entorpeciendo la cadena de pagos y, en consecuencia, frenando más el crecimiento.

Por el lado de los inversores financieros, la gran duda es si la Argentina podrá pagar los intereses de la deuda pública. El país tiene una tradición de confiscaciones ante problemas para enfrentar los vencimientos (default en la década del 80, ahorro forzoso, plan Bonex).

Para modificar este contexto negativo, es imprescindible la toma de importantes medidas tendientes a la reforma impositiva y del sector público .

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