Fueron quince años de cosas raras en Parmalat

Según dio a entender el ex director financiero del grupo a los investigadores fiscales, el gigante lácteo había estado adulterando sistemáticamente sus balances desde 1988. También se han descubierto más falsificaciones.

26 diciembre, 2003

De acuerdo con funcionarios de la Consob, las falsificaciones detectadas ahora hacen a negocios –a veces ficticios- con firmas de todo el mundo. Por supuesto, al declararse la compañía en bancarrota (miércoles 24), allanamientos e intervención de archivos comienzan a revelar irregularidades todo tipo.

Naturalmente, la cuestión de fondo hace a € 8.000/12.000 millones esfumados o faltantes. Por ende, el comisario interventor Enrico Bondi tiene dos tareas claves: desentrañar el fraude contable –que incluye firmas fantasmas y fondos especulativos en varios “off shore”- y mantener en funcionamientos la empresa.

No será fácil. Aun mientras el grupo se acogía al nuevo régimen italiano de convocatorias, seis aseguradoras que habían prestado dinero a dos filiales en Caimán se presentaron el 24 y el 26 ante el juez. Piden asistencia para recobrar esos fondos. Por su parte, la policía especializada en delitos económicos (“guardia di finanze”) registraba domicilios de Calisto Tanzi, su hijo Stefano, Fausto Tonna –el ex director financiero- y otros ejecutivos. El “paterfamilias” no está en Italia, aunque se comprometió a presentarse en cuanto regrese.

Los investigadores fiscales, aun antes de la indagatoria a Tonna (el Andrew Fastow italiano), han determinado que la adulteración de cuentas databa de 1988 u 89. Al respecto, Tonna sostuvo que se limitaba a cumplir órdenes superiores; es decir, de los Tanzi. En general, el objeto de las maniobras era inflar las supuestas inversiones del grupo y, al mismo tiempo, ocultar pérdidas originadas –básicamente- en especulaciones financieras.

Por eso, gran parte de los fraudes se refiere a Bonlat Financing Corporation (Caimán). Esto pone en situación desairada al estudio Grant Thornton SpA, filial de GT International, que tenía a su cargo la sindicatura de Parmalat desde 1990. Cuando la ley italiana fue modificada –obligando a cambiar de auditores cada nueve años-, parte de esas funciones pasó a Deloitte & Touche. Pero no Bonlat, como acaba de aclarar D&T.

El detonante del escándalo es un documento ficticio, atribuido a Bank of America, donde se certifica la existencia de € 3.950 millones en Caimán. Desde el martes aparecieron siete cartas, fechadas todas el 31 de enero último, dirigidas a una importadora cubana –con sede en el “off shore” de Delaware- y a firmas en Singapur, República Dominicana, etc. Pero las siete respuestas son falsas.

Algo funcionaba mal en GT italiana. Según Daniel Guy, experto en auditoría y autor de varios libros al respecto, “no puede haber intermediarios en los procedimientos para confirmar transferencias de fondos. Las cartas debieran ser controladas por el síndico, al momento del envío, y ser contestadas directamente. En ningún caso puede tocarlas el cliente”.

En cuanto a las seis aseguradoras reclamantes, buscan tomar el control de Food Holdings y Dairy Holding (ambas del grupo Parmalat), por incumplimiento de pagos. Las compañías tienen sede en Estados Unidos y son Jefferson-Pilot, Monumental Life Insurance, New York Life, Annuity, Principal Life y Transamerica-Occidental.

De acuerdo con funcionarios de la Consob, las falsificaciones detectadas ahora hacen a negocios –a veces ficticios- con firmas de todo el mundo. Por supuesto, al declararse la compañía en bancarrota (miércoles 24), allanamientos e intervención de archivos comienzan a revelar irregularidades todo tipo.

Naturalmente, la cuestión de fondo hace a € 8.000/12.000 millones esfumados o faltantes. Por ende, el comisario interventor Enrico Bondi tiene dos tareas claves: desentrañar el fraude contable –que incluye firmas fantasmas y fondos especulativos en varios “off shore”- y mantener en funcionamientos la empresa.

No será fácil. Aun mientras el grupo se acogía al nuevo régimen italiano de convocatorias, seis aseguradoras que habían prestado dinero a dos filiales en Caimán se presentaron el 24 y el 26 ante el juez. Piden asistencia para recobrar esos fondos. Por su parte, la policía especializada en delitos económicos (“guardia di finanze”) registraba domicilios de Calisto Tanzi, su hijo Stefano, Fausto Tonna –el ex director financiero- y otros ejecutivos. El “paterfamilias” no está en Italia, aunque se comprometió a presentarse en cuanto regrese.

Los investigadores fiscales, aun antes de la indagatoria a Tonna (el Andrew Fastow italiano), han determinado que la adulteración de cuentas databa de 1988 u 89. Al respecto, Tonna sostuvo que se limitaba a cumplir órdenes superiores; es decir, de los Tanzi. En general, el objeto de las maniobras era inflar las supuestas inversiones del grupo y, al mismo tiempo, ocultar pérdidas originadas –básicamente- en especulaciones financieras.

Por eso, gran parte de los fraudes se refiere a Bonlat Financing Corporation (Caimán). Esto pone en situación desairada al estudio Grant Thornton SpA, filial de GT International, que tenía a su cargo la sindicatura de Parmalat desde 1990. Cuando la ley italiana fue modificada –obligando a cambiar de auditores cada nueve años-, parte de esas funciones pasó a Deloitte & Touche. Pero no Bonlat, como acaba de aclarar D&T.

El detonante del escándalo es un documento ficticio, atribuido a Bank of America, donde se certifica la existencia de € 3.950 millones en Caimán. Desde el martes aparecieron siete cartas, fechadas todas el 31 de enero último, dirigidas a una importadora cubana –con sede en el “off shore” de Delaware- y a firmas en Singapur, República Dominicana, etc. Pero las siete respuestas son falsas.

Algo funcionaba mal en GT italiana. Según Daniel Guy, experto en auditoría y autor de varios libros al respecto, “no puede haber intermediarios en los procedimientos para confirmar transferencias de fondos. Las cartas debieran ser controladas por el síndico, al momento del envío, y ser contestadas directamente. En ningún caso puede tocarlas el cliente”.

En cuanto a las seis aseguradoras reclamantes, buscan tomar el control de Food Holdings y Dairy Holding (ambas del grupo Parmalat), por incumplimiento de pagos. Las compañías tienen sede en Estados Unidos y son Jefferson-Pilot, Monumental Life Insurance, New York Life, Annuity, Principal Life y Transamerica-Occidental.

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