FMI: puja entre un holandés duro y un francés menos duro

El reemplazo del director gerente está en manos de la Eurozona. Tras la pobre gestión de Rodrigo Rato, tienen más posibilidades Gerrit Zalm, ex titular holandés de hacienda, y el alsaciano Dominique Strauss-Kahn, punto de Alemania y Francia.

10 julio, 2007

Durante los contactos preliminares a la reunión de lunes y martes, quedaron descartados dos italianos, Mario Monti (ex comisario de competencia en la Unión Europea) y Mario Draghi, actual presidente del banco central. En su caso, por decisión propia: aceptar el cargo habría equivalido a dar por hecha la caída del tambaleante gobierno encabezado por Romano Prodi.

“Tras la mediocre gestión de Rato, cualquiera hará mejor papel”, ironizaba el “Frankfurter allgemeine”. En cuanto al papel de los ministros económicos de la Eurozona, ha sido reivindicado públicamente por Jean-Claude Trichet, presidente del Banco central europeo.El domingo, el presidente Nicolad Sarkozy y la canciller Angela Merkel se pronunciaron por Strauss-Kahn, un virtual francoalemán. No obstante, el árbitro parece ser Jean-Claude Junker, que representa a una plaza extraterritorial (Luxemburgo) donde se lava dinero al por mayor.

Sea quien fuere el sucesor, tendrá una misión muy difìcil: convencer a los trece socios de la Eurozona de renunciar a sus bancas en la junta para reunirlas en una. En otra etapa, surgirá un problema aún más espinoso: la paulatina adopción, en la propia UE, del euro como moneda única y los compromisos a que ello obliga. A menos que una eventual reforma del tratado constitucional alivie ciertas exigencias ortodoxas.

Estados Unidos ha planteado un asiento único para la Eurozona, como condición para incorporar a China, India, Brasil y otros al directorio del Fondo Monetario. Otros asuntos a tratar en Bruselas incluyen el auge de compras apalancadas, las señales de crisis financiera en EE.UU., el abuso de instrumentos derivativos y la irrupción de países árabes –minúsculos pero ultralíquidos- como tomadores de activos en Occidente. En este plano, circula un trabajo reservado, atribuido al equipo otrora conducido por Alexandre Lamfaloussy, que asocia ese fenómeno al presumible agotamiento de las reservas de hidrocarburos en Levante.

Durante los contactos preliminares a la reunión de lunes y martes, quedaron descartados dos italianos, Mario Monti (ex comisario de competencia en la Unión Europea) y Mario Draghi, actual presidente del banco central. En su caso, por decisión propia: aceptar el cargo habría equivalido a dar por hecha la caída del tambaleante gobierno encabezado por Romano Prodi.

“Tras la mediocre gestión de Rato, cualquiera hará mejor papel”, ironizaba el “Frankfurter allgemeine”. En cuanto al papel de los ministros económicos de la Eurozona, ha sido reivindicado públicamente por Jean-Claude Trichet, presidente del Banco central europeo.El domingo, el presidente Nicolad Sarkozy y la canciller Angela Merkel se pronunciaron por Strauss-Kahn, un virtual francoalemán. No obstante, el árbitro parece ser Jean-Claude Junker, que representa a una plaza extraterritorial (Luxemburgo) donde se lava dinero al por mayor.

Sea quien fuere el sucesor, tendrá una misión muy difìcil: convencer a los trece socios de la Eurozona de renunciar a sus bancas en la junta para reunirlas en una. En otra etapa, surgirá un problema aún más espinoso: la paulatina adopción, en la propia UE, del euro como moneda única y los compromisos a que ello obliga. A menos que una eventual reforma del tratado constitucional alivie ciertas exigencias ortodoxas.

Estados Unidos ha planteado un asiento único para la Eurozona, como condición para incorporar a China, India, Brasil y otros al directorio del Fondo Monetario. Otros asuntos a tratar en Bruselas incluyen el auge de compras apalancadas, las señales de crisis financiera en EE.UU., el abuso de instrumentos derivativos y la irrupción de países árabes –minúsculos pero ultralíquidos- como tomadores de activos en Occidente. En este plano, circula un trabajo reservado, atribuido al equipo otrora conducido por Alexandre Lamfaloussy, que asocia ese fenómeno al presumible agotamiento de las reservas de hidrocarburos en Levante.

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