Euro todavía caro y un Banco Central Europeo impotente

Termina 2004 y los 12 adherentes a la moneda común, hoy minoría en la Comisión Europea, no saben qué hacer. Mientras, el BCE soporta crecientes presiones políticas sin ideas para manejar el “supereuro”. El suave rebote del dólar no alcanza.

14 diciembre, 2004

Hasta el momento, la retórica de los bancos centrales (que subsisten pese a que haya un solo emisor de moneda, el BCE) es mucho menos convincente que en septiembre de 2000. Por entonces, el ente intervenía –junto con la Reserva Federal y el Banco de Japón- para sostener el euro. Su valor promedio: apenas US$ 0,857. La primer de diciembre 2004 concluyó en US$ 1,34, aunque el proceso parecía menos caótico que hace cuatro años. Días después, “aflojaba” a US$ 1,325.

En verdad, el martes 7 el euro tocó algo más de US$ 1,344. En ese punto, Standard Chartered Bank pronosticaba otra intervención como la de 2000, pero recién si el euro llegase a US$ 1,35.

Mucho más proactivo y menos vacilante, el jueves 9, el emisor japonés salió a comprar dólares y llevó el precio de ¥ 102 a 105,40 en minutos. Por el contrario, el Banco Central Europeo –dominado por la estólida alta burocracia del Bundesbank- permaneció de brazos cruzados. Es más: algunos de sus ejecutivos preferirían esperar un euro a US$ 1,40 para moverse.

Poco antes, Alemania misma informaba que –durante el tercer trimestre- su producto bruto interno crecía a apenas 0,1% de ritmo anual y podía quedarse estabcado en el cuarto. El viernes, la propia Eurozona reiteraba que el PB regional seguía la senda germana, debido a vulnerabilidades por petróleo caro (pese a su repliegue), retracción económica global (dato que puso verdes a los estadígrafos del FMI) y –claro- el “supereuro”.

Hasta el momento, la retórica de los bancos centrales (que subsisten pese a que haya un solo emisor de moneda, el BCE) es mucho menos convincente que en septiembre de 2000. Por entonces, el ente intervenía –junto con la Reserva Federal y el Banco de Japón- para sostener el euro. Su valor promedio: apenas US$ 0,857. La primer de diciembre 2004 concluyó en US$ 1,34, aunque el proceso parecía menos caótico que hace cuatro años. Días después, “aflojaba” a US$ 1,325.

En verdad, el martes 7 el euro tocó algo más de US$ 1,344. En ese punto, Standard Chartered Bank pronosticaba otra intervención como la de 2000, pero recién si el euro llegase a US$ 1,35.

Mucho más proactivo y menos vacilante, el jueves 9, el emisor japonés salió a comprar dólares y llevó el precio de ¥ 102 a 105,40 en minutos. Por el contrario, el Banco Central Europeo –dominado por la estólida alta burocracia del Bundesbank- permaneció de brazos cruzados. Es más: algunos de sus ejecutivos preferirían esperar un euro a US$ 1,40 para moverse.

Poco antes, Alemania misma informaba que –durante el tercer trimestre- su producto bruto interno crecía a apenas 0,1% de ritmo anual y podía quedarse estabcado en el cuarto. El viernes, la propia Eurozona reiteraba que el PB regional seguía la senda germana, debido a vulnerabilidades por petróleo caro (pese a su repliegue), retracción económica global (dato que puso verdes a los estadígrafos del FMI) y –claro- el “supereuro”.

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