España: propuestas imprudentes y un rey bien informado

Las ideas en el ex oficialismo sobre postergar elecciones siguen en el tapete. Empezaron a circular por Internet el sábado, pero la casa real ya sabía algo. También tenía, desde el jueves mismo, datos serios sobre terroristas musulmanes.

18 marzo, 2004

Por supuesto, la propuesta llegó a la prensa por una denuncia concreta del director cinematográfico Pedro Almodóvar. Al presentar su nueva película, el martes último, dijo: “Gente del Partido Popular estaba tramando, el sábado por la noche, un golpe de estado”.

Según el realizador, durante el fin de semana un programa radial y varios foros en línea afirmaban que dirigentes oficialistas “estaban preparando dos comunicados para elevar a la firma del rey”. Se pedía a Juan Carlos I “decretar estado de emergencia y postergar las elecciones semanas o meses”.

Almodóvar fue más lejos. Sostuvo que la misma casa real rechazó la idea y la calificó de golpista (algo que luego reiteraron diarios italianos y franceses). El detonante del hipotético proyecto eran las manifestaciones masivas ante comités del PP y su lema “mintieron con nuestros muertos”. La histérica reacción de Mariano Rajoy –candidato luego derrotado- ante las protestas parece apuntar en ese sentido.

Varios analistas españoles e italianos estiman exagerada la denuncia de Almodóvar y la reacción de Rajoy (amenazó con demandarlo por injurias y calumnias al PP). No obstante, las atropelladas presiones del gobierno oficiales sobre medios en lengua castellana, portuguesa, inglesa e italiana –insistiendo en atribuir el ataque a ETA- revelaban una peligrosa nerviosidad, horas antes de los comicios. Ahora, hay en España una guerra entre medios, que intercambian acusaciones de complicidad con el gobierno.

Los entretelones de este asunto involucran a propio monarca. Según “Corriere della sera”, existió una “negativa preventiva de la corona, el sábado”, al intento gestado cerca de Aznar. Pero, además, Juan Carlos “había recibido datos sobre las pista islámica conversando con el rey moro, Mohámmed VI, y el principe saudí Shalmán”. En síntesis, la casa real estuvo informada antes y mejor que el gobierno y los medios españoles.

Al mismo tiempo, columnistas afectos a George W.Bush, con rara unanimidad, comparaban el triunfo socialista con el de Adolf Hitler en Múnich (1938). Al electorado español se lo identificada con Neville Chamberlain y a José María Aznar con Winston Churchill. Todavía el miércoles, el primer ministro Silvio Berlusconi insistía fogosamente en acusar a los vascos.

No para ahí el asunto. El miércoles, por BBCWorld, un iracundo Thomas DeLay –tejano, jefe de la mayoría republicana en la cámara baja- llegó hasta la insolencia. Calificó con inaudita dureza, aun en la derecha estadounidense, a los socialistas (que ganaron los comicios) y también a los diez millones que los votaron.

Por supuesto, la propuesta llegó a la prensa por una denuncia concreta del director cinematográfico Pedro Almodóvar. Al presentar su nueva película, el martes último, dijo: “Gente del Partido Popular estaba tramando, el sábado por la noche, un golpe de estado”.

Según el realizador, durante el fin de semana un programa radial y varios foros en línea afirmaban que dirigentes oficialistas “estaban preparando dos comunicados para elevar a la firma del rey”. Se pedía a Juan Carlos I “decretar estado de emergencia y postergar las elecciones semanas o meses”.

Almodóvar fue más lejos. Sostuvo que la misma casa real rechazó la idea y la calificó de golpista (algo que luego reiteraron diarios italianos y franceses). El detonante del hipotético proyecto eran las manifestaciones masivas ante comités del PP y su lema “mintieron con nuestros muertos”. La histérica reacción de Mariano Rajoy –candidato luego derrotado- ante las protestas parece apuntar en ese sentido.

Varios analistas españoles e italianos estiman exagerada la denuncia de Almodóvar y la reacción de Rajoy (amenazó con demandarlo por injurias y calumnias al PP). No obstante, las atropelladas presiones del gobierno oficiales sobre medios en lengua castellana, portuguesa, inglesa e italiana –insistiendo en atribuir el ataque a ETA- revelaban una peligrosa nerviosidad, horas antes de los comicios. Ahora, hay en España una guerra entre medios, que intercambian acusaciones de complicidad con el gobierno.

Los entretelones de este asunto involucran a propio monarca. Según “Corriere della sera”, existió una “negativa preventiva de la corona, el sábado”, al intento gestado cerca de Aznar. Pero, además, Juan Carlos “había recibido datos sobre las pista islámica conversando con el rey moro, Mohámmed VI, y el principe saudí Shalmán”. En síntesis, la casa real estuvo informada antes y mejor que el gobierno y los medios españoles.

Al mismo tiempo, columnistas afectos a George W.Bush, con rara unanimidad, comparaban el triunfo socialista con el de Adolf Hitler en Múnich (1938). Al electorado español se lo identificada con Neville Chamberlain y a José María Aznar con Winston Churchill. Todavía el miércoles, el primer ministro Silvio Berlusconi insistía fogosamente en acusar a los vascos.

No para ahí el asunto. El miércoles, por BBCWorld, un iracundo Thomas DeLay –tejano, jefe de la mayoría republicana en la cámara baja- llegó hasta la insolencia. Calificó con inaudita dureza, aun en la derecha estadounidense, a los socialistas (que ganaron los comicios) y también a los diez millones que los votaron.

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