Energía: Brasil, Venezuela, Bolivia y disidencias en Buenos Aires

Brasil vuelve a exportar electricidad a la Argentina, pero ahora cobrándole. Igual hará Bolivia. A su vez, Venezuela aceptará canje por carnes. Mientras, Enargás contradice al gobierno y sostiene a las empresas.

12 abril, 2004

Después del efímero auxilio de emergencia (apenas cuatro días), Brasil ha aceptado venderle electricidad a la Argentina. Pero a precio salado: Cammesa, la reguladora del mercado mayorista local, pagará alrededor de $ 72 por megavatio/hora. Vale decir, casi el triple de los $ 29 que se les abona a las proveedoras locales.

El caso de Bolivia es más complejo y depende de una negociación directa entre los presidentes Néstor Kirchner y Evo Morales. Para empezar, la exportación será de gas natural y correrá por cuenta de Petrobrás y Repsol YPF. Dados los nexos entre la primera y Brasilia, varios observadores creen que –antes o después del encuentro en la cumbre, postergado por la salud de Kirchner- también habrá contactos con el principal socio del Mercosur.

En tanto, Venezuela enviaría desde mayo a la Argentina 5.250.000 barriles de fuel oil y 250.000 de diesel oil. El propio mandatario del norte, Higo Chávez, reveló que –a cambio- arribarán a Caracas 25.000 novillos y vaquillonas.

En otro plano, hay obvias divergencias en el gobierno sobre tarifas de servicios y combustibles. Kirchner y sus fieles no quieren saber nada de aumentos –actualizaciones, en realidad-, por lo menos hasta que su gestión cumpla el primer año (25 de mayo). En cuanto a Roberto Lavagna y otros funcionarios económicos, sostienen que el virtual congelamiento ha durado demasiado y hoy agudiza el déficit de suministros o insumos, derivado de una larga sequía que afecta a represas hidroeléctricas en todo el Mercosur.

Signo de las disidencias es el último informe del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargás), que contradice al propio Kirchner. Según el trabajo –en teoría reservado-, “las empresas cumplieron con los contratos hasta 2002. Luego, la pesificación frenó sus inversiones”. En realidad, la Casa Rosada dice lo mismo, sólo que sin justificar la actitud de las compañías, que soslayaron compromisos invocando la crisis cambiaria.

Llamativamente deslizado a medios afectos al sector privado, el informe señala que las empresas dejaron de invertir, por cierto, al congelarse las taridas (en realidad, al pesificárselas). Otro dato curioso es que Enargás, un organismo público, haya salido a replicar a la Auditoría General de la Nación.

Ésta había difundido un análisis crítico sobre las compañías. Ahora, el ente actúa como virtual vocero de ellas, algo que podría tener repercusiones administrativas y judiciales. Políticas, también, si es que el Enargás opera en tándem con Lavagna.

Después del efímero auxilio de emergencia (apenas cuatro días), Brasil ha aceptado venderle electricidad a la Argentina. Pero a precio salado: Cammesa, la reguladora del mercado mayorista local, pagará alrededor de $ 72 por megavatio/hora. Vale decir, casi el triple de los $ 29 que se les abona a las proveedoras locales.

El caso de Bolivia es más complejo y depende de una negociación directa entre los presidentes Néstor Kirchner y Evo Morales. Para empezar, la exportación será de gas natural y correrá por cuenta de Petrobrás y Repsol YPF. Dados los nexos entre la primera y Brasilia, varios observadores creen que –antes o después del encuentro en la cumbre, postergado por la salud de Kirchner- también habrá contactos con el principal socio del Mercosur.

En tanto, Venezuela enviaría desde mayo a la Argentina 5.250.000 barriles de fuel oil y 250.000 de diesel oil. El propio mandatario del norte, Higo Chávez, reveló que –a cambio- arribarán a Caracas 25.000 novillos y vaquillonas.

En otro plano, hay obvias divergencias en el gobierno sobre tarifas de servicios y combustibles. Kirchner y sus fieles no quieren saber nada de aumentos –actualizaciones, en realidad-, por lo menos hasta que su gestión cumpla el primer año (25 de mayo). En cuanto a Roberto Lavagna y otros funcionarios económicos, sostienen que el virtual congelamiento ha durado demasiado y hoy agudiza el déficit de suministros o insumos, derivado de una larga sequía que afecta a represas hidroeléctricas en todo el Mercosur.

Signo de las disidencias es el último informe del Ente Nacional Regulador del Gas (Enargás), que contradice al propio Kirchner. Según el trabajo –en teoría reservado-, “las empresas cumplieron con los contratos hasta 2002. Luego, la pesificación frenó sus inversiones”. En realidad, la Casa Rosada dice lo mismo, sólo que sin justificar la actitud de las compañías, que soslayaron compromisos invocando la crisis cambiaria.

Llamativamente deslizado a medios afectos al sector privado, el informe señala que las empresas dejaron de invertir, por cierto, al congelarse las taridas (en realidad, al pesificárselas). Otro dato curioso es que Enargás, un organismo público, haya salido a replicar a la Auditoría General de la Nación.

Ésta había difundido un análisis crítico sobre las compañías. Ahora, el ente actúa como virtual vocero de ellas, algo que podría tener repercusiones administrativas y judiciales. Políticas, también, si es que el Enargás opera en tándem con Lavagna.

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