En Washington, pasó el plan Obama pero con muchas dudas
Por una parte, el éxito inicial de los estímulos chinos (US$ 590.000 millones en un año) reivindica al presidente de EE.UU. contra la alianza Wall Street-republicanos. Por la otra, el paquete empalidece ante los dos billones asignados a rescate de bancos.
14 febrero, 2009
<p>En apariencia, los estímulos votados se alejan 6,1% del paquete original (US$ 838.000 contra 787.000 millones). A diferencia de éste, desgravaciones y otros factores tributarios -281.000 millones- son muy inferiores a los gastos y asistencia social, US$ 506.000 millones. Por otro lado, este paquete dura dos años, el doble que el chino.<br />
<br />
Barack Obama apuesta fuerte por la recreación de 3.500.000 puestos laborales. Pero esto comenzará a sentirse en 2010, en tanto un grupo de bancos norteamericanos y europeos teme que la recesión que afecta las economías centrales recién afloje en 2011. Pero este horizonte atañe más la Eurozona, cuyo producto bruto colectivo cederá no menos de 1,3% este año. <br />
<br />
Sin duda, en números la Casa Blanca logró lo buscado. Sin embargo, los estímulos resultan insuficientes, comparado con el súbito mega-megarrescate por dos billones (millones de millones) al negocio financiero, 54% superior al paquete. Por ende, Timothy Geithner (hacienda) obtiene bastante más dinero del conseguido por Obama.<br />
<br />
Para colmo, los eventuales beneficiarios y sus medios se manifiestan decepcionados. Ahí obran motivos políticos. En vez de asumir sus enormes responsabilidades por los peores ocho años de gestión, los republicanos –inclusive el mismo John McCain que se abrazaba a Obama en la asunción- aprovecharon su minoría senatorial y un reglamento anacrónico para presionar por desgravaciones impositivas similares a las de George W.Bush.<br />
<br />
O sea, favorable a dividendos bursátiles y las clases alta y media alta. En ambos estamentos militan ejecutivos –como Johan Thain, de Merrill Lynch- hoy zamarreados en el Congreso por sus escandalosas remuneraciones. ¿Qué había ocurrido? Simple: los legisladores de la actual oposición fueron disciplinados por la ultraderecha religiosa (cristiana, judíos) vía una interna que manejan Karl Rove –eminencia gris de Bush- y Richard Cheney. Ese sector afirma controlar cuatro millones de votos y ser clave para la reelección de legisladores.<br />
<br />
En la otra banda, los demócratas no supieron usar el casi billón gastado en dos guerras (Irak, Afganistán) para desvirtuar argumentos republicanos que hablaban de derroche. Tampoco hubo líderes que cuestionaran la pasividad de legisladores que no han pedido juicio político a Henry Paulson. No es casual que la oposición no critique el megarrescate II o no pida el despido del indio Neel Kashkari, hombre de Goldman Sachs todavía a cargo de programa pro alivio de activos tóxicos (TARP en inglés).</p>
<p><br />
</p>