En Ucrania, las elecciones tienen a complicarlo todo

El filorruso Víktor Yanukóvich obtuvo 35,5% del voto. Pero Yúliya Tymochenko, enemiga personal de Vladyímir Putin (32%) puede aliarse con Víktor Yushchenko (14%) en el parlamento y obtener la jefatura del próximo gobierno.

1 octubre, 2007

En Rusia, no hacen falta comicios mientras Putin controle los tres poderes y mantenga 70% de apoyo en las encuestas. En Bielorrusia, ni siquiera pierden el tiempo en gestos republicanos ajenos al espíritu eslavo. Al contrario, en Ucrania las elecciones son democráticas, pero el país está partido en dos y el voto no logra recomponerlo.

Por supuesto, un pacto Tymoshenko-Yushchenko crearía una cómoda mayoría prooccidental y favorable a negociar con la Unión Europea. Pero, aun si no lograse reconstituir su mayoría simple, Yanukóvich no se resignará fácilmente a perder el control del poder ejecutivo. Mucho menos sus dos puntales rusos, Putin y Gazprom (instrumento geopolítico, amén del mayor monopolio gasífero estatal del mundo).

Octubre –o todavía septiembre en el calendario juliano- empieza en medio de tensiones. Kíyev es reducto de Ucrania occidental. Representa a los católicos ortodoxos que acatan al patriarcado local, no a Moscú, y a los católicos uniatas afines a Roma. Ambos grupos hablan ucraniano. Jarkov, al noreste, reúne a quienes hablan ruso y siguen a Moscú; sea a Putin, sea al patriarca. Para mayor abundancia, por lo menos 50% de todos lo ucranianos no practican religión alguna.

En los papeles, la clave es la alianza entre Autodefensa popular (Tymoshenko) y Ucrania nuestra (Yushchenko). Por su parte, Yanukóvich encabeza el partido de las Regiones. Si Yushchenko no ha podido mejorar los resultados de comicios anteriores es porque pactó con el diablo (Gazprom) y nombró primer ministro en 2007 a Yanukóvich.

Mientras el escaso aporte del partido Comunista prorruso (3%) no cambia nada, sí puede hacerlo el nuevo discurso de Tymoshenko. Autoproclamada en 2005 “la pasionaria color naranja”, hoy asegura que será “una Margaret Thatcher eslava”. Esto apunta a dos destinatarios: la UE y Gerhard Schröder, ex canciller alemán, gestor de negocios en Gazprom y operador político directo de Putin. Pero cualquier acercamiento ucraniano hacia la UE chocará con Polonia, Rumania y Francia, a quienes aterra el tamaño de Ucrania (605.000 km2, 60 millones de habitantes).

En Rusia, no hacen falta comicios mientras Putin controle los tres poderes y mantenga 70% de apoyo en las encuestas. En Bielorrusia, ni siquiera pierden el tiempo en gestos republicanos ajenos al espíritu eslavo. Al contrario, en Ucrania las elecciones son democráticas, pero el país está partido en dos y el voto no logra recomponerlo.

Por supuesto, un pacto Tymoshenko-Yushchenko crearía una cómoda mayoría prooccidental y favorable a negociar con la Unión Europea. Pero, aun si no lograse reconstituir su mayoría simple, Yanukóvich no se resignará fácilmente a perder el control del poder ejecutivo. Mucho menos sus dos puntales rusos, Putin y Gazprom (instrumento geopolítico, amén del mayor monopolio gasífero estatal del mundo).

Octubre –o todavía septiembre en el calendario juliano- empieza en medio de tensiones. Kíyev es reducto de Ucrania occidental. Representa a los católicos ortodoxos que acatan al patriarcado local, no a Moscú, y a los católicos uniatas afines a Roma. Ambos grupos hablan ucraniano. Jarkov, al noreste, reúne a quienes hablan ruso y siguen a Moscú; sea a Putin, sea al patriarca. Para mayor abundancia, por lo menos 50% de todos lo ucranianos no practican religión alguna.

En los papeles, la clave es la alianza entre Autodefensa popular (Tymoshenko) y Ucrania nuestra (Yushchenko). Por su parte, Yanukóvich encabeza el partido de las Regiones. Si Yushchenko no ha podido mejorar los resultados de comicios anteriores es porque pactó con el diablo (Gazprom) y nombró primer ministro en 2007 a Yanukóvich.

Mientras el escaso aporte del partido Comunista prorruso (3%) no cambia nada, sí puede hacerlo el nuevo discurso de Tymoshenko. Autoproclamada en 2005 “la pasionaria color naranja”, hoy asegura que será “una Margaret Thatcher eslava”. Esto apunta a dos destinatarios: la UE y Gerhard Schröder, ex canciller alemán, gestor de negocios en Gazprom y operador político directo de Putin. Pero cualquier acercamiento ucraniano hacia la UE chocará con Polonia, Rumania y Francia, a quienes aterra el tamaño de Ucrania (605.000 km2, 60 millones de habitantes).

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