En Siria, se agota el tiempo del clan Asad

En varios sentidos, el dilema de fondo no es cómo frenar el baño de sangre sirio. Al igual que en Libia, la clave reside en el destino personal de Bashar al-Asad, cuya terquedad lo pone al nivel del difunto caudillo Muammar Ghadafi.

21 febrero, 2012

<p>En verdad, ya casi nadie alberga la esperanza de que Bashar y sus parientes puedan o quieran reformar la brutal presidencia vitalicia creada en 1970 por su padre Hafez y legada al hijo en 2000. Miles de soldados, civiles y hasta ni&ntilde;os masacrados durante meses les han cerrado las puertas a transacciones viables.<br />
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Una primera salida ser&iacute;a continuar matando a rebeldes y sus familias. Eso intentaron los Ghadafi. Al ra&rsquo;is lo detuvo la Organizaci&oacute;n del Tratado Noratl&aacute;ntico, pero &ndash;como Asad lo sabe bien- las potencias occidentales no le har&aacute;n la guerra. Mientras, cada vez que se aplican nuevas sanciones el presidente y sus hermanos recrudecen las masacres.<br />
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No obstante, la familia sabe que la represi&oacute;n por s&iacute; sola no puede mantenerse indefinidamente. Una peculiaridad del Islam es el fatalismo y eso fomenta la creciente violencia en ambos bandos. Paralelamente, la Liga &Aacute;rabe y muchos pa&iacute;ses est&aacute;n entregando armas y pertrechos a los insurrectos. Los escasos aliados de Siria (China, Rusia, Ir&aacute;n) no parecen dispuestos a llegar, por ejemplo, a enviar voluntarios.<br />
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Otra salida es negociar, pero &iquest;con qui&eacute;nes? La oposici&oacute;n comprende un conjunto de facciones tan fluido como no coordinado. Su &uacute;nica causa en com&uacute;n es acabar con la familia Asad. Una tercera opci&oacute;n es tratar con los de afuera, vale decir la Liga &Aacute;rabe, la Uni&oacute;n Europea, China y Rusia. A cambio, Asad podr&aacute; asegurar &ndash;mediante esa mediaci&oacute;n m&uacute;ltiple- reformas pol&iacute;ticas que involucren compartir el poder en Damasco.<br />
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Por supuesto, carece de sentido esperar que esos negociadores no vayan a plantear s&oacute;lidas garant&iacute;as. Adem&aacute;s, el dictador sabe que ceder algo de poder implica perderlo todo, como le sucedi&oacute; a Hosni Mubarak.<br />
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Ahora bien, &iquest;se preguntar&aacute;n los Asad si, habiendo sabido ad&oacute;nde lo llev&oacute; la intransigencia del caudillo libio, mantendr&aacute;n la suya hasta el fin? Por cierto al fin parte de los Ghadafi buscaba una tregua con desesperaci&oacute;n, pero era demasiado tarde. Tampoco pueden los sirios emular la cautela de otro ex presidente vitalicio, el yemen&iacute; Abdul&rsquo;l&aacute; Al&iacute; Saleh.<br />
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Entretanto, la familia Asad tiene hoy un problema nuevo: &iquest;ad&oacute;nde escapar? En la UE aguarda la corte internacional de La Haya. Al otro extremo del abanico, esperan exilios en Ir&aacute;n, Rusia o China. Otro dilema es qui&eacute;nes subir&aacute;n al avi&oacute;n. El hermano m&aacute;s fuerte de Bashar maneja el aparato represivo y la hermana es una especie de Pasionaria que pide m&aacute;s sangre. Este tipo de problemas fogonea un rumor: si la familia presidencial resuelve huir, sus propios allegados se lo impedir&aacute;n: o se salvan o caen todos.</p>
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