En realidad, George W. Bush le deja a Barack Obama un déficit de US$ 1,2 billones, 8,3% del PBI
Al equipo ejecutivo no lo impresiona gran cosa ese almuerzo entre el actual, el futuro y tres pasados presidentes. Ese mismo miércoles, Obama supo que el ejercicio fiscal 2008/9 dará 164% más rojo que 2l de de 2007/8 (US$ 455.000 millones).
8 enero, 2009
El distendido anfitrión del salón oval dejará el cargo durante el segundo trimestre de un presupuesto fatídico, cuyo déficit alcanzará US$ 1,2 billones a fin de septiembre. En dólares constantes, el mayor desde la II guerra mundial. Ante semejante perspectiva ¿qué hará el gobierno entrante? <br />
<p> Al parecer, la gente de Obama se basa en una convicción: los inversores internacionales públicos –en esencia, China, Japón, Taiwán, la península arábiga- y privados seguirán comprando deuda externa norteamericana si ven actitudes drásticas, no exceso de cautela, en materia económica. En cuanto a la nueva proyección negativa, la entregó la oficina presupuestaria del congreso, que hasta diciembre solía convalidar el optimismo republicano.</p>
<p> En síntesis, el rojo de ejercicio en curso representará 8,3% del producto bruto interno. Muy por encima del récord relativo de 1983, que era 6% del mismo parámetro. Por entonces, Ronald Reagan era presidente y, desde la Reserva Federal, Paul Volcker fogoneaba la misma “revolución conservadora” hecha polvo por ocho años de Bush y dos sucesores de PV, Alan Greenspan, Benjamin Bernanke.</p>
<p> Ese contexto explica que, por una parte, Paul Krugman, economista sistémico y Nobel 2008, se asuste de las promesas fiscales demócratas. Por la otra, queda claro que el presidente electo no se forja ilusiones sobre la economía que le dejan ocho años de gestión republicana. Síntesis de la peor herencia legada a un presidente norteamericano es ese rojo presupuestario de US$ 1,2 billones. En efecto, Krugman teme que las futuras desgravaciones tributarias se asemejen demasiado a los regalos de Bush a las clases alta y media alta. Es decir, que no beneficien a los estamentos en relación de dependencia ni a los deudores hipotecarios. La renuencia a dar crédito, manifiesta en bancos rescatados con dinero del contribuyente –con Citigroup al frente-, apunta en aquel sentido.</p>
<p> Sin decirlo explícitamente, el economista clintoniano parece desconfiar de ortodoxos como Timothy Geithner (sucesor de Henry Paulson en hacienda y hombre de la Reserva Federal) o Volcker, cuya larga gestión al frente de la RF (1978/87) fue por demás neoclásica. Obama mismo admite que aquel brutal déficit limita su propio campo de acción. “Ese peso –señalaba el martes- nos planteará duras disyuntivas en cuando a opciones y equilibrios entre política fiscal y estímulos a la economía real”.</p>
<p> El presidente electo aludía a los US$ 700/775.000 millones en grandes proyectos infraestructurales, desgravaciones y asistencia social. En otras palabras, las bases keynesianas de su plan. Las rebajas impositivas, por ejemplo (310.000 millones), debieran llegar a familias con ingresos inferiores a US$ 150/200.000 anuales. O sea, las clases media y media baja, cuyos gastos vienen achicándose peligrosamente.</p>
<p> Entretanto, la Eurozona emite inesperadas señales deflatorias. Según EuroStat (el Indec regional, pero serio), la inflación minorista cedió de 2,1% anual en noviembre a 1,6% en diciembre, el punto mínimo desde octubre de 2006. Esto debiera persuadir a Jean-Claude Trichet (Banco Central Europeo) para bajar de 2,5 a 2% anual, por lo menos, la tasa básica, en la reunión del jueves 15. Por supuesto, con tipos referenciales entre 0,25 y 0,5% anual y una paridad euro-dólar volátil, la Reserva Federal ya no puede hacer más. </p>