En EE.UU. cada contribuyente debe ya más de US$ 130.110

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Al 31 de julio, se estima en US$ 14,5 billones el déficit fiscal, o sea poco más del tope en el endeudamiento (14,3 billones) que vence el martes 2 de agosto. Cada uno de los 312 millones de habitantes afrontaba un rojo que roza US$ 46.660.

<p>Este juego estad&iacute;stico tiene un ingrediente poco tranquilizador: el producto bruto interno (US$ 14,8 billones) disputa el liderazgo con el d&eacute;ficit y el techo de endeudamiento. Ahora bien, los fan&aacute;ticos del <em>Tea Party </em>centran presiones en gastos m&eacute;dicos (U$S 823.460 millones), seguridad social (715.940 millones) y jubilaciones (213.100 millones). Pero no objetan los costos b&eacute;licos (702.220 millones) ni los intereses de la deuda (214.000 millones).<br />
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Naturalmente, esas cifras incluyen o trasuntan cuatro claves del estancamiento nacional: la deuda, las guerras, las tasas irrisorias y un presidente que pierde autoridad d&iacute;a a d&iacute;a. Los ultras republicanos pueden ser un quinto factor, pero tienden a perder credibilidad: Wall Street les solt&oacute; la mano y su adalid, Rupert Murdoch, pasa p&eacute;simos momentos.<br />
En este contexto tambi&eacute;n pesa la codiciosa banca privada, particularmente la de inversi&oacute;n, sentada sobre US$ 2 billones. Esto diferencia el potencial cese de pagos norteamericano de los afrontados en 1997/8 por el sudeste asi&aacute;tico, Rusia o Turqu&iacute;a y por Argentina hace diez a&ntilde;os.<br />
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Por cierto, la din&aacute;mica de esta emergencia est&aacute; plena de variables, comenzando por la crisis sist&eacute;mica occidental de 2007/09 y la recesi&oacute;n de 2008/10, hoy en tren de repetirse. No s&oacute;lo en EE.UU. sino tambi&eacute;n en la Eurozona. No es casual que Brasil haya apercibido al Fondo Monetario Internacional por malgastar dinero en Grecia. Tampoco lo es que Beijing haya sumado ya tres &ldquo;retos&rdquo; a Washington.<br />
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Otro s&iacute;ntoma se agrega a la lista. El famoso Tea party es una minor&iacute;a m&aacute;s ruidosa que efectiva: sesenta diputados y cinco senadores. Pero la confusi&oacute;n imperante en los bloques dem&oacute;crata y republicano les da aire a los ultras y, de paso, acent&uacute;a las vacilaciones de Barack Obama. Se trata del mismo presidente que, este domingo, busca una soluci&oacute;n in extremis. <br />
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Una ojeada a la historia reciente muestra que EE.UU. no ha caracterizado por la disciplina presupuestaria. Ronald Reagan (1981/9) debi&oacute; subir el techo de la deuda federal dieciocho veces, o sea m&aacute;s del doble de ejercicios fiscales. George H.W.Bush (1989/93) prosigui&oacute; la carrera (cuatro incrementos).<br />
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Bush hijo volvi&oacute; a elevar los techos luego de un excepcional per&iacute;odo de austeridad (Bill Clinton, 1993/2001), que le dej&oacute; al sucesor un super&aacute;vit de US$ 296.000 millones, hecho polvo por las guerras de Irak y Afganist&aacute;n-Pakist&aacute;n. Como se ve, desde los a&ntilde;os 80 los republicanos han sido fieles cultores de la dispendiosidad presupuestaria, detalle que el Tea party no tiene en cuenta, pero los dem&oacute;cratas parecen incapaces de explotar a su favor.<br />
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