<p>Este juego estadístico tiene un ingrediente poco tranquilizador: el producto bruto interno (US$ 14,8 billones) disputa el liderazgo con el déficit y el techo de endeudamiento. Ahora bien, los fanáticos del <em>Tea Party </em>centran presiones en gastos médicos (U$S 823.460 millones), seguridad social (715.940 millones) y jubilaciones (213.100 millones). Pero no objetan los costos bélicos (702.220 millones) ni los intereses de la deuda (214.000 millones).<br />
<br />
Naturalmente, esas cifras incluyen o trasuntan cuatro claves del estancamiento nacional: la deuda, las guerras, las tasas irrisorias y un presidente que pierde autoridad día a día. Los ultras republicanos pueden ser un quinto factor, pero tienden a perder credibilidad: Wall Street les soltó la mano y su adalid, Rupert Murdoch, pasa pésimos momentos.<br />
En este contexto también pesa la codiciosa banca privada, particularmente la de inversión, sentada sobre US$ 2 billones. Esto diferencia el potencial cese de pagos norteamericano de los afrontados en 1997/8 por el sudeste asiático, Rusia o Turquía y por Argentina hace diez años.<br />
<br />
Por cierto, la dinámica de esta emergencia está plena de variables, comenzando por la crisis sistémica occidental de 2007/09 y la recesión de 2008/10, hoy en tren de repetirse. No sólo en EE.UU. sino también en la Eurozona. No es casual que Brasil haya apercibido al Fondo Monetario Internacional por malgastar dinero en Grecia. Tampoco lo es que Beijing haya sumado ya tres “retos” a Washington.<br />
<br />
Otro síntoma se agrega a la lista. El famoso Tea party es una minoría más ruidosa que efectiva: sesenta diputados y cinco senadores. Pero la confusión imperante en los bloques demócrata y republicano les da aire a los ultras y, de paso, acentúa las vacilaciones de Barack Obama. Se trata del mismo presidente que, este domingo, busca una solución in extremis. <br />
<br />
Una ojeada a la historia reciente muestra que EE.UU. no ha caracterizado por la disciplina presupuestaria. Ronald Reagan (1981/9) debió subir el techo de la deuda federal dieciocho veces, o sea más del doble de ejercicios fiscales. George H.W.Bush (1989/93) prosiguió la carrera (cuatro incrementos).<br />
<br />
Bush hijo volvió a elevar los techos luego de un excepcional período de austeridad (Bill Clinton, 1993/2001), que le dejó al sucesor un superávit de US$ 296.000 millones, hecho polvo por las guerras de Irak y Afganistán-Pakistán. Como se ve, desde los años 80 los republicanos han sido fieles cultores de la dispendiosidad presupuestaria, detalle que el Tea party no tiene en cuenta, pero los demócratas parecen incapaces de explotar a su favor.<br />
</p>
<p> </p>
<p> </p>
En EE.UU. cada contribuyente debe ya más de US$ 130.110
Al 31 de julio, se estima en US$ 14,5 billones el déficit fiscal, o sea poco más del tope en el endeudamiento (14,3 billones) que vence el martes 2 de agosto. Cada uno de los 312 millones de habitantes afrontaba un rojo que roza US$ 46.660.