En carta al padre (Bagdad, 4-XII-1921), Bell señalaba: “Pasé una mañana dibujando en el mapa los confines meridionales del desierto iraquí”. En marzo del mismo año, Lawrence y la “temible arqueóloga” persuadieron a Winston Churchill de que era preciso crear “un estado satélite de la corona en el Irak arabí”. El entonces jefe del almirantazgo había resuelto pasar del carbón a la nafta como combustible naviero. <br />
<p> Churchill tenía desde 1917 –cuando era secretario de colonias- en la mira los vastos yacimientos de hidrocarburos en las entonces provincias del sudeste otomano, Basora, Bagdad y Mosul. Más Omán y los emiratos árabes del golfo. Se resolvió pues hacer un reino “independiente” en la Mesopotamia, que se entregaría a Feisal, emir hijo del jeque hashemita de La Meca. Hasta se hizo un “referendo popular” estilo Saddam Huséin.</p>
<p> Con Lawrence de regreso en Inglaterra (1922), Bell se quedó como eminencia gris del Irak. Perdió parte de influencia cuando Feisal demostró no ser tan dócil y retornó a la arqueología fundando el museo babilónico de Bagdad. La gente la trataba de “katum” (gran señora) y se inclinaba a su paso. Murió en 1926, a los 58 años –quizá por sobredosis de barbitúricos- y está sepultaba en esa ciudad. Lawrence la sobrevivió nueve años, pero era veinte más joven.</p>
<p> Bell era sobrina de un embajador inglés en Persia, que la llevó consigo. La graduada de Oxford aprendió farsí, arameo y arameo. Ya durante la Gran Guerra, Londres decidió aprovechar el nacionalismo árabe para luchar contra el Imperio Otomano, aliado de Alemania y Austria-Hungría. Resultado: se desmembraron dos estado multiétnicos, lo cual generó una marquetería inestable en Europa central, los Balcanes y Asia occidental, cuyo corolario sería la II guerra mundial. De paso, se desmoronaba el imperio británico, proceso iniciado en Egipto (1922) e Irak (1932).</p>
<p> Alma de la oficina árabe del Cairo, junto a Lawrence, entró con las tropas inglesas en Basora (1916) y Bagdad (1917). Pero la dama detestaba a los shi’íes, tanto en Irak como en Persia, cuya zona meridional estaba controlada por Londres, inclusive el Irak adyemí. Tampoco simpatizaba con los kurdos, a quienes en 1920 el tratado de Sèvres les prometía un estado sobre el sudeste turco, el norte iraquí y el noroeste iraní. A casi ochenta años de ese momento, la retirada anglonorteamericana puede rearmar Irak en tres autonomías: norte kurdo, centrooeste sunní, centroeste y sur shi’íes. </p>
En 2009 quizás empiece a desarmarse Irak, inventado por una inglesa
No fue el soñador Thomas E.Lawrence (1888/935), sino la realista Gertrude M.Bell (1868/926) quien juntó tres provincias otomanas Mosul. Bagdad, Basora- y creó Irak. Cumplía órdenes de Gran Bretaña, que buscaba asegurarse acceso al petróleo.