El poder se desplazó del viejo G 7 a un grupo más amplio de protagonistas
Lo más relevante de la reunión del G 20 es que emergió una nueva constelación de países que integran desde ahora una nueva élite que resolverá de modo distinto al usual hasta ahora la actual crisis global, y reescribirá los mecanismos de la cooperación
17 noviembre, 2008
Con tanta expectativa previa, cualquier resultado sería decepcionante. Lo que tenía una buena cuota de injusticia, ya que no era serio pensar que una reformulación integral del sistema financiero mundial tendría lugar en el primer encuentro entre países centrales y emergentes, después del estallido de la crisis.
Especialmente cuando el presidente de la nación que desató la crisis está a punto de ser reemplazado por el candidato triunfante en los comicios de principios de mes.
Sin embargo, y a pesar de las quejas de quienes hubieran preferido un minucioso detalle de medidas a tomar, el comunicado final del G 20 tiene bastante más que palabrerío diplomático.
Además de prometer acción inmediata y coordinada entre los países asistentes, hay una agenda de reformas para cuando se vuelvan a reunir el 30 de abril próximo. Tal vez lo más interesante (y Brasil pujó fuerte en esta dirección) fue la intención de resucitar la Ronda de Doha antes de este fin de año y evitar cualquier resurgimiento proteccionista.
Japón, país que acaba de ingresar oficialmente en recesión, prometió un préstamo especial de US$ 100 mil millones para que el FMI amplíe su capacidad de asistencia.
Lo que quedó definitivamente en claro es que el poder se desplazó del exclusivo grupo del G7 a un núcleo más significativo de protagonistas de primer orden. En consecuencia, habrá una transformación radical sobre los mecanismos de cooperación internacional.
Mientras Nicolás Sarkozy de Francia y Gordon Brown de Gran Bretaña se disputan la paternidad de la iniciativa, lo cierto que es que la lista de los 20 asistentes es impresionante, revela nuevas fuentes de poder, y concentra 90% del producto bruto planetario.
Con tanta expectativa previa, cualquier resultado sería decepcionante. Lo que tenía una buena cuota de injusticia, ya que no era serio pensar que una reformulación integral del sistema financiero mundial tendría lugar en el primer encuentro entre países centrales y emergentes, después del estallido de la crisis.
<p> Especialmente cuando el presidente de la nación que desató la crisis está a punto de ser reemplazado por el candidato triunfante en los comicios de principios de mes.</p>
<p> Sin embargo, y a pesar de las quejas de quienes hubieran preferido un minucioso detalle de medidas a tomar, el comunicado final del G 20 tiene bastante más que palabrerío diplomático.</p>
<p> Además de prometer acción inmediata y coordinada entre los países asistentes, hay una agenda de reformas para cuando se vuelvan a reunir el 30 de abril próximo. Tal vez lo más interesante (y Brasil pujó fuerte en esta dirección) fue la intención de resucitar la Ronda de Doha antes de este fin de año y evitar cualquier resurgimiento proteccionista. </p>
<p> Japón, país que acaba de ingresar oficialmente en recesión, prometió un préstamo especial de US$ 100 mil millones para que el FMI amplíe su capacidad de asistencia.</p>
<p> Lo que quedó definitivamente en claro es que el poder se desplazó del exclusivo grupo del G7 a un núcleo más significativo de protagonistas de primer orden. En consecuencia, habrá una transformación radical sobre los mecanismos de cooperación internacional.</p>
<p> Mientras Nicolás Sarkozy de Francia y Gordon Brown de Gran Bretaña se disputan la paternidad de la iniciativa, lo cierto que es que la lista de los 20 asistentes es impresionante, revela nuevas fuentes de poder, y concentra 90% del producto bruto planetario. </p>