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<p>Entre los factores positivos cabe mencionar mejores balances en industria y tecnología (dos factores denotados este mes Wall Street), cierta estabilización inmobiliaria y menor ritmo de despidos. También se amesetan las inversiones en la economía real.<br />
Por supuesto, la clave de casi todo –cuidadosamente soslayada por los gurúes bursátiles- reside en el programa de estímulos sistémicos por US$ 787.000 millones lanzado en marzo. El gasto público es su punto nodal, junto con mejoras en materia social.<br />
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Pero no todo es miel sobre hojuelas: el gasto de las familias –que abarca el consumo- descendió 1,2%. Esto tiene una contrapartida positiva: al cabo de generaciones, los norteamericanos ahorraron más de 5% de sus ingresos disponibles.<br />
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Sea como fuere, a varios analistas los preocupa que la demanda del público (70% del PBI) no reaccione. Esto refleja la escasa voluntad del sector privado –donde Obama no es popular-, perceptible en la persistente eliminación de empleo y la rebaja de salarios. Ambos síntomas se explican (señala Robert Reich) por el bajo grado de sindicalización imperante en EE.UU. <br />
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El extenso informe difundido por el departamento federal de comercio contiene otros contrastes. Por ejemplo, en el primer trimestre el PBI se contrajo en 6,4% anual, no el 5,5% calculado en abril. Para reducir un desempleo de 9,5% en junio, sería preciso 3% de crecimiento y recrear 300/400.000 puestos laborales por mes. No será fácil.</p>
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El PBI de EE.UU. bajó menos que todos los pronósticos
El producto bruto interno declinó en abril-junio a razón de 1% anual, contra estimaciones de 1,5%. Ello sugiere que se ameseta la peor recesión desde los años 30 y convalida el cauto optimismo mostrado el martes por Barack Obama.