El mensaje del voto bronca

El resultado de las elecciones legislativas refleja la falta de respuestas del Gobierno a la crisis económica y condiciona la segunda mitad de la gestión del presidente De la Rúa.

15 octubre, 2001

(NA).- El alto caudal del denominado “voto bronca” en gran parte de la geografía del país dejó a la claras el mensaje de una población que requiere cambios políticos y un giro en los asuntos económicos, en un momento de una crisis recesiva sin precedentes y niveles récord de desocupación y pobreza.

Tras el veredicto de las urnas, el presidente Fernando de la Rúa comienza la segunda etapa de su mandato con su poder político esmerilado, que llevará a su gobierno a encarar una carrera contra el tiempo para lograr éxito económicos que se le negaron en forma sistemática durante los dos primeros años de gestión.

Desde ya el contexto internacional no ayudará a la Argentina, porque sigue latente la amenaza de una crisis recesiva global, tras los atentados del 11 de septiembre, y porque las miradas de las potencias se dirigen hacia las acciones bélicas en Medio Oriente.

El mensaje de los votantes no dio espacio para dobles lecturas: la gran mayoría llamó a un cambio en la orientación de políticas para que la proa oficial se oriente al crecimiento económico y a la creación de fuentes de trabajo.

En este marco es que se prepara para las próximas horas una batería de medidas que apuntarán a un cambio de expectativas por parte de la gente y también a mantener sin fisuras las piedras basales del esquema: la convertibilidad y el déficit cero.

Las urgencias del Gobierno son ahora mayores porque en lo más alto del poder saben de sobra que todo se hará mucho más difícil a partir del 10 diciembre que viene.

A partir de ese día, el Gobierno tendrá las dos cámaras legislativas en contra e ingresarán al Senado muchos pesos pesados de la política, con amplio predicamento en sus partidos, quienes seguramente presionarán por cambios drásticos no sólo en las líneas del programa económico, sino también en los hombres encargados de ejecutarlo.

Precisamente, Domingo Cavallo resultó cuestionado con dureza por casi todo el arco político durante los cruentos fragores de la campaña electoral y el ministro terminó con parte de su poder desgastado y sólo podrá recuperar oxígeno si puede demostrar en poco tiempo resultados concretos.

Sólo si la gente ve que las nuevas disposiciones oficiales apuntan a mejorar su poder de compra y no a recortalo, como pasó en los últimos años, podrán sentirse vientos favorables en la economía.

Pero también el oficialismo deberá digerir los nuevos tramos amargos que significarán el anuncio de una desocupación cercana a 20% y una recaudación renuente a la suba que forzará a las autoridades a aplicar nuevos ajustes presupuestarios para mantener el objetivo del equilibrio fiscal.

En ese marco se mantendrán los recortes salariales en el sector público, será eliminado el Fondo de Incentivo Docente y habrá recortes en partidas sociales, pero con la premisa de que se debe hacer más eficiente el gasto.

Para los analistas, las medidas que anunciará el Gobierno deben cambiar tan diametralmente las expectativas para que en cuestión de semanas el riesgo país retroceda a 800 puntos, porque en niveles superiores a 1.000 se traba cualquier decisión de inversión.

Dicen que se hará indispensable, y también inevitable, que la administración radical logre los consensos necesarios para evitar un desgobierno de imprevisibles consecuencias.

En especial porque hay temas de urgente resolución, como la aprobación del presupuesto 2002, una nueva ley de coparticipación federal y la posibilidad de garantizar deuda con impuestos, con el fin de hacer bajar la tasas de interés.

De no lograrse una sensible disminución de los rendimientos bancarios será inviable la expectativa de crecimiento de la economía, la cual ya transita el cuarto año de recesión del nivel de actividad.

Es en este complejo escenario que Fernando de la Rúa comienza la segunda mitad de su gestión, luego de dos años de traspiés económicos, que incluyeron tres ministros de Economía y sucesivos planes de ajustes.

De acuerdo con la voz de las urnas, el jefe de Estado necesitará de acuerdos con las fuerzas políticas y sociales para poder gobernar y con el fin de buscar las vías que permitan el crecimiento. De lo contrario, todo el devenir económico quedará entre signos de interrogación.

(NA).- El alto caudal del denominado “voto bronca” en gran parte de la geografía del país dejó a la claras el mensaje de una población que requiere cambios políticos y un giro en los asuntos económicos, en un momento de una crisis recesiva sin precedentes y niveles récord de desocupación y pobreza.

Tras el veredicto de las urnas, el presidente Fernando de la Rúa comienza la segunda etapa de su mandato con su poder político esmerilado, que llevará a su gobierno a encarar una carrera contra el tiempo para lograr éxito económicos que se le negaron en forma sistemática durante los dos primeros años de gestión.

Desde ya el contexto internacional no ayudará a la Argentina, porque sigue latente la amenaza de una crisis recesiva global, tras los atentados del 11 de septiembre, y porque las miradas de las potencias se dirigen hacia las acciones bélicas en Medio Oriente.

El mensaje de los votantes no dio espacio para dobles lecturas: la gran mayoría llamó a un cambio en la orientación de políticas para que la proa oficial se oriente al crecimiento económico y a la creación de fuentes de trabajo.

En este marco es que se prepara para las próximas horas una batería de medidas que apuntarán a un cambio de expectativas por parte de la gente y también a mantener sin fisuras las piedras basales del esquema: la convertibilidad y el déficit cero.

Las urgencias del Gobierno son ahora mayores porque en lo más alto del poder saben de sobra que todo se hará mucho más difícil a partir del 10 diciembre que viene.

A partir de ese día, el Gobierno tendrá las dos cámaras legislativas en contra e ingresarán al Senado muchos pesos pesados de la política, con amplio predicamento en sus partidos, quienes seguramente presionarán por cambios drásticos no sólo en las líneas del programa económico, sino también en los hombres encargados de ejecutarlo.

Precisamente, Domingo Cavallo resultó cuestionado con dureza por casi todo el arco político durante los cruentos fragores de la campaña electoral y el ministro terminó con parte de su poder desgastado y sólo podrá recuperar oxígeno si puede demostrar en poco tiempo resultados concretos.

Sólo si la gente ve que las nuevas disposiciones oficiales apuntan a mejorar su poder de compra y no a recortalo, como pasó en los últimos años, podrán sentirse vientos favorables en la economía.

Pero también el oficialismo deberá digerir los nuevos tramos amargos que significarán el anuncio de una desocupación cercana a 20% y una recaudación renuente a la suba que forzará a las autoridades a aplicar nuevos ajustes presupuestarios para mantener el objetivo del equilibrio fiscal.

En ese marco se mantendrán los recortes salariales en el sector público, será eliminado el Fondo de Incentivo Docente y habrá recortes en partidas sociales, pero con la premisa de que se debe hacer más eficiente el gasto.

Para los analistas, las medidas que anunciará el Gobierno deben cambiar tan diametralmente las expectativas para que en cuestión de semanas el riesgo país retroceda a 800 puntos, porque en niveles superiores a 1.000 se traba cualquier decisión de inversión.

Dicen que se hará indispensable, y también inevitable, que la administración radical logre los consensos necesarios para evitar un desgobierno de imprevisibles consecuencias.

En especial porque hay temas de urgente resolución, como la aprobación del presupuesto 2002, una nueva ley de coparticipación federal y la posibilidad de garantizar deuda con impuestos, con el fin de hacer bajar la tasas de interés.

De no lograrse una sensible disminución de los rendimientos bancarios será inviable la expectativa de crecimiento de la economía, la cual ya transita el cuarto año de recesión del nivel de actividad.

Es en este complejo escenario que Fernando de la Rúa comienza la segunda mitad de su gestión, luego de dos años de traspiés económicos, que incluyeron tres ministros de Economía y sucesivos planes de ajustes.

De acuerdo con la voz de las urnas, el jefe de Estado necesitará de acuerdos con las fuerzas políticas y sociales para poder gobernar y con el fin de buscar las vías que permitan el crecimiento. De lo contrario, todo el devenir económico quedará entre signos de interrogación.

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