El Gobierno devolvió las cartas de Di Giovanni a su dueña

La mujer del anarquista fusilado en 1931, Josefa Scarfó, las recibió de manos de Corach, en la Casa Rosada. Estaban en poder de la Policía Federal.

29 julio, 1999

El ministro del Interior, Carlos Corach, devolvió ayer a Josefa América Scarfó, de 86 años, las cartas y algunos poemas de amor que el anarquista Severino Di Giovanni le escribió a su compañera en los años veinte. La entrega se produjo a las 17.45; minutos antes de recibir su “tesoro”, guardado en una caja azul, Scarfó expresó: “He venido a rescatar algo mío”. Las cartas estuvieron hasta hace dos semanas en manos de la Policía Federal, y en poder del Gobierno desde el 31 de enero de 1931, un día antes de que el anarquista italiano fuera fusilado por orden del entonces presidente de facto, el general José Félix Uriburu. “Pocas veces tenemos noticias tan agradables en la Casa de Gobierno”, dijo Corach, quien más tarde agregó: “Creemos que con esta entrega cumplimos con la obligación moral del Estado argentino”. La reflexión de Scarfó no hizo lugar al perdón: “Esta casa tiene para mí un recuerdo muy doloroso. De aquí salió el “cúmplase” de Uriburu. Y después, las órdenes para matar a tantos chicos”.

El ministro del Interior, Carlos Corach, devolvió ayer a Josefa América Scarfó, de 86 años, las cartas y algunos poemas de amor que el anarquista Severino Di Giovanni le escribió a su compañera en los años veinte. La entrega se produjo a las 17.45; minutos antes de recibir su “tesoro”, guardado en una caja azul, Scarfó expresó: “He venido a rescatar algo mío”. Las cartas estuvieron hasta hace dos semanas en manos de la Policía Federal, y en poder del Gobierno desde el 31 de enero de 1931, un día antes de que el anarquista italiano fuera fusilado por orden del entonces presidente de facto, el general José Félix Uriburu. “Pocas veces tenemos noticias tan agradables en la Casa de Gobierno”, dijo Corach, quien más tarde agregó: “Creemos que con esta entrega cumplimos con la obligación moral del Estado argentino”. La reflexión de Scarfó no hizo lugar al perdón: “Esta casa tiene para mí un recuerdo muy doloroso. De aquí salió el “cúmplase” de Uriburu. Y después, las órdenes para matar a tantos chicos”.

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