El déficit externo: por qué se profundizó

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El ingreso neto de US$ 45.000 millones financieros más que compensó la salida de divisas comerciales

En el último trimestre de 2017, la Cuenta Corriente (que mide las transacciones comerciales entre residentes y no residentes) arrojó un déficit de US$ 8.750 millones. De este modo, el rojo se multiplicó por dos respecto a igual período de 2016, cuando había sido levemente inferior a US$ 4.200 millones.

Con estos números, el año pasado la cuenta corriente alcanzó un saldo negativo de US$ 30.800 millones, más que duplicando el déficit del primer año de gestión de Cambiemos (US$ -14.700 millones). Vale remarcar que el resultado negativo alcanzó el -4,9% del PBI, lo que representa el mayor rojo en términos del producto desde la salida de la Convertibilidad, según precisa el último informe de la consultora Ecolatina.

La profundización del rojo obedeció a la recuperación de la actividad y la apreciación cambiaria en un contexto de creciente apertura del comercio exterior. Asimismo, el incremento del déficit fue generalizado en los tres apartados que componen a la cuenta corriente: bienes, servicios y rentas.

En el saldo de bienes, el superávit de US$ 4.400 millones alcanzado en 2016 se transformó el año pasado en un déficit mayor a US$ 5.500 millones (-0,9% del PBI). Esta dinámica respondió al estancamiento de las exportaciones (treparon sólo 0,9% i.a.) en conjunto con un fuerte avance de las compras al exterior (+19,6% i.a.). Más allá de este crecimiento, cabe destacar que el año pasado las importaciones en términos del producto alcanzaron 10,2% del PBI, lejos del récord de 2011 (13,5% del PBI).

Por su parte, el intercambio de servicios fue deficitario en casi US$ 10.000 millones (-1,6% del PBI) en 2017, trepando 19,4% i.a. en términos nominales respecto de 2016. La profundización del rojo se explica, principalmente, por el aumento del saldo negativo de turismo y viajes, que pasó de un rojo de US$ 4.300 millones en 2016 a casi US$ 5.500 millones el año pasado. El déficit del transporte, que creció 33% i.a., también aportó al deterioro del saldo, al pasar de US$ -2.600 millones en 2016 a US$ -3.500 millones el año pasado.

Por último, el déficit de la cuenta rentas creció 31,7% i.a. en el último año, alcanzando los US$ 16.000
millones (-2,5% del PBI). Este incremento obedeció a la recuperación de la actividad, que apuntaló la rentabilidad de las empresas extranjeras, y al atraso cambiario, que potenció esas ganancias medidas en moneda dura. De este modo, la salida neta por remisión de utilidades saltó más de 20% i.a. en 2017 a US$ 7.700 millones. Por su parte, producto del proceso de endeudamiento externo, la salida de intereses alcanzó US$ 8.300 millones avanzando 44% i.a. el año pasado.

Para este año se prevé que el déficit externo siga deteriorándose producto del crecimiento de la actividad y un tipo de cambio real aún apreciado. De todas formas, el incremento del rojo de la Cuenta Corriente será más acotado respecto del salto observado en 2017.

 

Cuenta Capital y Financiera

 

La salida de dólares de las operaciones corrientes fue solventada por la entrada neta de divisas por la cuenta capital y financiera. En el último trimestre del año pasado, las operaciones financieras con no residentes arrojaron un saldo positivo de casi US$ 13.000 millones (neto de activos de reserva), lo que implica un avance de casi 90% i.a. en comparación al último cuarto de 2016.

Asimismo, esta cuenta alcanzó un superávit de US$ 45.000 millones en el acumulado anual, lo que arroja un salto de 55% en comparación a 2016. Por otro lado, producto de que el saldo positivo de la cuenta capital y financiera más que compensó el déficit de las operaciones comerciales, las reservas internacionales crecieron US$ 14.500 millones en 2017 (+40,1% i.a.).

El ingreso de divisas financieras estuvo liderado por las inversiones de cartera: agentes privados externos que arriban al país aprovechando la rentabilidad del carry trade. El influjo neto de moneda dura por esta vía rozó los US$ 35.000 millones en el último año, manteniéndose estable en relación a 2016.

Por su parte, la inversión extranjera directa se multiplicó por diez en 2017, superando los US$ 10.500 millones. No obstante, esta mejora no refleja exclusivamente la llegada de nuevas inversiones: producto de la metodología propia del Balance de Pagos, también se incluyen como reinversión de utilidades todas las ganancias de empresas extranjeras no remitidas a sus casas matrices. De este modo, la Inversión Extranjera directa representó 1,7% del PBI, en línea con los valores de 2011 y 2015 (1,8% del producto).

Producto de la llegada de inversiones a dos velocidades (las especulativas más que triplican a las productivas), y la profundización del rojo en las operaciones comerciales, en el último año se incrementó la dependencia del influjo constante de financiamiento en divisas. Por lo tanto, estamos expuestos al cambio de humor de los mercados de capitales: un menor influjo (o una reversión en el peor de los escenarios) del ingreso de divisas reduce la oferta de dólares, generando presiones cambiarias.

Para 2018, se estima un menor ingreso neto de capitales. Por un lado, el Gobierno nacional (preocupado por la creciente debilidad del frente externo), está optando por emitir más deuda en el mercado local; por el otro, el fin del viento de cola financiero en el plano internacional reducirá el “apetito por el riesgo”; ambas situaciones relajarán el ingreso de dólares de capital durante este año.

 

Deuda externa

 

La deuda en moneda extranjera con no residentes trepó 36,5% i.a. en el último año, rozando los US$ 233.000 millones (37,5% del PBI). Este avance se explica principalmente por el sector público, que incrementó sus pasivos en casi US$ 44.000 millones (+37,2% i.a., lo que implica un 26% del PBI, saltando casi 5 p.p. en relación a 2016 y duplicándose respecto de 2015). Por su parte, el sector privado, aprovechando las bajas tasas de interés internacionales (principalmente, en comparación al costo de endeudamiento local) incrementó en más de US$ 12.000 millones (+20,6% i.a.) sus compromisos con el exterior en 2017, llegando a un stock de US$ 71.500 millones.

 Por último, la posición de inversión internacional neta continúa siendo positiva, aunque se redujo a la mitad, al pasar de US$ 51.500 millones en 2016 a US$ 22.500 millones en 2017. La reducción obedeció a un crecimiento más acelerado de los pasivos externos (+30% i.a., llegando a US$ 312.500 millones) que de los activos (+15% i.a. rozando los US$ 335.000 millones). El principal acreedor neto externo es el sector privado, mientras que el sector público es deudor neto.

 

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