El debate decisivo

En uno de los editoriales de hoy del Financial Times de Londres, Edward Luce dice que muy pocas veces en la historia de los debates presidenciales de Estados Unidos se ha visto la contienda tan orientada hacia uno de los candidatos. 

20 octubre, 2016

Según su interpretación, en el mismo momento en que Donald Trump se negó a descartar la posibilidad de que pueda denunciar fraude si la elección no lo favorece, concedió el triunfo del debate a su opositora. Aunque ya lo había perdido, su promesa de mantener al país “en suspenso” hasta el 9 de noviembre fue una trompada a sí mismo. Esa amenaza fue la versión electoral de la grabación de sus confesiones sexuales. 

Los que no vieron el debate, dice Luce, se despertarán para leer que Trump plantó la duda de que Estados Unidos vaya a tener elecciones libres e imparciales, justamente el país que se precia de ser la cuna de la democracia. Es difícil pensar que los indecisos se van a tranquilizar con esa duda. Y sin embargo, la lanzó con toda ligereza. “¡Escuchen todos, esperen para ver si acepto un pacífico traspaso de poder!”

Muy pocas veces en la historia de los debates presidenciales una contienda favoreció tan contundentemente  a una parte.  Habiendo tenido que abrirse camino en el barro de los dos primeros debates, Hillary Clinton guardó su mejor actuación para el último. Paradójicamente su ventaja fue reforzada por el moderador de Fox News, Chris Wallace, quien decidió que éste fuera el debate más centrado en los temas decisivos. Eso mostró las fortalezas de Clinton. Sus detalladas explicaciones salieron con tanta fluidez como las vaguedades de Trump evidenciaron sus carencias. 

Fue la primera oportunidad que tuvo Clinton de hacer una desapasionada presentación de su plan para el crecimiento económico: “desde el centro hacia fuera”, frente a los recortes impositivos de Trump “de arriba hacia abajo”. Trump fue incapaz de dar respuestas específicas a preguntas específicas. Ella además hizo promesas claras, algo que faltando tan poco para las elecciones señala su probabilidad de ganar. Reiteró su promesa de proponer una reforma inmigratoria en sus primeros 100 días y dijo que está muerta la Sociedad Transpacífico. Ninguna de esas dos cosas se le habían preguntado.

 

Es poco probable, dice Luce, que este último debate altere mucho las encuestas. Trump mantendrá  aproximadamente 40% del electorado, pero el debate final solidificará la ventaja de Clinton. Puede que convenza a quienes desconfían de Clinton, de que ella también es capaz de auténticas emociones. Se vio verdadera indignación en sus pullas sobre la falta de condiciones de su contrincante, ante su falta de ética y de temperamento para la tarea. Señaló, por ejemplo, que muchos inmigrantes pagan impuesto a las ganancias mientras él no. Señaló que él presentaba el show Celebrity Apprentice cuando la administración Obama se encargaba de Osama bin Laden. Dijo que todos los multimillonarios — “incluido usted, si no encuentra la manera de zafar”– van a pagar impuestos si ella gana la presidencia. 

En una especie de concesión inconsciente Trump deseó a Clinton “mucha suerte”  con el desastre de medio oriente. Evidentemente fue un descuido. Una posible explicación es que ya está preparando el lanzamiento de un “Canal Trump” de televisión para después de las elecciones. Es posible que ya haya internalizado que es probable que pierda las elecciones. 

 

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