El congreso norteamericano dijo No al TTP

Los demócratas se unieron a los republicanos para votar en contra del Trans Pacific Partnership, un proyecto liderado por el presidente Barack Obama.

15 junio, 2015

Hay un gran grupo dentro del Partido Demócrata que desconfía del comercio global y de la globalización en general. Bill Clinton había prometido que el NAFTA crearía millones de empleos en cinco años. En cambio se perdieron millones de empleos cuando las empresas norteamericanas exportaron el trabajo hacia países de mano de obra barata, como México y China en detrimento de los productores estadounidenses, explica el australiano Sheryle Bagwell, ” Ahora la manufactura norteamericana se ha vuelto a poner de pie. El sector se adaptó a la globalización haciéndose más eficiente y más productivo y ofreciendo mejores trabajos. Eliminar barreras al comercio global es, en general, bueno para las economías, de lo contrario los gobiernos no perseguirían ese objetivo, pero la verdad es que hay ganadores y perdedores en la globalización, y los obreros norteamericanos en el corazón demócrata del país son los más grandes perdedores”.

La legislación de la Trans-Pacific Partnership (TPP) da a las empresas un poder que está por encima de la soberanía nacional, las leyes nacionales y los intereses populares. Esto es visto en Estados Unidos como una pesadilla. Obama, en cambio, no lo cree así, él describió el TTP ante el congreso como el acuerdo comercial de mayor nivel en toda la historia”.

Este repudio por parte del Congreso, opina el Financial Times hoy, seguramente debilitará lo que le resta de su mandato, 19 meses más. Según el periódico inglés, hay cuatro puntos salientes en la estrategia comercial norteamericana internacional:

Primero: se acabó la era de los acuerdos comerciales para lograr un comercio más libre en el sentido clásico.

Segundo: Debe haber un equilibrio del costo político de legislar acuerdos políticos. Si sólo una fracción del capital político que gastó Estados Unidos en apoyar el TTP lo hubiera dedicado a apoyar la reforma del FMI, la ONU y las instituciones financieras internacionales, esos objetivos se habrían logrado con mayores beneficios.

Tercero, habría que hacer un profundo análisis de las ramificaciones de los acuerdos comerciales que incluyen varios países y excluyen otros.

Cuarto: el desafío económico global es profundamente diferente del de una década atrás. Después de la guerra fría y de la crisis de la deuda latinoamericana y con el renacimiento de China en Asia en sus primeras etapas el desafío era permitir que surgieran nuevos mercados. El desafío ahora no es crear más globalización sino asegurar que la globalización que tenemos funcione para todos nuestros ciudadanos.

 

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