Ehud Olmert: hasta sus ministros le piden renunciar
Sin apoyo, salvo los restos de su partido (Kadimá), la renuncia del premier israelí parece invevitable. Una comisión especial lo sindica como máximo responsable del fracaso en el sur de Líbano (2006) y Hezbollá felicita a sus integrantes.
Olmert “carecía de experiencia suficiente en cuestiones de seguridad regional y no consultaba con gente idónea fuera de las fuerzas armadas”. A su vez, éstas “no supieron proporcionar al gabinete todos los datos necesarios y las opciones disponibles”, sostiene un documento preliminar del grupo encabezado por Eliahu Winograd, respetado ex juez.
Sea como fuere, “sobre el primer ministro recae la responsabilidad íntegra por la decisiones del gobierno y las operaciones militares”. Además, Olmert “adoptaba medidas con excesiva prisa y no tenía un plan militar detallado. Tampoco lo pidió”, puntualiza el texto difundido este martes.
El propio Winograd señaló a los medios que el informe estaba ya en manos del “premier”. Tras perder el apoyo popular del cual gozó hasta el papelón bélico, ahora las presiones por la renuncia de Olmert son insoportables y han sido agravadas por sospechas de corrupción. Existe un antecedente inquietante: Golda Me’ir debió dimitir por críticas -de un comité similar- al manejo de la “guerra de yom-qippur” (1973), cuya suerte no fue tan favorable como Tel Aviv estaba acostumbrado a esperar, Por supuesto, tampoco resultó un fiasco como el reciente en Líbano.
El ex ministro de defensa, Amir Pérets, y el teniente general Daniel Halutz también son objeto de duras críticas en el documento. Menos tenaces que Olmert, ambos dimitieron en enero. Ahora, la canciller Tsipí Livní ñepide irse, mientras Avigdor Yitshaqí renuncia como jefe del oficialismo en el parlamento. Esto licúa el apoyo de Kadimá, en tanto Hezbollá y Hamás felicitan a Winograd por “una labor sabia e imparcial”.
El deterioro de Olmert –agravado por su propia contumacia- lo reflejan algunos sondeos, según los cuales –si hubiese elecciones ahora- Kadimá cedería de 29 a doce bancas y Likud pasaría a treinta. Pero su jefe, Benyamín N’taniahú, debió dejar el gobierno años atrás por corrupción y abuso de poder.
Olmert “carecía de experiencia suficiente en cuestiones de seguridad regional y no consultaba con gente idónea fuera de las fuerzas armadas”. A su vez, éstas “no supieron proporcionar al gabinete todos los datos necesarios y las opciones disponibles”, sostiene un documento preliminar del grupo encabezado por Eliahu Winograd, respetado ex juez.
Sea como fuere, “sobre el primer ministro recae la responsabilidad íntegra por la decisiones del gobierno y las operaciones militares”. Además, Olmert “adoptaba medidas con excesiva prisa y no tenía un plan militar detallado. Tampoco lo pidió”, puntualiza el texto difundido este martes.
El propio Winograd señaló a los medios que el informe estaba ya en manos del “premier”. Tras perder el apoyo popular del cual gozó hasta el papelón bélico, ahora las presiones por la renuncia de Olmert son insoportables y han sido agravadas por sospechas de corrupción. Existe un antecedente inquietante: Golda Me’ir debió dimitir por críticas -de un comité similar- al manejo de la “guerra de yom-qippur” (1973), cuya suerte no fue tan favorable como Tel Aviv estaba acostumbrado a esperar, Por supuesto, tampoco resultó un fiasco como el reciente en Líbano.
El ex ministro de defensa, Amir Pérets, y el teniente general Daniel Halutz también son objeto de duras críticas en el documento. Menos tenaces que Olmert, ambos dimitieron en enero. Ahora, la canciller Tsipí Livní ñepide irse, mientras Avigdor Yitshaqí renuncia como jefe del oficialismo en el parlamento. Esto licúa el apoyo de Kadimá, en tanto Hezbollá y Hamás felicitan a Winograd por “una labor sabia e imparcial”.
El deterioro de Olmert –agravado por su propia contumacia- lo reflejan algunos sondeos, según los cuales –si hubiese elecciones ahora- Kadimá cedería de 29 a doce bancas y Likud pasaría a treinta. Pero su jefe, Benyamín N’taniahú, debió dejar el gobierno años atrás por corrupción y abuso de poder.
