<p>Aun en las calles de El Cairo o la universidad al-Azhar, donde la Hermandad Musulmana es fuerte, no se oyen invocaciones a la guerra santa, obsesión de los <em>pasdarán </em>shiitas o de <em>al-Qaeda </em>sunnita. Tampoco, curiosamente, se profieren denuestos contra el imperialismo norteamericano. “Es más, señala el experto, el modelo parece ser la Turquía de Recep Tayyip Erdögan”.<br />
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El autor de <em>Sainte Ignorance: religion sans culture </em>es uno de los mayores especialistas mundiales en el Islam. “Occidente e Israel se desvelan porque cae, suponen, un baluarte contra el integrismo en versión sunnita”. No es así. Roy es terminante: Tel Aviv o Washington llevan veinte años de retraso y no advirtieron la llegada de nuevas generaciones en Túnez, Egipto y otros países del Magbreb y Levante”.<br />
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Son los que inundaron calles y plazas protestando contra el nepotismo, la corrupción, la miseria y el desempleo. “Muchos de ellos han estudiado o trabajado en países democráticos y, vía Internet, han transmitido a sus terruños los valores occidentales. Vale decir, saben qué es educación e información sin tintes ideológicos o teístas”.<br />
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Sin duda, son musulmanes, así como los europeos son cristianos. Pero ambas condiciones tienen en común la resistencia a la corrupción. Obviamente, “los incendios en Túnez y Egipto no implican extremismos y, de hecho, hoy hay más fundamentalistas en París, Milán o Madrid que en Túnez o en Alejandría”.<br />
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Naturalmente, hay diferencia entre los dos casos emblemáticos. Túnez es un estado débil con un ejército débil identificado con el clan Ben Alí-Trabelsi. Apenas cuenta con diez millones de habitantes. Egipto muestra una trama de poder cívico-militar muy compleja, lógica en un país de 84 millones. Por otra parte, existe mayor madurez sociopolítica en Túnez que en Egipto, de ahí el peligro de anarquía a orillas de Nilo. <br />
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Egipto: no el Irán de Jomeini; sí lo contrario
Así sostiene el francés Olivier Roy. A su juicio, el Islam político o integrismo fracasó o está en vía de fracasar. Tanto en Egipto como en Túnez, Jordania, Argelia y Marruecos. Ahora, el verdadero riesgo es la anarquía, pero no Teherán.