<p>La plaza de la Liberación sigue recibiendo millares de manifestantes cada día, que se unen a los que han acampado allí toda la noche. Sin embargo, el número de los que protestan es menor que el que se juntaba hace unos días. Cuando la protesta va por su día número 15, las calles retoman atisbos de normalidad (grandes congestiones de tránsito), los bancos y los comercios están abiertos y la vida cotidiana se reanuda lentamente.<br />
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El gobierno parece –al menos hasta ahora – más exitoso que sus oponentes al continuar con su política de hechos consumados, al afirmar que la transición ya comenzó, y que hay que abocarse a la inminente reforma constitucional.<br />
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Es cierto que, desde que Estados Unidos abandonó la idea de la renuncia inmediata de Mubarak, presiona para lograr cambios que no se hicieron en 30 años.<br />
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No será fácil: el entorno presidencial está listo para hacer concesiones pequeñas durante las próximas semanas para reforzar la idea del movimiento en dirección al cambio. Pero el mismo Omar Suleyman, verdadera cabeza del gobierno e interlocutor de Washington admite con claridad que Mubarak no se irá hasta que venza su mandato en septiembre próximo, que la ley que reprime actividades políticas no legales (prácticamente todas) no se debe tocar por el momento y que –lo más grave- tiene serias dudas sobre si Egipto está listo para la democracia.<br />
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Entre tanto, el elenco ministerial ha dado un aumento de sueldo de 15% a todos los empleados públicos –seis millones- aunque se ignora de dónde provendrán los fondos para pagarlos.<br />
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Los medios cercanos al gobierno insisten con su prédica sobre la clase media (que los escucha con atención) y el mensaje es: los rebeldes ya ganaron, Mubarak no será candidato, deben dejar libre la plaza. Son muchos los que tienen pérdidas económicas por la continuación de la protesta. La sociedad comienza a presentar fisuras.<br />
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De aquí en más, se verá quien tiene más aguante. Si los manifestantes logran entusiasmar otra vez a la población para continuar con marchas masivas y disruptivas, o si el gobierno logra seducir a buena parte de ellos.<br />
En cuanto al número de manifestantes en la plaza, cada vez e más difícil de procesar ya que el ejército impide con enérgico control el acceso de corresponsales extranjeros al lugar.</p>
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Egipto: habrá que ver quién tiene más aguante
El gobierno busca normalizar la vida cotidiana, con bancos y comercios abiertos, anuncia aumentos de sueldos y promete otras medidas. Los manifestantes siguen en la plaza, aunque ahora son menos, y deben buscar renovado apoyo popular.