EEUU y UE quieren impedir el fracaso de Cancún

Ambos dieron nuevas muestras de su activismo bilateral en un claro intento de salvar de un fracaso la reunión ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que se celebra del 10 al 14 de septiembre en Cancún (México).

12 agosto, 2003

Las dos mayores potencias comerciales del planeta se unieron a Canadá para presentar una propuesta conjunta de fórmulas de reducción de aranceles para los productos no agrícolas (industriales, pesca y productos forestales).

Al mismo tiempo han anunciado que preparan también en consultas bilaterales una propuesta para la liberalización de los mercados agrícolas, que podrían presentar en Ginebra esta semana.

Los dos socios justifican esa coordinación bilateral por considerar que un acuerdo entre ambos facilitará una solución multilateral, pero existe también el riesgo de que muchos de los otros ciento cuarenta y cuatro miembros de la OMC consideren que no se ha contado con ellos.

Por lo pronto, varios países, entre ellos algunos latinoamericanos como Brasil, México, Chile o Colombia, dijeron que no podrán dar su visto bueno a ninguna propuesta tendente a un desmantelamiento arancelario para los productos industriales si antes no ven la esperada propuesta de europeos y norteamericanos en el tema agrícola.
“La agricultura marca el ritmo de todo”, dijo a EFE el embajador argentino, Alfredo Vicente Chiaradía, quien señaló que difícilmente habrá “movimiento en otros ámbitos” hasta que europeos y norteamericanos muestren cuál es “su nivel de ambición” en la liberalización agrícola.

Muchos países en desarrollo no quieren desarmar tampoco sus aranceles agrícolas si antes no ven hasta qué punto EEUU y la UE están dispuestos a reducir los alrededor de 140.000 millones de dólares que dedican en distintas formas de subvenciones al sector.
De ahí que el embajador de Uruguay y actual presidente del Consejo General, Carlos Pérez del Castillo, haya intentado meter prisas a Washington y Bruselas para que den a conocer su propuesta agrícola en una reunión especial prevista para última hora de la tarde del miércoles, aunque no es seguro que vayan a hacerlo.

En el acceso a los mercados para productos no agrícolas, el documento presentado por EEUU y la UE incluye una propuesta destinada a alentar, que no obligar, a los países en desarrollo a consolidar sus aranceles -es decir a comprometerse ante la OMC a no elevarlos por encima de un tope fijado- mediante una bonificación.
A aquellos países que se comprometiesen a consolidar el 95 por ciento de sus líneas arancelarias se les premiaría permitiéndoles que la reducción general de aranceles a que se verían obligados fuese algo menor.
Sin embargo, los países latinoamericanos, que casi con la única excepción de Cuba, tienen ya prácticamente consolidados sus aranceles industriales, no están demasiado contentos con esa propuesta ya que no les beneficia en nada.
Además, según explicaron fuentes diplomáticas centroamericanas, ese cinco por ciento de líneas arancelarias que se dejan sin consolidar es una cifra engañosa, pues puede representar de hecho hasta un 30 o un 40 por ciento del volumen de importaciones de algunos países.

Europeos y estadounidenses proponen, asimismo, dar créditos a los países por reducir los márgenes entre sus aranceles consolidados (que se comprometieron a no superar) y los realmente aplicados, que pueden ser bastante más bajos.
Esto último tampoco satisface a los países latinoamericanos, que consideran que el punto de partida para cualquier compromiso de reducción deben ser únicamente los consolidados.
Muchos países en desarrollo tienen, por otro lado, problemas con la propuesta de total eliminación de aranceles en ciertos sectores- por ejemplo, textiles o automóviles-, pues dudan de qué parámetros se utilizarán para seleccionarlos.
Aunque europeos y norteamericanos admiten cierta flexibilidad a la hora de definir esos sectores, muchos países rechazan que la eliminación arancelaria tenga carácter obligatorio.

Fuente: EFE

Las dos mayores potencias comerciales del planeta se unieron a Canadá para presentar una propuesta conjunta de fórmulas de reducción de aranceles para los productos no agrícolas (industriales, pesca y productos forestales).

Al mismo tiempo han anunciado que preparan también en consultas bilaterales una propuesta para la liberalización de los mercados agrícolas, que podrían presentar en Ginebra esta semana.

Los dos socios justifican esa coordinación bilateral por considerar que un acuerdo entre ambos facilitará una solución multilateral, pero existe también el riesgo de que muchos de los otros ciento cuarenta y cuatro miembros de la OMC consideren que no se ha contado con ellos.

Por lo pronto, varios países, entre ellos algunos latinoamericanos como Brasil, México, Chile o Colombia, dijeron que no podrán dar su visto bueno a ninguna propuesta tendente a un desmantelamiento arancelario para los productos industriales si antes no ven la esperada propuesta de europeos y norteamericanos en el tema agrícola.
“La agricultura marca el ritmo de todo”, dijo a EFE el embajador argentino, Alfredo Vicente Chiaradía, quien señaló que difícilmente habrá “movimiento en otros ámbitos” hasta que europeos y norteamericanos muestren cuál es “su nivel de ambición” en la liberalización agrícola.

Muchos países en desarrollo no quieren desarmar tampoco sus aranceles agrícolas si antes no ven hasta qué punto EEUU y la UE están dispuestos a reducir los alrededor de 140.000 millones de dólares que dedican en distintas formas de subvenciones al sector.
De ahí que el embajador de Uruguay y actual presidente del Consejo General, Carlos Pérez del Castillo, haya intentado meter prisas a Washington y Bruselas para que den a conocer su propuesta agrícola en una reunión especial prevista para última hora de la tarde del miércoles, aunque no es seguro que vayan a hacerlo.

En el acceso a los mercados para productos no agrícolas, el documento presentado por EEUU y la UE incluye una propuesta destinada a alentar, que no obligar, a los países en desarrollo a consolidar sus aranceles -es decir a comprometerse ante la OMC a no elevarlos por encima de un tope fijado- mediante una bonificación.
A aquellos países que se comprometiesen a consolidar el 95 por ciento de sus líneas arancelarias se les premiaría permitiéndoles que la reducción general de aranceles a que se verían obligados fuese algo menor.
Sin embargo, los países latinoamericanos, que casi con la única excepción de Cuba, tienen ya prácticamente consolidados sus aranceles industriales, no están demasiado contentos con esa propuesta ya que no les beneficia en nada.
Además, según explicaron fuentes diplomáticas centroamericanas, ese cinco por ciento de líneas arancelarias que se dejan sin consolidar es una cifra engañosa, pues puede representar de hecho hasta un 30 o un 40 por ciento del volumen de importaciones de algunos países.

Europeos y estadounidenses proponen, asimismo, dar créditos a los países por reducir los márgenes entre sus aranceles consolidados (que se comprometieron a no superar) y los realmente aplicados, que pueden ser bastante más bajos.
Esto último tampoco satisface a los países latinoamericanos, que consideran que el punto de partida para cualquier compromiso de reducción deben ser únicamente los consolidados.
Muchos países en desarrollo tienen, por otro lado, problemas con la propuesta de total eliminación de aranceles en ciertos sectores- por ejemplo, textiles o automóviles-, pues dudan de qué parámetros se utilizarán para seleccionarlos.
Aunque europeos y norteamericanos admiten cierta flexibilidad a la hora de definir esos sectores, muchos países rechazan que la eliminación arancelaria tenga carácter obligatorio.

Fuente: EFE

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