EE.UU. se compra una guerra en Kurdistán y Pakistán golpea a Rice

Acosada, Condoleezza Rice se pliega a George W.Bush y ofrece ayuda a Turquía contra los rebeldes kurdos. Mientras estudia enviar tropas norteamericanas al noreste de Iraq, un autogolpe de Musharraf la hace tambalear en el cargo.

5 noviembre, 2007

Desde Angora, la secretaria de estado, vestida de halcón, prometió “acciones efectivas” contra el rebelde partido labotista (PPK). Pero no en territorio turco, sino en la autonomía kurda del noreste iraquí, en teoría aliada de Estados Unidos y el régimen de Bagdad. En otras palabra, Washington cede a presiones otomanas y reprimirá alrededor de tres mil rebeldes que actúan –sostienen los turcos- desde Iraq.

Pero, de pronto, el veloz golpe de Pervez Musharraf contra la suprema corte pakistaní, sitiada, y el arresto de centenares de opositores puso en crisis las relaciones con Estados Unidos. Rice puede ser la primera baja en este nuevo conflicto. El teórico “baluarte” contra al-Qa’ed y los talibán afganos se converte en aliado táctico de su propios enemigos.

En cuanto al problema kurdo, Turquía tiene el segundo ejército de la OTAN y ha enviado a la frontera unas 100.000 tropas, tanques, aviones y blindados. Dadas las dificultades norteamericanos para distraer efectivos de la zona central (donde sigue perdiendo la guerra contra las milicias shiitas), observadores europeos sospechan que Rice hizo otra cosa en Angora.

A saber, dar luz verde para una invasión turca lisa y llana, maquillada con la presencia de algún contingente norteamericano. Esto forma parte de una estrategia debida al vicepresidente Richard Cheney: dejar al próximo gobierno, obviamente demócrata, la mayor cantidad posible de guerras imposibles de ganar. Usando una definición colonial francesa copiada por Juan D.Perón, el futuro presidente será “mariscal de la derrota”.

Pero, entretanto, Rice tiene sus propios problemas. Junto con una decena de jerarcas de inteligencia, ha sido citada en los tribunales. Un juez federal requiere su testimonio en una causa contra dos cabilderos acusados de espiar para Israel. Steven Rosen y Keith Weissman, judíos estadounidenses, pasaron a Tel Aviv datos y documentos secretos, entregados por un funcionario del Pentágono. Involucran políticas respecto de al-Qa’eda, Irán, Saudiarabia, etcétera.

Desde Angora, la secretaria de estado, vestida de halcón, prometió “acciones efectivas” contra el rebelde partido labotista (PPK). Pero no en territorio turco, sino en la autonomía kurda del noreste iraquí, en teoría aliada de Estados Unidos y el régimen de Bagdad. En otras palabra, Washington cede a presiones otomanas y reprimirá alrededor de tres mil rebeldes que actúan –sostienen los turcos- desde Iraq.

Pero, de pronto, el veloz golpe de Pervez Musharraf contra la suprema corte pakistaní, sitiada, y el arresto de centenares de opositores puso en crisis las relaciones con Estados Unidos. Rice puede ser la primera baja en este nuevo conflicto. El teórico “baluarte” contra al-Qa’ed y los talibán afganos se converte en aliado táctico de su propios enemigos.

En cuanto al problema kurdo, Turquía tiene el segundo ejército de la OTAN y ha enviado a la frontera unas 100.000 tropas, tanques, aviones y blindados. Dadas las dificultades norteamericanos para distraer efectivos de la zona central (donde sigue perdiendo la guerra contra las milicias shiitas), observadores europeos sospechan que Rice hizo otra cosa en Angora.

A saber, dar luz verde para una invasión turca lisa y llana, maquillada con la presencia de algún contingente norteamericano. Esto forma parte de una estrategia debida al vicepresidente Richard Cheney: dejar al próximo gobierno, obviamente demócrata, la mayor cantidad posible de guerras imposibles de ganar. Usando una definición colonial francesa copiada por Juan D.Perón, el futuro presidente será “mariscal de la derrota”.

Pero, entretanto, Rice tiene sus propios problemas. Junto con una decena de jerarcas de inteligencia, ha sido citada en los tribunales. Un juez federal requiere su testimonio en una causa contra dos cabilderos acusados de espiar para Israel. Steven Rosen y Keith Weissman, judíos estadounidenses, pasaron a Tel Aviv datos y documentos secretos, entregados por un funcionario del Pentágono. Involucran políticas respecto de al-Qa’eda, Irán, Saudiarabia, etcétera.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades