EE.UU.: nuevamente, récords en materia de deuda externa

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El endeudamiento norteamericano con el resto del mundo subió 13% de octubre a diciembre (US$ 187.900 millones). A fin de 2004, el déficit en cuenta corriente sumaba US$ 665.900 millones. Ambos récords impresionaron, pero no sorprendieron.

Esas cifras subrayan la creciente dependencia de la economía estadounidense respecto de fondos exógenos. En general, originados en bancos centrales de Asia oriental y sudoriental (no de “Asia” a secas, como está en boga decir) y requeridos para financiar gastos de guerra, consumo del público e inversiones en el sector privado.

El año pasado, gobiernos extranjeros compraron valores norteamericanos por US$ 355.000 millones. Es decir, aportaron poco más de la mitad de los fondos necesarios para cubrir el desequilibrio en bienes, servicios y pagos externos identificado como “balance de cuenta corriente”. Si EE.UU. fuese una empresa, estaría en concurso y los acreedores tendrían más votos que los accionistas. De hecho, los esquemas lanzados en 1995 sobre “quiebra soberana”, de aplicarse, pondrían en bancarrota a la segunda economía del mundo.

Lo malo es que calidad de la deuda esté deteriorándose. Fuente afines a la Blanca sostiene que, mientras los bancos centrales toman menos letras de Tesorería, inversores y especuladores privados (en esencia, fondos de riesgo). Dicho de otro modo, cada vez hay más bonos federales en poder de fondos especulativos, buitres y otros canales inversores en extremo cortoplacistas.

Sea cual fuere su calidad, el endeudamiento permite –hasta cierto punto- mantener relativamente las tasas largas. Salvo cuando, como ocurría esta semana, temores inflacionarios las inflan (a 4,65% anual la T-10, en esta oportunidad), auque los precios de papeles no bajen mucho.

Gastos militares de una guerra que no termina, sobreconsumo del público -cuya propia deuda pasa ya de US$ 7,3 billones- y déficit fiscal acentúan la dependencia norteamericana respecto de quienes compran letras de Tesorería. Si éstos son simples especuladores, se eleva el riesgo implícito en el endeudamiento mismo.

Esas cifras subrayan la creciente dependencia de la economía estadounidense respecto de fondos exógenos. En general, originados en bancos centrales de Asia oriental y sudoriental (no de “Asia” a secas, como está en boga decir) y requeridos para financiar gastos de guerra, consumo del público e inversiones en el sector privado.

El año pasado, gobiernos extranjeros compraron valores norteamericanos por US$ 355.000 millones. Es decir, aportaron poco más de la mitad de los fondos necesarios para cubrir el desequilibrio en bienes, servicios y pagos externos identificado como “balance de cuenta corriente”. Si EE.UU. fuese una empresa, estaría en concurso y los acreedores tendrían más votos que los accionistas. De hecho, los esquemas lanzados en 1995 sobre “quiebra soberana”, de aplicarse, pondrían en bancarrota a la segunda economía del mundo.

Lo malo es que calidad de la deuda esté deteriorándose. Fuente afines a la Blanca sostiene que, mientras los bancos centrales toman menos letras de Tesorería, inversores y especuladores privados (en esencia, fondos de riesgo). Dicho de otro modo, cada vez hay más bonos federales en poder de fondos especulativos, buitres y otros canales inversores en extremo cortoplacistas.

Sea cual fuere su calidad, el endeudamiento permite –hasta cierto punto- mantener relativamente las tasas largas. Salvo cuando, como ocurría esta semana, temores inflacionarios las inflan (a 4,65% anual la T-10, en esta oportunidad), auque los precios de papeles no bajen mucho.

Gastos militares de una guerra que no termina, sobreconsumo del público -cuya propia deuda pasa ya de US$ 7,3 billones- y déficit fiscal acentúan la dependencia norteamericana respecto de quienes compran letras de Tesorería. Si éstos son simples especuladores, se eleva el riesgo implícito en el endeudamiento mismo.

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