EE.UU.: fundamentalistas se convierten en sionistas cristianos

Mientra la masacre de Caná obligaba a una tregua temporal, miles de evangélicos apoyaban la ofensiva israelí. El reverendo John Hagee convocó su secta, “Cristianos unidos por Israel”, a luchar contra los árabes en nombre del Pentateuco.

31 julio, 2006

“Obstruir las acciones israelíes transgrede la política exterior marcada por dios”, sostiene adoptando el determinismo religioso usual en el discurso de George W.Bush. Cualquier tregua en Líbano o Gaza “irá contra el mandato divino. Por ello, el congreso debe respaldar sin vacilaciones al tsahal (fuerzas armadas judías)”. No es accidente que Hagee, cabeza de una nueva coalición fundamentalista, sea tejano.

Apelando al Génesis (XII:23), el iluminado anuncia que “todos los cristianos seremos juzgados”. Pero el versículo sólo reza “bendeciré a quienes os bendigan, maldeciré a quienes os maldigan” y no alude a guerra alguna. Pero, claro, “Israel –afirma el pastor- tiene mandato bíblico para poseer esa tierra” Igual creían los cruzados medievales respecto de sí mismos y así les fue.

Bush envió un mensaje de apoyo a la asamblea convocada en Washington por Hagee, exaltando su propia concepción de guerra santa (“dyijad” en árabe). Como para no dejar lugar a dudas, el encuentro contó con la participación de Daniel Ayalón, embajador de Tel Aviv, y el general Moshé Ya’alón. Como el objeto del fanático era presionar directamente al parlamento, los funcionarios israelíes estaban entrometiéndose en política interna estadounidense.

Hagee viene predicando su evangelio a medida desde 1981, cuando el antiguo jefe del Irgún y entonces primer ministro, M’enajem Begin, bombardeó el reactor iraquí de Osirak. En esa época, Israel era aliado encubierto de Tehrán en su larga, cruel guerra con Bagdad. Hoy, el predicador tejano exige “un ataque preventivo contra el iraní (Majmud) Ahmadinedyad. pues la razón y la diplomacia son inútiles”. Lo mismo dice medio mundo sobre Ehud Olmert.

En general, católicos y protestantes normales temen la influencia de estos extremistas vesánicos sobre el gobierno norteamericano, de suyo ultraconservador y de escasas luces teológicas. Según afirma el anglicano Stephen Suzer, autor de un libro sobre los cristianos sionistas, “las presiones de esos grupos impiden que muchos legisladores estadounidenses o británicos se animen a criticar acciones israelíes. Eso traba el debate, máxime porque la coalición de Hagee representa quizá veinte millones de fanáticos.

Según una reciente encuesta del Pew Institute, 75% de los cincuenta millones de evangélicos en EE.UU. creen que la creación del estado de Irael cumplió profecías bíblicas (inexistentes). Lógicamente, esto va contra la teología católica, tanto romana como ortodoxa. Desde la “Ciudad de dios” (Agustín de Hipona, siglo V), postula que la Jerusalem bíblica no está ya en la tierra, sino en el cielo. En su momento, tampoco los cruzados tuvieron en cuenta a ese padre de la Iglesia.

“Obstruir las acciones israelíes transgrede la política exterior marcada por dios”, sostiene adoptando el determinismo religioso usual en el discurso de George W.Bush. Cualquier tregua en Líbano o Gaza “irá contra el mandato divino. Por ello, el congreso debe respaldar sin vacilaciones al tsahal (fuerzas armadas judías)”. No es accidente que Hagee, cabeza de una nueva coalición fundamentalista, sea tejano.

Apelando al Génesis (XII:23), el iluminado anuncia que “todos los cristianos seremos juzgados”. Pero el versículo sólo reza “bendeciré a quienes os bendigan, maldeciré a quienes os maldigan” y no alude a guerra alguna. Pero, claro, “Israel –afirma el pastor- tiene mandato bíblico para poseer esa tierra” Igual creían los cruzados medievales respecto de sí mismos y así les fue.

Bush envió un mensaje de apoyo a la asamblea convocada en Washington por Hagee, exaltando su propia concepción de guerra santa (“dyijad” en árabe). Como para no dejar lugar a dudas, el encuentro contó con la participación de Daniel Ayalón, embajador de Tel Aviv, y el general Moshé Ya’alón. Como el objeto del fanático era presionar directamente al parlamento, los funcionarios israelíes estaban entrometiéndose en política interna estadounidense.

Hagee viene predicando su evangelio a medida desde 1981, cuando el antiguo jefe del Irgún y entonces primer ministro, M’enajem Begin, bombardeó el reactor iraquí de Osirak. En esa época, Israel era aliado encubierto de Tehrán en su larga, cruel guerra con Bagdad. Hoy, el predicador tejano exige “un ataque preventivo contra el iraní (Majmud) Ahmadinedyad. pues la razón y la diplomacia son inútiles”. Lo mismo dice medio mundo sobre Ehud Olmert.

En general, católicos y protestantes normales temen la influencia de estos extremistas vesánicos sobre el gobierno norteamericano, de suyo ultraconservador y de escasas luces teológicas. Según afirma el anglicano Stephen Suzer, autor de un libro sobre los cristianos sionistas, “las presiones de esos grupos impiden que muchos legisladores estadounidenses o británicos se animen a criticar acciones israelíes. Eso traba el debate, máxime porque la coalición de Hagee representa quizá veinte millones de fanáticos.

Según una reciente encuesta del Pew Institute, 75% de los cincuenta millones de evangélicos en EE.UU. creen que la creación del estado de Irael cumplió profecías bíblicas (inexistentes). Lógicamente, esto va contra la teología católica, tanto romana como ortodoxa. Desde la “Ciudad de dios” (Agustín de Hipona, siglo V), postula que la Jerusalem bíblica no está ya en la tierra, sino en el cielo. En su momento, tampoco los cruzados tuvieron en cuenta a ese padre de la Iglesia.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades