Esta es la visión de Martín Calveira, economista investigador del IAE Business School, sobre los primeros 40 días del ministro Sergio Massa. ¿Cómo está siendo su gestión?, las primeras medidas tomadas del Programa de Incremento Exportador, y sus consecuencias.
El cumplimiento de las obligaciones financieras y la sostenibilidad del programa con el FMI evitan mayor nivel de volatilidad cambiaria y financiera que, ante una potencial autarquía que se derivaría de una gestión más radicalizada, convalidaría una senda de mayor inestabilidad y crisis.
Uno de los principales matices se representa en que, si bien es determinante un mayor influjo de dólares, la medida Programa de Incremento Exportador solo alcanza a una parte del sector agroexportador, debería abarcar el máximo posible de sectores exportadores.
Más aún, una medida de política fiscal expansiva posible en este escenario, debería estar en la dirección de una baja de derechos de exportación a los efectos de una entrada masiva de divisas que alivien la demanda y el alto nivel de incertidumbre. Se disponen de ejemplos exitosos de este tipo de medidas, lo difícil es eliminar el sesgo de la política.
Se sostienen dudas sobre el poder real en la gestión económica. En el corto plazo es fundamental despejar el panorama de fuerte dominancia de la política por sobre la gestión técnica. Análogamente, en contextos de inestabilidad e inflación alta, se deben priorizar los anuncios concretos por sobre las medidas de imagen abandonando la dominancia de la prédica sobre la gestión real. Esto es lo que determinará el éxito en las medidas económicas y, en efecto, despejará el sentimiento de escepticismo del mercado en la gestión económica.
La gran ausencia es el anuncio de un programa de estabilización integral. Medidas aisladas no constituyen un programa para una economía con distorsiones y desequilibrios crónicos. Entretanto, los programas de la gestión de comercio interior no tuvieron resultados positivos sobre los cuales parece haber una insistencia.
A su vez, el programa debe tener tres componentes centrales: acuerdo político masivo, instrumentos para estabilizar y, luego, medidas de desinflación. Los casos de programas exitosos en materia de estabilización y desinflación estuvieron conformados por medidas diversas como modificaciones del régimen monetario, metas monetarias y fiscales de orden cuantitativo y apertura a la inversión productiva externa y privada. Sería aleccionador estudiar los casos de reformas estructurales y estabilización en Vietnam, Perú, Israel y Corea.
Sí debería haber consensos dentro de la gestión del gobierno, incluyendo la fiscal, monetaria y política. Los ruidos que se generaron desde el año pasado, incluso cuando se pensaban adoptar medidas similares a las actuales, impulsaron la dinámica de desestabilización sobre las variables nominales de la economía, esencialmente los precios de los bienes, servicios y de la divisa. Una gestión divergente dentro del espacio político, con independencia de lo adecuadas o no de las medidas, generalmente llevan a la ineficacia y el impulso de los desequilibrios preexistentes. En este sentido disponemos de experiencias recientes como las de finales de la década de 1980.