Dispar incidencia de la devaluación en el campo
Todo proceso de cambio de una determinada política económica conlleva riesgos. Hay ganadores y perdedores y a lo que debe apuntar el gobierno es que éstos sean los menos y, si los hubiera, que sean quienes mejor pueden soportar alguna pérdida.
Hoy se está ante una puja entre los exportadores y el
gobierno.
Aquéllos retacean el ingreso de divisas, esperando que el Poder
Ejecutivo se haga cargo de reembolsos por casi 800 millones de
dólares.
Mientras tanto, ya se escuchan las primeras voces que afirman,
por un lado, que serán arrasados por la devaluación y por otro,
que resultarán beneficiados por la nueva paridad cambiaria.
Un informe del INTA señala que los productores de cereales y
oleaginosas de la llamada pampa húmeda serán beneficiados de
manera inmediata por la nueva relación de precios.
En tanto, productores del sector lácteo consideran que la
devaluación tendrá un efecto devastador sobre la actividad y que
muchos establecimientos desaparecerán, al tiempo que caerá el
consumo interno y el excedente exportable.
No existe, por lo tanto, una visión unívoca sobre tan
controvertido asunto.
En otras producciones regionales hay también puntos de vista
contrapuestos acerca del modo en que impactará este nuevo esquema
económico anunciado por el gobierno.
Todo depende, en última instancia, de la manera en que influye
el componente importado que tenga determinado rubro productivo. En
el sector de ganados y carnes, se está anotando una suba del
precio de la hacienda en Liniers a partir de la reapertura del
mercado europeo para cortes de la Cuota Hilton.
Por el momento, el traslado de ese aumento a las carnicerías ha
pasado desapercibido, aunque fuentes de los minoristas han dicho
que esta situación no podrá mantenerse indefinidamente.
Por otra parte, lo que preocupa en situaciones como las que
vive actualmente el país son los aumentos de precios de alimentos
de la canasta familiar y de productos que son de consumo masivo
como artículos de limpieza o de tocador.
El gobierno ya ha dicho que no impondrá precios máximos ante
los incrementos que se han verificado en estos días. Muchos de
éstos tienen el único propósito de que sirvan de cobertura a
distribuidores y comerciantes frente a la anunciada liberación del
dólar. Son, en algunos casos, aumentos especulativos en un marco
de retraccion muy acentuada del consumo.
Es cierto que la misma demanda, hoy extremadamente limitada, es
la que impone límites a subas desmedidas, pero éstas igual se
producen generando un ambiente de mucha tensión.
Está también el desabastecimiento de productos y mercaderías
que algunos comerciantes practican para retener stock y venderlo
en una oportunidad mejor.
El consumidor tiene un arma formidable en sus manos: poder
elegir precio y calidad.
Desde el lunes, cuando el lunes el dólar flote libre, algunas
incógnitas comenzarán a develarse, lo que no significa que habrá
solución para todos los males.
La crisis persistirá, pero se empezará a despejar el horizonte,
en un sentido u otro.
Fuente: Noticias Argentinas
Hoy se está ante una puja entre los exportadores y el
gobierno.
Aquéllos retacean el ingreso de divisas, esperando que el Poder
Ejecutivo se haga cargo de reembolsos por casi 800 millones de
dólares.
Mientras tanto, ya se escuchan las primeras voces que afirman,
por un lado, que serán arrasados por la devaluación y por otro,
que resultarán beneficiados por la nueva paridad cambiaria.
Un informe del INTA señala que los productores de cereales y
oleaginosas de la llamada pampa húmeda serán beneficiados de
manera inmediata por la nueva relación de precios.
En tanto, productores del sector lácteo consideran que la
devaluación tendrá un efecto devastador sobre la actividad y que
muchos establecimientos desaparecerán, al tiempo que caerá el
consumo interno y el excedente exportable.
No existe, por lo tanto, una visión unívoca sobre tan
controvertido asunto.
En otras producciones regionales hay también puntos de vista
contrapuestos acerca del modo en que impactará este nuevo esquema
económico anunciado por el gobierno.
Todo depende, en última instancia, de la manera en que influye
el componente importado que tenga determinado rubro productivo. En
el sector de ganados y carnes, se está anotando una suba del
precio de la hacienda en Liniers a partir de la reapertura del
mercado europeo para cortes de la Cuota Hilton.
Por el momento, el traslado de ese aumento a las carnicerías ha
pasado desapercibido, aunque fuentes de los minoristas han dicho
que esta situación no podrá mantenerse indefinidamente.
Por otra parte, lo que preocupa en situaciones como las que
vive actualmente el país son los aumentos de precios de alimentos
de la canasta familiar y de productos que son de consumo masivo
como artículos de limpieza o de tocador.
El gobierno ya ha dicho que no impondrá precios máximos ante
los incrementos que se han verificado en estos días. Muchos de
éstos tienen el único propósito de que sirvan de cobertura a
distribuidores y comerciantes frente a la anunciada liberación del
dólar. Son, en algunos casos, aumentos especulativos en un marco
de retraccion muy acentuada del consumo.
Es cierto que la misma demanda, hoy extremadamente limitada, es
la que impone límites a subas desmedidas, pero éstas igual se
producen generando un ambiente de mucha tensión.
Está también el desabastecimiento de productos y mercaderías
que algunos comerciantes practican para retener stock y venderlo
en una oportunidad mejor.
El consumidor tiene un arma formidable en sus manos: poder
elegir precio y calidad.
Desde el lunes, cuando el lunes el dólar flote libre, algunas
incógnitas comenzarán a develarse, lo que no significa que habrá
solución para todos los males.
La crisis persistirá, pero se empezará a despejar el horizonte,
en un sentido u otro.
Fuente: Noticias Argentinas
