<p>Hay dos peculiaridades en el caso libio. Primera, entre los signatarios figura Jalifa Saleh al-Ghadafi, jeque del clan homónimo. Segunda, el texto se conoció vía el sitio de un intelectual judío, Bernard-Henri Lévi. Poco antes, la mayor tribu del país, Warfallá, reiteraba una fatwá –excomunicación-, según cuyo texto el coronel “ha dejado de ser nuestro hermano en el Islam”.<br />
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Entre las acusaciones al gobernante, una es histórica: “Trípoli siempre ignoró nuestros sacrificios en la lucha contra el colonialismo, de 1911 en adelante. Nunca una palabra de reconocimiento en la nutrida propaganda personalista del ex caudillo a partir de 1969”. Ese año, cabe recordar, Ghadafi derrocó al rey senusí Idrís, cuyo sobrino nieto intenta ahora recobrar el trono.<br />
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Todo eso sucede mientras grupos de bereberes cruzan la frontera tunecina para unirse a los rebeldes del oeste. En la propia capital, los Magatiha (clan que cubría la seguridad personal de los Ghadafi) informaron que sus jóvenes desertan para pelear contra los mercenarios africanos de Jamís. También han optado por el gobierno de Benghazi tribus como Rodyabán, Riaina o Zuwaiya. A esta altura, queda claro que gran parte de la etnia tuareg de habla kabila va pasándose a los rebeldes.<br />
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En Siria, los problemas se le complican a Bashar alAssad. No tanto por una presión internacional verborrágica pero inefectiva, sino por quiebras internas en el partido único desde 1958 (Baath, por entonces con un ala iraquí). En protesta ante las masacres perpetradas por las fuerzas alawitas, unos 250 miembros jerárquicos han abandonado las estructuras en varias ciudades, empezando por Damasco y Alepo.<br />
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“Los excesos de los servicios de seguridad contra ciudadanos desarmados son contrarios a los principios del Baath y los valores musulmanes. Los condenamos, al igual que el asalto de casas, mezquitas e iglesias” señala un comunicado de los renunciantes. Paralelamente, más de 150 dirigentes opositores -mantienen el anonimato por motivos obvios- exigen un cambio democrático.<br />
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A su criterio, los al-Assad tienen dos opciones: encabezar las reformas o éstas serán forzadas por una revolución civil, no sin violencia”. Este jueves, una cuenta de muertos compilada en Beirut habla de 550.</p>
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Disensos intestinos en Libia y en Siria
En un plano político, los jefes de grandes tribus libias difundieron un documento bilingüe (francés e italiano) con sesenta firmas. Piden reunificar el país, pero sin Muammar Ghadafi. En Siria, 250 jerarcas del Baath abandonaron el partido.