Desventaja competitiva de la minería argentina

El principal obstáculo de competitividad de la Argentina en la minería viene por el lado de los cambios de rumbo que tomó el régimen impositivo del sector, cuando los precios están planchados.

29 octubre, 2013

En 2011 se proyectaba que para 2016 las exportaciones mineras generarían 16.654 millones de dólares y, tras las suspensiones de proyectos, actualmente las perspectivas es que en ese año ingresen 6.667 millones de dólares, sostiene el gerente de Análisis Económico, Mariano Lamothe.

 

Tras una década de grandes avances en el sector minero, la Argentina enfrenta ahora grandes desafíos: la explotación de minerales en nuestro país ya no cuenta con el empuje de un contexto internacional que impulsó fuerte los precios y que permitía no prestar atención a los desequilibrios, que se fueron cumulando hasta crear desventajas competitivas con relación a los otros grandes jugadores de la región. El empuje internacional vino, además de por el ciclo de precios máximos históricos para los minerales, por la fuerte demanda sostenida de los países emergentes encabezados por China e India.

 

El valor del oro desde 2002 hasta 2012 escaló 398% y el del resto de los minerales lo hizo un 342%.

 

Al mismo tiempo, la demanda de China creció hasta convertirse la responsable por el 62% del consumo mundial de hierro y casi la mitad de toda la demanda global de acero, plomo, estaño, aluminio, zinc y cobre.

 

Además, juntas China e India, consumen el 46% de todo el oro que se extrae y el 24% de toda la plata. Durante el ciclo de precios altos y alta demanda Argentina se consolidó como el décimo destino mundial de las inversiones en exploración minera. Entre 2010 y 2011 recibió el 3% del total de los presupuestos de las empresas mineras destinados a la exploración.

 

Todos estos recursos y esfuerzos convirtieron a la Argentina en el cuarto país con las mayores reservas de cobre, el tercero en reservas de litio, el séptimo en plata y boro, el octavo en potasio y el noveno en oro. La nueva etapa que enfrentamos amenaza con revertir muchos de esos pasos avanzados.

 

Los precios de los minerales, que aunque permanecen altos en cuanto a su promedio histórico, se mantienen planchados y sin perspectivas de crecimiento en el corto plazo.

 

Sin este factor de impulso, la rentabilidad y la viabilidad de los proyectos mineros dependen de otras variables en las que nuestro país muestra debilidades competitivas. Esas debilidades se convierten en amenazas en tiempos en los que, como consecuencia del freno externo, se espera una retracción en el ritmo de las inversiones a nivel mundial.

 

Un hecho que ya se evidencia en los presupuestos exploratorios mineros. El principal obstáculo de competitividad de la Argentina en la minería viene por el lado de los cambios de rumbo que tomó el régimen impositivo del sector.

 

Si bien en los últimos años se verificó una tendencia global a incrementar la carga fiscal de la minería, los nuevos impuestos en los países con grandes desarrollos mineros tienen en común que los gravámenes se cargan a las utilidades y no a los ingresos brutos. En el caso de la Argentina la situación ha sido la opuesta. Su tendencia ha sido hacia una mayor captación de la renta por parte del Estado nacional y los gobiernos provinciales.

 

También, generó mayores restricciones a las importaciones y en el mercado cambiario, en un contexto de necesidad de inversiones en bienes de capital.

 

Además, estableció una normativa que impide el giro de utilidades de las empresas a sus casas matrices y modificó el régimen de liquidación de divisas. Todos estos cambios provocaron que se detuvieran o suspendieran proyectos que afectaron la expansión del sector.

 

Para tener una idea clara del impacto, podemos señalar que en 2011 proyectábamos que para 2016 las exportaciones mineras generarían 16.654 millones de dólares y, tras las suspensiones de proyectos, actualmente las perspectivas es que en ese año ingresen 6.667 millones de dólares.

 

Como se ve, el perjuicio ocasionado a la economía nacional es muy alto, sobre todo para los tiempos de restricción de divisas en los que vivimos. Pese a que el mejor ciclo parece haber pasado, en materia de precios, el mundo sigue dándole una mano a la Argentina para su desarrollo minero.

 

La demanda de minerales se mantendrá y nuestro país está bien posicionado entre los productores. Pero evidentemente tenemos el desafío de superar los castigos autoinfligidos en materia de competitividad.

 

Principalmente, debemos entender que el empeño por obtener regalías en el inmediato plazo destruye las posibilidades de desarrollar proyectos que generarían miles de millones de dólares en inversión y exportaciones en el largo plazo.

 

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