Debemos rescatar la clase media, no sólo a banqueros
El secretario de trabajo bajo Bill Clinton, Robert Reich, atribuye buena parte de la larga recesión a la debilidad de los estamentos medio y medio bajo. A su vez ello refleja el deterioro del sindicalismo en los últimos 50 años.
27 mayo, 2009
En aquellos tiempos, señala, “el salario alcanzaba para comprar casi todos los bienes y servicios generados por la economía norteamericana. Primaba un círculo virtuoso: buena paga, mayor demanda y más trabajo. Su clave era un gremialismo industrial fuerte. Hacia 1955, 35% de la población activa estaba afiliado. La actual decadencia de Detroit subraya el deterioro social de todo el país”. <br />
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Por entonces, los sindicalistas tenían poder para negociar en paritarias, cuyos convenios colectivos determinaban los salarios de trabajadores no agremiados. Ahora, una entidad otrora fuerte, United Auto Workers, sólo negocia despidos y rebaja de planes jubilatorios, pues “apenas 8% del sector privado adhiere a algún sindicato. Por ejemplo, Toyota o Honda compiten deslealmente fabricando en estados sin filiales de UAW”. <br />
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Los monetaristas, autores intelectuales de la precarización laboral, sostienen que la gente detesta a los gremios. Pero “encuestas efectuadas desde 2006/7 muestran que, por el contrario, el público preferiría sindicatos que lo defendiesen. Por ende, la clave debe residir en otra parte”. <br />
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A criterio de Reich, quien se beneficia por la debilidad gremial es la patronal: “menos personal sindicalizado implica menor paga y mayor inestabilidad laboral. En rigor, los ingresos de las clases media y media baja venían cediendo ya antes de la crisis hipotecaria: en 2001/7, el producto bruto interno crecía moderadamente, pero los salarios bajaban”. <br />
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La serie de colapsos iniciada con Enron “institucionalizó” despidos y reducciones salariales –no a los ejecutivos, se descubrió a fin de 2008- como método para recortar costos o promover fusiones y adquisiciones. En otro plano, el analista aporta un dato significativo. “En 2007, los trabajadores agremiados ganaban en promedio 30% más, o sea US$ 863 por semana contra 663, y gozaban de mejores prestaciones médicas”. No debe extrañar, entonces, que el nuevo gobierno planee reactivar la “<em>Employee’s Free Choice Act</em>” (ley pro sindicalización libre). Pero, observa Reich, “falta empeño en los esfuerzos de Barack Obama en favor del sector laboral y sobra para rescatar banqueros”. <br />
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