De La Rúa: “No defraudé a nadie”

El ex-presidente dijo estar convencido de que no defraudó "a nadie" durante los dos años de su mandato en su último comunicado en casa de Gobierno.

21 diciembre, 2001

Fernando de la Rúa no dejó pasar
ni el último minuto en la Casa de Gobierno como Presidente de la
Nación para defender su gestión al frente del Poder Ejecutivo y
dijo estar convencido de que no defraudó “a nadie” durante los dos
años de su mandato.
De la Rúa dio explicaciones con total tranquilidad, sin ningún
rasgo de autocrítica, desconociendo la represión policial de la
víspera en esta ciudad y responsabilizando al justicialismo por su
prematura salida del poder.
“No, de ninguna manera; la gente comprenderá después”,
respondió el jefe de Estado cuando le preguntaron si había
“defraudado” las expectativas de la gente que lo había votado y de
los ciudadanos argentinos.
No conforme con esta afirmación, De la Rúa dijo que se retiró
de la Casa de Gobierno con la convicción del “deber cumplido”, y
pasó por alto el hecho de haber tenido que abandonar el poder dos
años antes de la finalización del mandato constitucional.
“Lo difícil es obtener resultados, los que queríamos todos en
una situación tan difícil. Así que he trabajado y he hecho lo que
debía hacerse; he tenido que afrontar muchas dificultades”,
subrayó.
Aprovechó el último contacto formal con la prensa siendo
presidente para abogar por la “unidad nacional” una vez más,
aunque en esta ocasión proyectándola como una de las tareas que
debería encarar el próximo gobierno.
“Cuenten con que voy a seguir ayudando y apoyando. Es muy
importante asegurar el proceso institucional y la unidad nacional;
lo que yo prediqué para mi gobierno, voy a ayudar a que sea para
el gobierno que viene”, se explayó.
De la Rúa optó por el cuestionamiento a la principal oposición,
el justicialismo a quien había exhortado a incorporarse a un
gabinete de unidad.
“Creo que el justicialismo cometió un error al precipitar los
tiempos y negar el apoyo que con la mayoría parlamentaria podría
brindar para la continuidad institucional. Pero, de este modo
resolvieron ejercer el poder”, manifestó.
El ex mandatario, en sus reflexiones, no incluyó no sólo ningún
error de gestión, sino que tampoco aludió al fracaso de la Alianza
como coalición de gobierno que fue votada por la población para
gobernar en este período.
De igual modo, no se detuvo en el comportamiento de su partido,
la Unión Cívica Radical, que en líneas generales le dio la espalda
y fue por momentos más opositor que el propio justicialismo.
El jefe de Estado atribuyó directa responsabilidad al
justicialismo por su falta de apoyo, cuando primero la cúpula de
la UCR le anticipó que sus legisladores no estaban dispuestos a
aprobar el proyecto de presupuesto 2002 tal cual lo había
elaborado el gobierno.
“Quiera Dios alumbrar el camino de la República”, cerró De la
Rúa su capítulo presidencial.

Fernando de la Rúa no dejó pasar
ni el último minuto en la Casa de Gobierno como Presidente de la
Nación para defender su gestión al frente del Poder Ejecutivo y
dijo estar convencido de que no defraudó “a nadie” durante los dos
años de su mandato.
De la Rúa dio explicaciones con total tranquilidad, sin ningún
rasgo de autocrítica, desconociendo la represión policial de la
víspera en esta ciudad y responsabilizando al justicialismo por su
prematura salida del poder.
“No, de ninguna manera; la gente comprenderá después”,
respondió el jefe de Estado cuando le preguntaron si había
“defraudado” las expectativas de la gente que lo había votado y de
los ciudadanos argentinos.
No conforme con esta afirmación, De la Rúa dijo que se retiró
de la Casa de Gobierno con la convicción del “deber cumplido”, y
pasó por alto el hecho de haber tenido que abandonar el poder dos
años antes de la finalización del mandato constitucional.
“Lo difícil es obtener resultados, los que queríamos todos en
una situación tan difícil. Así que he trabajado y he hecho lo que
debía hacerse; he tenido que afrontar muchas dificultades”,
subrayó.
Aprovechó el último contacto formal con la prensa siendo
presidente para abogar por la “unidad nacional” una vez más,
aunque en esta ocasión proyectándola como una de las tareas que
debería encarar el próximo gobierno.
“Cuenten con que voy a seguir ayudando y apoyando. Es muy
importante asegurar el proceso institucional y la unidad nacional;
lo que yo prediqué para mi gobierno, voy a ayudar a que sea para
el gobierno que viene”, se explayó.
De la Rúa optó por el cuestionamiento a la principal oposición,
el justicialismo a quien había exhortado a incorporarse a un
gabinete de unidad.
“Creo que el justicialismo cometió un error al precipitar los
tiempos y negar el apoyo que con la mayoría parlamentaria podría
brindar para la continuidad institucional. Pero, de este modo
resolvieron ejercer el poder”, manifestó.
El ex mandatario, en sus reflexiones, no incluyó no sólo ningún
error de gestión, sino que tampoco aludió al fracaso de la Alianza
como coalición de gobierno que fue votada por la población para
gobernar en este período.
De igual modo, no se detuvo en el comportamiento de su partido,
la Unión Cívica Radical, que en líneas generales le dio la espalda
y fue por momentos más opositor que el propio justicialismo.
El jefe de Estado atribuyó directa responsabilidad al
justicialismo por su falta de apoyo, cuando primero la cúpula de
la UCR le anticipó que sus legisladores no estaban dispuestos a
aprobar el proyecto de presupuesto 2002 tal cual lo había
elaborado el gobierno.
“Quiera Dios alumbrar el camino de la República”, cerró De la
Rúa su capítulo presidencial.

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