Fernando de la Rúa convocó a una reunión extraordinaria del Gabinete de ministros.
El objetivo del encuentro es escuchar a Ricardo López Murphy para alinearse en el apoyo al paquete de medidas que anunciará el ministro el día jueves próximo.
Algunos observadores señalan que los tiempos se acotan debido a dos razones: la caída de las plazas internacionales de ayer (lunes 12) y los trascendidos sobre las medidas económicas que le restarán impacto al anuncio que haga el ministro.
Según señalan fuentes allegadas al entorno presidencial, Fernando de la Rúa quiere retomar las riendas del Gabinete e imprimir su propia impronta al Gobierno; por esa razón convocó a los ministros a la Casa de Gobierno (y no en el edificio de la ex Somisa, sede de la Jefatura de Gabinete) y sitio donde se estaban realizando estas reuniones) y conducirá el encuentro él mismo (y no Chrystian Colombo).
El propósito del ministro es darle el micrófono a Ricardo López Murphy para que adelante ante los ministros y ante la opinión pública los lineamientos principales del paquete de medidas que deberá conocerse esta semana.
La intención de adelantar esos criterios, ya que las medidas concretas demorarán un par de días más de preparación por parte del equipo de López Murphy, es evitar que la ausencia de noticias alimente la imaginación de algunos periodistas sobre qué puede llegar a contener ese paquete.
Anoche, el Gobierno debió salir a desmentir la venta del Banco Nación ante incesantes rumores que comenzaban a circular por los pasillos de las redacciones.
Según afirman miembros del Palacio de Hacienda, los lineamientos generales que ha dado el Presidente son:
1) Trabajar en dos tiempos; un paquete es el que se anuncia ahora y otro es el que se negociará con los organismos internacionales para aplicar después de octubre, tras las elecciones.
2) El paquete tiene que contener anuncios que complazcan inequívocamente al público de clase media, a los empresarios y a los calificadores de riesgo. Esto supone una fórmula para el cóctel que hable de baja de impuestos a las ganancias, una reducción de gravámenes a la actividad productiva y una señal de solvencia fiscal que conmueva -a la baja- al riesgo-país.
Fernando de la Rúa convocó a una reunión extraordinaria del Gabinete de ministros.
El objetivo del encuentro es escuchar a Ricardo López Murphy para alinearse en el apoyo al paquete de medidas que anunciará el ministro el día jueves próximo.
Algunos observadores señalan que los tiempos se acotan debido a dos razones: la caída de las plazas internacionales de ayer (lunes 12) y los trascendidos sobre las medidas económicas que le restarán impacto al anuncio que haga el ministro.
Según señalan fuentes allegadas al entorno presidencial, Fernando de la Rúa quiere retomar las riendas del Gabinete e imprimir su propia impronta al Gobierno; por esa razón convocó a los ministros a la Casa de Gobierno (y no en el edificio de la ex Somisa, sede de la Jefatura de Gabinete) y sitio donde se estaban realizando estas reuniones) y conducirá el encuentro él mismo (y no Chrystian Colombo).
El propósito del ministro es darle el micrófono a Ricardo López Murphy para que adelante ante los ministros y ante la opinión pública los lineamientos principales del paquete de medidas que deberá conocerse esta semana.
La intención de adelantar esos criterios, ya que las medidas concretas demorarán un par de días más de preparación por parte del equipo de López Murphy, es evitar que la ausencia de noticias alimente la imaginación de algunos periodistas sobre qué puede llegar a contener ese paquete.
Anoche, el Gobierno debió salir a desmentir la venta del Banco Nación ante incesantes rumores que comenzaban a circular por los pasillos de las redacciones.
Según afirman miembros del Palacio de Hacienda, los lineamientos generales que ha dado el Presidente son:
1) Trabajar en dos tiempos; un paquete es el que se anuncia ahora y otro es el que se negociará con los organismos internacionales para aplicar después de octubre, tras las elecciones.
2) El paquete tiene que contener anuncios que complazcan inequívocamente al público de clase media, a los empresarios y a los calificadores de riesgo. Esto supone una fórmula para el cóctel que hable de baja de impuestos a las ganancias, una reducción de gravámenes a la actividad productiva y una señal de solvencia fiscal que conmueva -a la baja- al riesgo-país.