De la Rúa con los gobernadores

Búsqueda de consenso para una política de estado. De la crítica al elogio. El Presidente exhibió vocación de diálogo.

17 mayo, 2000

Once gobernadores justicialistas, sobre un total de 14 –por diversas causas faltaron Carlos Reutemann, José Manuel de la Sota y Carlos Juárez– deliberaron con el primer mandatario. Fernando de la Rúa, en una ajetreada jornada, reemplazó su viaje a Córdoba para asistir a la inauguración de una nueva planta automotriz, para plantear a los mandatarios provinciales la necesidad de articular una política de Estado.

Del diálogo surgió la coincidencia en arbitrar reuniones urgentes para resolver sobre la marcha los problemas que se presenten en el ámbito nacional.

La espontánea actitud del Presidente, modificó el clima existente entre sus interlocutores. De las viejas críticas a la “lentitud” del Ejecutivo, se pasó a exaltar la vocación de De la Rúa para arbitrar políticas comunes, que cuenten con consenso. Es más, no faltó quien dijera que se mostró políticamente “seductor”.

“Cuando el agua llega a la cintura –dijo uno de los asistentes– es hora de aprender a nadar. Si no nos ponemos de acuerdo, el desborde de los conflictos sociales nos ahogará a todos”. Una primera señal de que la clase política parece dispuesta a encarar la necesidad de diseñar un proyecto político común, más allá de banderías e intereses sectoriales.

Después del encuentro, los gobernadores siguieron deliberando en la sede del Consejo Federal de Inversiones. Allí convinieron en analizar un estudio en el que se plantearía la rebaja del IVA, la creación de un fondo de desempleo y la instrumentación de una política de ayuda al sector privado para el pago de sueldos a nuevos empleados.

Once gobernadores justicialistas, sobre un total de 14 –por diversas causas faltaron Carlos Reutemann, José Manuel de la Sota y Carlos Juárez– deliberaron con el primer mandatario. Fernando de la Rúa, en una ajetreada jornada, reemplazó su viaje a Córdoba para asistir a la inauguración de una nueva planta automotriz, para plantear a los mandatarios provinciales la necesidad de articular una política de Estado.

Del diálogo surgió la coincidencia en arbitrar reuniones urgentes para resolver sobre la marcha los problemas que se presenten en el ámbito nacional.

La espontánea actitud del Presidente, modificó el clima existente entre sus interlocutores. De las viejas críticas a la “lentitud” del Ejecutivo, se pasó a exaltar la vocación de De la Rúa para arbitrar políticas comunes, que cuenten con consenso. Es más, no faltó quien dijera que se mostró políticamente “seductor”.

“Cuando el agua llega a la cintura –dijo uno de los asistentes– es hora de aprender a nadar. Si no nos ponemos de acuerdo, el desborde de los conflictos sociales nos ahogará a todos”. Una primera señal de que la clase política parece dispuesta a encarar la necesidad de diseñar un proyecto político común, más allá de banderías e intereses sectoriales.

Después del encuentro, los gobernadores siguieron deliberando en la sede del Consejo Federal de Inversiones. Allí convinieron en analizar un estudio en el que se plantearía la rebaja del IVA, la creación de un fondo de desempleo y la instrumentación de una política de ayuda al sector privado para el pago de sueldos a nuevos empleados.

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