Davos, sus errores y un largo camino a Canossa
La edición 2010 del foro económico mundial en la aldea de Davos (Suiza) probablemente sea un ejercicio en humildad. Especialmente respecto de la soberbia exhibida en 2006 y 2007, mientras se gestaba la peor crisis sistémica en 75 años.
26 enero, 2010
<p>De lejos, el cuadragésimo simposio exhibirá esta semana una notable “capitis diminutio”. Un síntoma patente será la fila de banqueros tachados días atrás de estúpidos y codiciosos no por un papa ni por el “Antidavos” de Pộrto Alegre, sino por Barack Obama, presidente de Estados Unidos. Vale decir, la potencia que vuelve a Puerto Príncipe con una misión peor que la de 1915. <br />
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La increíble mezcla de soberbia y ceguera de hace tres años exige hoy pedir disculpas por errores, mensajes distorsionados vía medios adictos y, esencialmente, la construcción de mitos triviales para consumo de países periféricos. Todavía en el foro de 2007, bastante desierto de nombres influyentes, se insistió en que la burbuja bursátil y financiera occidental seguiría triunfante. Entretanto, chinos, indios, brasileños y rusos sonreían desde lejos.<br />
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Florecía el optimismo a medida. Por ejemplo, Daniel Esty (universidad de Yale) prometía una era donde el cambio climático tornaría la economía verde en dorada. El fracaso de Copenhague (2009) lo puso en ridículo. No saber prever a tiempo la gripe porcina o los sismos de Haití no es pecado de por sí, pero sí manifestaciones de una inepcia típica del foro.<br />
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Mucho menos inocentes eran las ediciones de los años 90, en tiempos de William Clinton. Por entonces, Davos era vocero del consenso de Washington y la globalización al estilo estadounidense cuyos adalides eran dos alemanes: Henry Kissinger en lo político y Rüdiger Dornbusch en lo económico, con Thomas Friedman de predicador hoy arrepentido.<br />
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A fines del siglo XX, Silicon valley aportó una “nueva economía virtual”, sin ladrillos pero con una peligrosa burbuja puntocom que estalló empezando esta centuria. La globalización del consenso –“las reglas de ayer se terminaron y el mundo crecerá sin pausa”, afirmaban Dornbusch y Friedman- se vino abajo entre ese episodio y la crisis de 2007/9, anticipada en 2006 por el colapso de malas hipotecas en EE.UU. y Gran Bretaña.<br />
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Desde este miércoles, pues, Davos debe cantar la palinodia y recorrer un camino más duro que el del futuro emperador Enrique IV rumbo a Canossa en 1077. Pero, claro, el actual papa no tiene el poder de Gregorio VII. (Desde hace, pues, casi mil años, emprender el camino de Canossa ha sido sinónimo de lucidez, pero también de repliegue y de sometimiento en las relaciones diplomáticas .)</p>
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