Crisis en el Pentágono: se fue Fallon, un almirante clave

En lo ostensible, William Fallon renuncia porque discrepa con una nueva idea del vicepresidente Richard Cheney: atacar Irán. En realidad, la intención real es hostigar abiertamente a Venezuela. Eso inquieta en Brasil.

13 marzo, 2008

Observadores en Washington, Bruselas y Brasilia notan que el portazo de Fallon (jefe militar para Levante, Asia meridional y sudoriental) coincide con un vitriólico, bélico discurso de George W.Bush, redactado por Cheney.

Resulta obvio que la táctica del binomio consiste en legar a sus sucesores la mayor cantidad posible de conflictos. Ademán, el vice padece una enfermedad terminal y eso lo hace peligroso. No obstante, Estados Unidos carece de recursos y capacidad militar para lanzarse sobre Irán y/o Venezuela.

Por supuesto, la Casa Blanca negó tener proyectos bélicos en Irán, objeto de las discrepancias de Fallon. Pero también desmintió que el almirante hubiese sido obligado a renunciar por disentir con Bush y Cheney. El galimatías acaba dándole la razón al almirante: “El presidente no descarta opción alguna y no puede haber opiniones diferentes”, apunta la portavoz de Bush.

Naturalmente, los demócratas sostienen que Fallon fue forzado a irse por no estar de acuerdo con acciones militares en Irán. Más aún, algunos legisladores afirman que Bush se deja guiar por el general David Petraeus, comandante en Irak, halcón obsedido con dar vuelta la imagen dejada por Vietnam. A cualquier costo.

El mensaje divulgado por Fallon no deja lugar a dudas. “La vergonzosa situación, la percepción pública de diferencias entre mis opiniones y las del gobierno hacen ineludible la renuncia”. Obviamente, Israel salió en pro de Petraeus.

Observadores en Washington, Bruselas y Brasilia notan que el portazo de Fallon (jefe militar para Levante, Asia meridional y sudoriental) coincide con un vitriólico, bélico discurso de George W.Bush, redactado por Cheney.

Resulta obvio que la táctica del binomio consiste en legar a sus sucesores la mayor cantidad posible de conflictos. Ademán, el vice padece una enfermedad terminal y eso lo hace peligroso. No obstante, Estados Unidos carece de recursos y capacidad militar para lanzarse sobre Irán y/o Venezuela.

Por supuesto, la Casa Blanca negó tener proyectos bélicos en Irán, objeto de las discrepancias de Fallon. Pero también desmintió que el almirante hubiese sido obligado a renunciar por disentir con Bush y Cheney. El galimatías acaba dándole la razón al almirante: “El presidente no descarta opción alguna y no puede haber opiniones diferentes”, apunta la portavoz de Bush.

Naturalmente, los demócratas sostienen que Fallon fue forzado a irse por no estar de acuerdo con acciones militares en Irán. Más aún, algunos legisladores afirman que Bush se deja guiar por el general David Petraeus, comandante en Irak, halcón obsedido con dar vuelta la imagen dejada por Vietnam. A cualquier costo.

El mensaje divulgado por Fallon no deja lugar a dudas. “La vergonzosa situación, la percepción pública de diferencias entre mis opiniones y las del gobierno hacen ineludible la renuncia”. Obviamente, Israel salió en pro de Petraeus.

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