Coordinar la política industrial y tornarla creíble

La política industrial requiere una instrumentación integral moderna, que contemple aspectos como el clima de negocios, el déficit en materia de infraestructura, el desarrollo financiero y los desbalances macro.

27 agosto, 2013

Existe relativo consenso entre los hacedores de política económica sobre la conveniencia de utilizar instrumentos de política industrial, dado que suele asociarse a mayores posibilidades de desarrollo económico y social, manifiesta Dante Sica, director de abeceb.com, en el último resumen semanal.

 

Sin embargo, su rol y sus instrumentos han sufrido modificaciones: la política industrial del presente se diferencia de manera significativa de las que se diseñaban en el pasado. 

Básicamente, se pueden mencionar cuatro factores que impulsaron los cambios tanto en su concepción como en sus instrumentos: 

* El avance de la teoría de política económica. Desde este campo, aparecieron diversos fundamentos para justificar las políticas industriales, como los asociados a la existencia de externalidades, tanto en materia de información como de coordinación. Además, la política económica también hace su aporte a través de lo que se denomina “competitividad sistémica”, conformada por múltiples factores tales como la educación, el sistema nacional de innovación, el desarrollo del sistema financiero y crediticio, la infraestructura y una macroeconomía amigable con la industria. Y finalmente, también surgen aspectos de economía política, como la conveniencia de proteger industrias declinantes y evitar el rent seeking. 

* El aprendizaje de los instrumentos utilizados. Las últimas décadas han dejado un claro aprendizaje del uso de diferentes instrumentos a partir del cual tener un balance de la eficacia de los mismos. En particular, entre los casos exitosos se destaca el de algunas economías asiáticas como Corea y China, mientras que entre los esquemas que fracasaron aparecen la región latinoamericana y África.

* La globalización, que generó restricciones nuevas que no operaban en un contexto previo de economías más cerradas, dado el surgimiento de acuerdos regionales, y la aparición de nuevos actores como la OMC, o el G-20. Pero además, este proceso generalizó las cadenas internacionales de valor. Un ejemplo en este sentido es el global sourcing de autopartes en la industria automotriz. 

* Procesos acelerados de industrialización. El fuerte incremento de la productividad (catching up) en países pobres –donde China es el caso más destacable- pone en primer plano el requisito de competitividad para quienes deseen promover la industria nacional, dado que deberán competir con estos “tigres”. A nivel regional, pueden citarse, por ejemplo, las dificultades que atraviesan actualmente las industrias de Brasil y México para competir con China.

Ahora bien, dado este nuevo contexto en que se enmarca la política industrial en el mundo, qué sucede a nivel local. En particular, resulta clave analizar las potenciales ineficiencias de la política industrial argentina para poder plantear lineamientos de política a futuro. En este sentido, se advierten principalmente dos cuestiones:

1. Los instrumentos de política industrial que se utilizan actualmente poseen un exceso de componentes de la “vieja” política industrial. En particular, se adoptan medidas que ocasionan problemas en la relación bilateral con Brasil, y con otros países, y se carece de una visión estratégica respecto de los acuerdos regionales. Además, existe discrecionalidad y falta de transparencia, y se carece de una evaluación de los resultados, lo que facilita el oportunismo de los beneficiarios. Y en tercer lugar, tampoco se da importancia a los aspectos sistémicos de la competitividad, como la infraestructura o la disponibilidad de financiamiento vía mercados de capitales desarrollados. 

2. La política industrial actual no es efectiva por falta de coordinación y credibilidad, ya que no existe un programa global, ni una visión integral, de manera que no es posible distinguir si los incentivos que se otorgan en una dirección, no hacen más que compensar distorsiones de política. Un claro ejemplo en este sentido es el de algunas ramas industriales que actualmente gozan de una protección comercial, pero que al mismo tiempo se ven afectadas, dado que no puede importar insumos para la producción. 

En conclusión, dado el nuevo marco existente, se requiere una modernización de la política industrial argentina. 

 

En este sentido, es necesario desarrollar un programa global que coordine todos estos aspectos, dado que el otorgamiento de incentivos micro sin la existencia de un plan maestro no constituye una estrategia eficaz, y la política industrial termina siendo una forma de compensar distorsiones creando otras distorsiones. 

 

Además, resulta clave mejorar el clima de negocios: sin este componente de “medio ambiente”, será difícil que se materialicen inversiones significativas en un horizonte de mediano/largo plazo. 

 

Y también será fundamental avanzar en lo sistémico. 

 

En este punto los aspectos más urgentes son el déficit en materia de infraestructura y el escaso desarrollo financiero. 

 

Pero también la existencia de importantes desbalances macro, principalmente en materia cambiaria.

 

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