Continúa el retroceso industrial

De acuerdo a estudiosos del tema, hace 20 años, este sector tenía 25% del Producto Bruto ;hoy apenas llega a 18% y sigue en declive. El sector manufacturero presenta un estado crítico.

30 octubre, 2000

Según la opinión de algunos expertos, la industria argentina padece, desde hace varios años, un proceso de gradual deterioro que la lleva hoy a atravesar situaciones críticas.

Para ejemplificar la larga enfermedad que afecta al sector, el ingeniero Jorge Schvarzer, señalaba al diario Clarín que “Hace 25 años cada auto armado en el país tenía 90% de componentes argentinos y hoy discutimos si las autopiezas pueden llegar a apenas 30%. Nuestra industria ya no fabrica ni bulones.” .

Otro estudioso del tema, el economista Eduardo Basualdo, recordó que “En los años ´60 o ´70 la industria representaba 25% del PBI y hoy apenas llega a 18% y eso, además, está en baja”.

Basualdo y Schvarzer coincidieron en diagnosticar que la situación actual de la industria, no es una crisis puntual con capacidad ociosa, sino una etapa crítica de largo plazo, de desindustrialización, sin capacidad ociosa.

Para Schvarzer, de la Universidad de Buenos Aires, “la industria es necesaria en todo proyecto de desarrollo. No hay país desarrollado que no sea industrializado, y viceversa. Esa conexión evidente se aceptó en la Argentina hasta 1976. Entonces, se culpó a la industria del atraso del país y se la agredió sistemáticamente. Salvo algunos períodos, eso siguió y se retomó en 1989”, añadió.

El experto ilustró su apreciación recordando la desaparición del Banco Nacional de Desarrollo. “Todos los países tienen una herramienta así”, señaló.

Schvarzer continuó señalando que desaparecieron sectores industriales “decisivos” como el electrónico, una parte del de máquina herramienta y otra de la metalmecánica, así como segmentos del textil, madera y mueble y otros.

De los que sobrevivieron bien (aluminio, celulosa, agroindustria y siderurgia)—insistió el ingeniero— “muchos se pensaron, con subsidios y con política industrial, para el mercado interno y ahora exportan” pues “así como en 1950/75 la industria se triplicó y motorizó desarrollo y empleo, desde 1976 expulsa mano de obra y genera recesión.”.

Basualdo, de FLACSO y la CTA, coincidió con Schvarzer en responsabilizar a la apertura indiscriminada, el contrabando y el dumping como factores antiindustriales.

“El promedio arancelario en la Argentina es de 12/15% cuando la Organización Mundial de Comercio habilita hasta 35%”, sugirió Basualdo.

A su vez, el titular del IADE, Carlos Vilas, advirtió: “Hay un país que está desapareciendo: la Argentina”; aludía al “retroceso educativo, científico y técnico, la pérdida de destrezas y especializaciones productivas” y la falta de políticas activas en lo económico y social. La soberanía, dijo, es “capacidad de definir objetivos de desarrollo, democracia y bienestar y de hacerlos avanzar en los procesos de interacción y de negociación internacional, como el hecho de que RepsolYPF paga 12% de regalías en Argentina, y 35% en Bolivia”.

Según la opinión de algunos expertos, la industria argentina padece, desde hace varios años, un proceso de gradual deterioro que la lleva hoy a atravesar situaciones críticas.

Para ejemplificar la larga enfermedad que afecta al sector, el ingeniero Jorge Schvarzer, señalaba al diario Clarín que “Hace 25 años cada auto armado en el país tenía 90% de componentes argentinos y hoy discutimos si las autopiezas pueden llegar a apenas 30%. Nuestra industria ya no fabrica ni bulones.” .

Otro estudioso del tema, el economista Eduardo Basualdo, recordó que “En los años ´60 o ´70 la industria representaba 25% del PBI y hoy apenas llega a 18% y eso, además, está en baja”.

Basualdo y Schvarzer coincidieron en diagnosticar que la situación actual de la industria, no es una crisis puntual con capacidad ociosa, sino una etapa crítica de largo plazo, de desindustrialización, sin capacidad ociosa.

Para Schvarzer, de la Universidad de Buenos Aires, “la industria es necesaria en todo proyecto de desarrollo. No hay país desarrollado que no sea industrializado, y viceversa. Esa conexión evidente se aceptó en la Argentina hasta 1976. Entonces, se culpó a la industria del atraso del país y se la agredió sistemáticamente. Salvo algunos períodos, eso siguió y se retomó en 1989”, añadió.

El experto ilustró su apreciación recordando la desaparición del Banco Nacional de Desarrollo. “Todos los países tienen una herramienta así”, señaló.

Schvarzer continuó señalando que desaparecieron sectores industriales “decisivos” como el electrónico, una parte del de máquina herramienta y otra de la metalmecánica, así como segmentos del textil, madera y mueble y otros.

De los que sobrevivieron bien (aluminio, celulosa, agroindustria y siderurgia)—insistió el ingeniero— “muchos se pensaron, con subsidios y con política industrial, para el mercado interno y ahora exportan” pues “así como en 1950/75 la industria se triplicó y motorizó desarrollo y empleo, desde 1976 expulsa mano de obra y genera recesión.”.

Basualdo, de FLACSO y la CTA, coincidió con Schvarzer en responsabilizar a la apertura indiscriminada, el contrabando y el dumping como factores antiindustriales.

“El promedio arancelario en la Argentina es de 12/15% cuando la Organización Mundial de Comercio habilita hasta 35%”, sugirió Basualdo.

A su vez, el titular del IADE, Carlos Vilas, advirtió: “Hay un país que está desapareciendo: la Argentina”; aludía al “retroceso educativo, científico y técnico, la pérdida de destrezas y especializaciones productivas” y la falta de políticas activas en lo económico y social. La soberanía, dijo, es “capacidad de definir objetivos de desarrollo, democracia y bienestar y de hacerlos avanzar en los procesos de interacción y de negociación internacional, como el hecho de que RepsolYPF paga 12% de regalías en Argentina, y 35% en Bolivia”.

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