Condiciones para la competitividad sistémica industrial

La competitividad industrial no se logra con macroeconomía, sino por una interacción compleja y dinámica entre Estado, empresas, instituciones intermediarias y capacidad organizativa de una sociedad, dice Elizondo.

5 enero, 2016

El enfoque sistémico plantea asimismo que la competitividad industrial tampoco se crea recurriendo exclusivamente al espíritu de empresa a nivel micro, señala el investigador y docente de ITBA, Marcelo Elizondo, al abordar el desarrollo del nivel mesoeconómico como condición para la competitividad sistémica, la cual se apoya en un patrón organizativo de varios niveles (meta, macro, meso y micro) en el que actúan de manera coordinada diferentes actores orientados por una visión de mediano y largo plazo tendiente a mejorar la eficiencia en los distintos niveles y a movilizar capacidades de creatividad para desarrollar ventajas competitivas.

Forma parte este trabajo del desarrollo de la temática sobre Innovación y competitividad realizado en ITBA que compartieron el rector José Luis Roces, el director Escuela de Posgrado, Diego Luzuriaga, y los investigadores y docentes Beatriz Nofal y Marcelo Elizondo.

 

Explica Elizondo que el nivel analítico de la competitividad sistémica constituye un nivel intermedio entre los niveles “macro” (las principales variables de la política económica) y “meta” (la visión de futuro que una sociedad tiene de sí misma) por un lado, y el nivel micro (la capacidad individual de la empresa) por el otro.

 

Invoca a Hernández (2001), para sostener que en el nivel meso de la competitividad sistémica se ubica el apoyo a los esfuerzos de las empresas formado por las políticas específicas para la creación de ventajas competitivas, por el entorno y la instituciones (institutos tecnológicos, centros de capacitación y formación profesional, institutos de fomento de las exportaciones, cámaras empresariales, etc.

 

Así, según Mesner (1996), prosigue el investigador de ITBA, este nivel estudia la formación de un entorno capaz de fomentar, complementar y multiplicar los esfuerzos al nivel de la empresa.

 

El nivel meso se refiere al contexto en el que actúan las empresas pero no entendido como un entorno macroeconómico sino con referencia a las redes empresariales, las relaciones con centros de I+D, relaciones con instituciones financieras, agencias gubernamentales, proveedores de diverso tipo, socios, organizaciones gremiales, etc.

 

Así, el nivel meso (como surge de la enseñanza de Essser -2009-) determina diferentes categorizaciones en el interior; las meso instituciones (conjunto de factores que requieren las empresas para un funcionamiento adecuado) y las meso políticas (que crean el marco regulatorio adecuado para impulsar el desarrollo sectorial).

 

En el nivel meso se destaca la existencia de una eficiente estructura institucional y la interacción ente actores privados y púbicos dentro de un cluster (Esser, Hillebranbd, Messner y Meller-Stammer, 1996).

 

Para la obtención de un desarrollo en el nivel meso, aparece como extremadamente útil lo que el profesor inglés John Kay, de la London Business School (en su obra “Fundamentos del Éxito Empresarial), denomina “Arquitectura”.

 

Dice Kay que “Arquitectura” es la red de relaciones estables, continuas, confiables, espontáneas y útiles que una empresa debe crear para tener éxito. Este autor considera que los contratos que una empresa ha logrado son lo más útil que existe para evaluar esa empresa.

 

Y que lo más relevante no es generar contratos legales (en los que se pauta por escrito una prestación, una contraprestación, un precio, condiciones y penas para hipotéticos incumplimientos) sino los contratos “relacionales”.

 

Expresa incluso que mientras los primeros pertenecen a las ciencias jurídicas los segundos están más cerca de las psicológicas.

 

Señala que lo que una empresa debe lograr es convertirse en previsible y en relacionarse con terceros que también lo sean, no por lo que un contrato escrito prevea (y la penalidad posible para el incumplimiento) sino por lo que a través de la confianza la empresa ha generado en su contraparte como expectativa de respuesta.

 

Lo interesante es que esta visión de la arquitectura no se debe aplicar sólo al modo de vincularse hacia fuera, con clientes o contrapartes, sino que también debe ser encarado previamente con sus proveedores locales, socios, contrapartes, de modo de garantizar hacia afuera que la calidad, cantidad y condición de su abastecimiento será adecuada.

 

Ocurre que, como dice Michael Porter al respecto, las industrias competitivas en un país no se extienden uniformemente de cualquier modo sino que están conectadas en grupos, formados por organizaciones relacionadas por enlaces de varios tipos y la tarea efectiva, por ello, está basada en la conformación de redes en las que se prestan servicios para ganar mercados por diferenciación.

 

Para esto, en líneas generales, entonces, de lo que se trata es del desarrollo de lo el profesor español José Carlos Jarrillo denomina la “cooperación”, que es aquello que permite a la empresas concentrarse en sus competencias mientras los miembros de una red logran espontáneamente y a través de acuerdos, la provisión a esas empresas de asistencia que genera utilidad de forma, de lugar, de tiempo, de posesión y de información.

 

O sea, en el nivel meso resulta de valor promover el desarrollo de la capacidad de establecer relaciones que superan la sucesión de vínculos “spot”, que más bien avanzan hacia una interacción con los otros eslabones de la cadena de producción y comercio como partes de un sistema, que pueden hasta anticipar comportamientos de los demás en un conjunto de actos que están vinculados.

 

El desarrollo de un adecuado ámbito meso económico puede permitir a los diversos actores económicos avanzar en la generación de la innovación sistémica.

 

Innovar es adelantarse, pero basándose en estrategias (no corriendo en busca de golpes de suerte, sino llegando antes a lo que ya sabemos por acciones de inteligencia comercial que será una necesidad manifiesta en un mercado), es resolver mejor problemas del cliente al que se pretende atender; es incluir investigación y desarrollo (pero recordando que lo que usualmente falta no es el conocimiento, sino el uso del conocimiento), y es también creatividad, talento y calidad, es advertir que los nuevos mercados no sólo premian la innovación en la producción, sino también en la comercialización; es la agilidad que hace que los perspicaces le ganen a los lentos (porque no es cierto que sólo hay grandes que le ganan a los pequeños).

 

La innovación es una cualidad que hace que muchas empresas ganen terreno mejorando la calidad de vida, y la que explica que la enorme mayoría de los actores de la economía internacional de hoy no era conocida hace algunos lustros.

 

Ahora bien, una vez que el nivel meso económico se constituye de modo funcional, es sumamente significativo lograr en las empresas la habilidad de administrar el ambiente en el que actúan.

 

Una empresa puede fracasar si no desarrolla habilidades ambientales (entender y administrar el entorno de los negocios).

 

Para ello, lo más relevante es conocer, entender y analizar el entorno como punto de partida.

 

El experto José María O Kean enseña que el entorno puede ser analizado:

• Desde su estructura (cómo es en realidad)

• Desde su funcionamiento (analizando las interrelaciones existentes)

• Desde su evolución (cómo cambia como objeto de trabajo).

 

La organización es un conjunto de vínculos y un actor en un espacio. Y el ambiente interno es la base para la organización competitiva mientras la relación con el ambiente externo inmediato es anterior al envío del producto, como enseña José María Peiró en su obra “Psicología de la Organización”.

 

Este autor explica que el ambiente organizacional es el conjunto de influencias que recibe la organización de fuentes externas a la misma, y que incluye a todas las personas, grupos, organizaciones y elementos con los que una organización intercambia inputs y outputs o que son relevantes, en alguna medida, para el desarrollo de esos intercambios.

 

Los ambientes de negocios externos están influidos por regulaciones, usos y costumbres, cultura, dimensiones, competencia, etc.

 

Por eso, al trabajar en un ambiente externo (comercio, producción o alianza asociativa), Peiró explica que deben analizarse 4 dimensiones del ambiente, que son:

• La estabilidad (el grado en el que los factores ambientales cambian o permanecen constantes)

• La complejidad (el número de factores relevantes en el ambiente para la organización)

• La aleatoriedad (el grado de estructuración de los elementos del ambiente, si están agrupados de modo desordenado y sin que sea predecible el patrón de agrupamiento o si lo están de modo ordenado y predecible)

• La disponibilidad de recursos (la escasez o abundancia de los recursos necesarios)

 

De manera que, amén de organizar el “desembarco” en el ambiente, los generadores de variables meso económicas deben tender a asistir a la empresa a conocer, analizar, comprender y administrar el ambiente de negocios al que acceden.

 

El desarrollo de un ambiente que configure un funcional nivel mesoeconómico, la interacción de la empresa con los demás actores públicos y privados y la generación de un sistema virtuoso en la materia aparece, pues, como una condición del desarrollo de la competitividad sistémica.

 

En la serie realizada por ITBA, Nofal formula la pregunta ¿por qué impulsar el desarrollo productivo, la inversión, la innovación y la inserción internacional?; el rector Roces se ocupa de la Cultura de la Innovación y por último Diego Luzuriaga trata acerca de la reconfiguración e innovación en modelos de negocios, el futuro hoy.

 

 

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