Comisión Europea: una holandesa muy cuestionada
La eventual sucesora de Mario Monti en el área Competencia no informó que había cabildeado para una empresa norteamericana. No es lo único sospechoso de Neelie Kroes, pero afecta al futuro presidente de la Unión Europea.
La candidata presentada por José Manoel Durão Barroso para comisionada antimonopólica hizo “lobby” hace siete años para Lockheed Martin, pero no reveló el dato a las autoridades de Bruselas. Ni al Parlamento Europeo (Estrasburgo). Eso pese a que la firma norteamericana esté muy vinculada a empresas italianas hoy investigadas por la misma oficina que Kroes podría dirigir.
Existe un hueco reglamentario que explica la omisión ante instancias ejecutivas, aunque no ante las legislativas. A diferencia de Estados Unidos, la UE no exige a candidatos revelar labores de ese tipo en el pasado, aunque presupongan conflictos de interés.
Sin embargo, la CE debiera haber indagado más a fondo de Kroes. En efecto, cumpliendo con un requisito (informar sobre actividades privadas en los últimos diez años), la holandesa enumeró veinticinco cargos en directorios empresarios y dos consultorías. No incluyó ocho cargos más, anteriores a 1995.
El “lobby” Lockheed pone de manifiesto el tipo de “experiencia en negocios” que Barroso invocó como razón clave para proponer a Kroes, vieja conocida suya. También muestra que las regulaciones internas de la UE son demasiado flexibles. Además, los propios funcionarios estables de la CE admiten que nunca se había propuesto un comisionado de Competencia con semejantes nexos empresarios ni potenciales conflictos de interés.
Tampoco parece correcto que, amén del conservador portugués Barroso, quien más apoye a Kroes sea Stefaan DeRynck, otro holandés muy allegado a bancas y empresas. De ahí que varios legisladores –entre ellos, compatriotas de DeRynck- opinen que tantas conexiones de negocios “tornan a Kroes inadecuada para ese delicado puesto”. El comité parlamentario encargado de sopesar candidatos, no obstante, la aprobó por mayoría simple, aunque le exigió un compromiso: dimitir si pierde la confianza del panel.
Quienes conocen a Kroes no creen que cumpla esa promesa porque, siendo funcionaria de gobierno, tampoco renunció ante acusaciones o presiones legislativas. Igual sucede con otros tres candidatos presentados por Barroso. De ahí que algunos observadores esperen problemas el miércoles 27, cuando el parlamento vote sobre el grupo de veinticinco candidatos. Otra falla reglamentaria obliga a aprobar o rechazar la lista completa.
Dado el mal papel de Barroso en el caso de candidato a comisionado de Justicia y vicepresidente de la CE, nadie está seguro de nada. La elección del presidente entrante recayó en el pintoresco “filósofo” ultramontano Rocco Buttiglione, amigo y ministro de Silvio Berlusconi. Su opiniones ante el parlamento sobre la mujer –debe quedarse en casa y seguir al marido-, las madres solteras o separadas y los homosexuales generaron una crisis. Ahora, Barroso y Buttiglione aceptarían que éste asumiese otro cargo, justamente para salvar a los otros cuatro candidatos del portugués.
La candidata presentada por José Manoel Durão Barroso para comisionada antimonopólica hizo “lobby” hace siete años para Lockheed Martin, pero no reveló el dato a las autoridades de Bruselas. Ni al Parlamento Europeo (Estrasburgo). Eso pese a que la firma norteamericana esté muy vinculada a empresas italianas hoy investigadas por la misma oficina que Kroes podría dirigir.
Existe un hueco reglamentario que explica la omisión ante instancias ejecutivas, aunque no ante las legislativas. A diferencia de Estados Unidos, la UE no exige a candidatos revelar labores de ese tipo en el pasado, aunque presupongan conflictos de interés.
Sin embargo, la CE debiera haber indagado más a fondo de Kroes. En efecto, cumpliendo con un requisito (informar sobre actividades privadas en los últimos diez años), la holandesa enumeró veinticinco cargos en directorios empresarios y dos consultorías. No incluyó ocho cargos más, anteriores a 1995.
El “lobby” Lockheed pone de manifiesto el tipo de “experiencia en negocios” que Barroso invocó como razón clave para proponer a Kroes, vieja conocida suya. También muestra que las regulaciones internas de la UE son demasiado flexibles. Además, los propios funcionarios estables de la CE admiten que nunca se había propuesto un comisionado de Competencia con semejantes nexos empresarios ni potenciales conflictos de interés.
Tampoco parece correcto que, amén del conservador portugués Barroso, quien más apoye a Kroes sea Stefaan DeRynck, otro holandés muy allegado a bancas y empresas. De ahí que varios legisladores –entre ellos, compatriotas de DeRynck- opinen que tantas conexiones de negocios “tornan a Kroes inadecuada para ese delicado puesto”. El comité parlamentario encargado de sopesar candidatos, no obstante, la aprobó por mayoría simple, aunque le exigió un compromiso: dimitir si pierde la confianza del panel.
Quienes conocen a Kroes no creen que cumpla esa promesa porque, siendo funcionaria de gobierno, tampoco renunció ante acusaciones o presiones legislativas. Igual sucede con otros tres candidatos presentados por Barroso. De ahí que algunos observadores esperen problemas el miércoles 27, cuando el parlamento vote sobre el grupo de veinticinco candidatos. Otra falla reglamentaria obliga a aprobar o rechazar la lista completa.
Dado el mal papel de Barroso en el caso de candidato a comisionado de Justicia y vicepresidente de la CE, nadie está seguro de nada. La elección del presidente entrante recayó en el pintoresco “filósofo” ultramontano Rocco Buttiglione, amigo y ministro de Silvio Berlusconi. Su opiniones ante el parlamento sobre la mujer –debe quedarse en casa y seguir al marido-, las madres solteras o separadas y los homosexuales generaron una crisis. Ahora, Barroso y Buttiglione aceptarían que éste asumiese otro cargo, justamente para salvar a los otros cuatro candidatos del portugués.
